domingo, 9 de diciembre de 2012

Semana 49

Al final, les reventaron la fiestita de fin de año

Los ladriprogresistas pagaron caro su mala praxis comunicacional y sus torpes movimientos en su relación con la corporación judicial. Como elefantes en un bazar sin sutilezas quisieron conducirse con los modales patoteriles de punteros del conurbano o con el verticalismo del cursus honorum de la genuflexión y la obsecuencia con que La Jefa maneja a su –a estas alturas realmente– patético elenco de funcionarios. La otra corpo –que los Nac&Pop creyeron que con bravuconadas se la podían llevar puesta– incluye un poder del Estado, que tiene otros tiempos –no esta sometidos a la histeria electoral, acentuada con el régimen plebiscitario en el que basa su poder populista el actual gobierno– y tiene otra relación con el ejercicio del Poder –como trascienden a los gobiernos, se conducen por la lógica, absolutamente racional, de ser “débiles ante el fuerte, y fuertes ante el débil”–.


Es simple, ante un gobierno que se autodestruye al tiempo que el viento de cola se le convirtió en un frente de tormenta, que no tiene posibilidad de relección legal ni un sucesor potable, y que ante la debacle de su imagen positiva prefiere la lógica del estado de excepción; la corporación judicial percibe que es mejor no exponerse. Cautelosamente retrasa la definición hasta ver para dónde decanta la voluble preferencia electoral antes de jugarse. No quieren ser catalogados como la “mayoría automática de los Nac&Pop” si el día de mañana la sociedad cambia de preferencias y líderes y deban pagar el amargo precio de no desprenderse a tiempo.

Pero tampoco se animan a fallar a favor de la Cadena Ilegal Nacional del Desánimo y la Mala Leche, porque el ánimo de la gente puede cambiar de un momento al otro –sino pregúntenle a los buenos para nada de la oposición y la debacle de algunas de sus “figuras” entre las legislativas de 2009 y las presidenciales de 2011–.  

Aunque suene a que sangran por la herida, los Ladriprogresistas tienen razón cuando denuncian el corporativismo judicial detrás del fallo del 6D. Pero tiene que ver más con torpezas propias que con la maliciosidad de un oscuro pacto destituyente. En una muestra clarísima de su pérdida de poder real los Nac&Pop decidieron presionar de forma burda a un poder del Estado como si fueran los periodistas y empresarios que aprietan por lo bajo a través de la Afip, el Ansés y la Secretaria de Comercio, o difaman por Cadena Nacional y a través de la prensa oficial y oficiosa.

Los hombres y mujeres de los tribunales no sólo tienen una cuota de poder, sino que son la corporación más sensible a los cambios de la voluble opinión publicada de la sociedad; cuya principal estrategia política es manejar discrecionalmente los tiempos procesales –poder acelerar algunas causas, cajonear otras–, y fallar según las circunstancias.  

Las desvergonzadas recusaciones masivas –llegando al absurdo de re-recusar a una cámara entera–, las alcahuetas denuncias sobre las relaciones “secretas” entre juristas y empresas –como si ningún miembro del gobierno tuviera contactos ni tratos colusivos con empresas, y planteando ridículas teorías conspirativas donde el sponsoreo de un evento bastara para convertirlo en un perverso cónclave destituyente–, y la desmesurada campaña verborrágica de advertencias y recomendaciones para la Justicia; les resultó en contra y un día antes les reventaron la fiestita. 

Los Ladriprogresistas cierran así un año para el olvido. El símbolo que significaba hundir definitivamente a la Cadena Ilegal Nacional del Desánimo y la Mala Leche –que hace rato se está hundiendo sola luego de chocar contra el iceberg de la credibilidad– en el ridículo juego de batalla naval en clave hashtage.

Sostuvieron hasta el cansancio que la democracia depende de arruinar a un grupo local concentrado con el que se enemistaron para entregarle el negocio a otro grupo local concentrado amigo, posiblemente testaferrario– y acusaron a la corporación judicial de alzarse contra la democracia si no fallaban en función de los intereses del Poder Ejecutivo.

Olvidaron que la Justicia es un poder de la democracia. Ahora se quedaron sin la fecha simbólica que les serviría para darles una alegría de último momento para su hinchada propia. Tampoco es el acabose que tanto ansían los ilusos que sueñan con el final inminente de los Nac&Pop –sobre todo para las rancias ratas ultraconsevadoras que aún quedan y mañana 10 de diciembre estarán tristes–. Pero es más que obvio que los Ladriprogresistas deberán en el brindis de fin de año no sólo desear que cambie la fortuna, sino sobre todo dejar de cometer tantos errores comunicacionales y de exponer la mala praxis del discretísimo elenco gubernamental que acompaña a La Jefa. 

El año que viene será un año electoral, año en el que se expondrán mucho más los opositores al Gobierno autodenominado nacional y popular, y seguramente serán mejores tiempos para un Gobierno que basa mucho de su discurso en la antipolítica y en el populismo plebiscitario.  

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