lunes, 1 de octubre de 2012

Falleció un grande del pensamiento

Adiós Eric Hobsbawm

Marxista desde su juventud y considerado uno de los pensadores más influyentes de Europa, el historiador británico Eric Hobsbawm murió esta mañana en el Royal Free Hospital de Londres tras una larga enfermedad.


Nacido en Alejandría el 9 de junio de 1917 (tres años después de que el siglo XX realmente empezara, el mismo año de la Revolución en Rusia, acontecimiento que marcaría para siempre su actividad intelectual, al que siempre consideró el más importante de esa centuria convulsionada) Hobsbawm creció en una familia de judíos laicos en Viena y Berlín los años de la tan prometedora como fracasada República de Weimar. 

Huérfano desde niño y adoptado por sus tíos paternos, contaba 15 años cuando Hitler ascendió a la cancillería: “El 30 de enero de 1933 no es una fecha arbitraria en la que Hitler accedió al cargo de canciller de Alemania, sino una tarde de invierno en Berlín en que un joven de quince años, acompañado de su hermana pequeña, recorría el camino que le conducía desde su escuela, en Wilmersdorf, hacia su casa, en Halensee, y que en un punto cualquiera del trayecto leyó el titular de la noticia. Todavía lo veo como en un sueño” (Historia del siglo XX).


El joven Eric estudió en la escuela de Marylebone y en el Kings College de Cambridge, antes de doctorarse en la Fabian Society de Londres. Ejerció como profesor a partir de 1947 en la Birkbeck University de Londres, donde terminaría siendo presidente, además de dar clases magistrales en instituciones como Stanford y la New School for Social Research de Nueva York. Además, fue miembro de la Academia Británica en 1978 y recibió en 1998 de manos de la reina Isabel II de Inglaterra el título honorífico de Compañero de Honor.

A los 14 años se afilió al Partido Comunista en Berlín, afiliación que trasladó a Gran Bretaña, donde fue miembro de la formación británica hasta poco antes de su desaparición en 1991. Ni la revolución húngara de 1956 ni la Primavera de Praga de 1968, cuando la mayoría de sus compañeros historiadores y marxistas se borraron del Partido, enajenaron su filiación comunista. Hobsbawn se mantuvo fiel pese a las críticas que él mismo le hacía a los horrores del stalinismo y el imperialismo pro-ruso en el que había derivado la experiencia sovética, hasta la mismísima caída del Muro, cuando media Europa se acostó socialista y despertó capitalista. "Pertenezco a una generación para la que la revolución de Octubre representó esperanza para el mundo" (Años interesantes. Una vida en el siglo XX).

"La injusticia social necesita ser denunciada y combatida [...] El mundo no se va a arreglar por sí solo", aseguró en una de sus últimas intervenciones el hombre que conjugó la militancia y la pasión, con el rigor científico. Y que tuvo la grandeza de escribir ensayos de divulgación para que la historia no quedase encerrada en castillos de marfil donde se habla en jerga de expertos.

Sus obras más importantes son "La era de la revolución, 1789-1848"; "La era del capitalismo, (1848-1975)"; "La era del imperio, 1875-1914" donde se centró en el análisis de la "revolución dual": la Revolución francesa y la Revolución industrial Británica. En ellas vio la fuerza impulsora de la tendencia predominante hacia el capitalismo liberal de hoy en día.

Otra obra que merece un capítulo aparte es "Historia del Siglo XX". Escrita casi contra su voluntad por presión de la editorial. Su rechazo obedecía a un rechazo consciente y razonado: el siglo XX era el suyo y el testigo Hobsbawm no creía contar con la distancia temporal y emocional suficiente. Tal vez fueron esos recelos los que propiciaron una tibia acogida del libro por parte de la crítica. Pero muchos de los razonamientos del ensayo fueron la punta de lanza para casi toda la historiografía posterior, y hoy no hay nadie en el ámbito académico que no analice el siglo XX en los parámetros que él planteó.

Otros temas recurrentes en su obra fueron el de los bandidos sociales, un fenómeno que Hobsbawm ha intentado situar en el terreno del contexto social e histórico relevante; y el del desarrollo de las tradiciones y el nacionalismo, en el marco del estudio de creación del estado nación. 

Al margen de su obra histórica, Hobsbawm escribió bajo el seudónimo de Frankie Newton -tomado del nombre del trompetista comunista de Billie Holiday- para el New Statesman como crítico de jazz y tiene numerosos ensayos publicados en varios periódicos intelectuales, sobre temas diversos como el barbarismo en la edad moderna, los problemas del movimiento obrero y el conflicto entre anarquismo y comunismo.

Historiador apasionado, militante terco, enamorado de los rebeldes primitivos y de los bandoleros andaluces, Hobsbawm fue un testigo y uno de los principales pensadores de su siglo, el XX, una centuria corta e convulsionada que queda hoy, con su muerte, algo más lejos. 

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