Un viejo misil soviético se exhibe para los turistas en el Complejo Morro Cabana, en La Habana, Cuba. |
El 22 de octubre de 1962 el presidente estadounidense John F. Kennedy anunciaba al mundo por televisión que aviones espías de su país habían descubierto la existencia de bases de misiles nucleares soviéticos en Cuba y ordenó el bloqueo naval a la isla, a la vez que le exigió a la Unión Soviética el desmantelamiento inmediato de dichas bases. Durante los seis días siguientes las dos superpotencias estarán al borde de la guerra nuclear.
Antecedentes
Desde 1959, la Revolución Cubana impulsó varias medidas de carácter popular y nacionalista algunas de las cuales, como la Ley de Reforma Agraria, afectaron intereses estadounidenses en la isla.
Como respuesta, la administración de Eisenhower inició una agenda política dirigida a derrocar el régimen popular recién instaurado. Ésta comprendía el bloqueo económico, propaganda contrarrevolucionaria, fomento y apoyo de grupos armados dentro de Cuba contrarios a Fidel Castro, sabotajes a instalaciones económicas y civiles, filtración de espías; ataques piratas, quemas de campos de caña de azúcar, intentos de asesinato a sus principales líderes; violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra estadounidenses. Y, finalmente, poner en marcha un plan para invadir militarmente a la isla utilizando exiliados cubanos y mercenarios latinoamericanos. Aunque participarían pilotos de guerra estadounidenses, no estaba prevista la intervención directa del ejército de Estados Unidos.
Cuba había sido un país estrechamente ligado a los intereses norteamericanos desde su independencia de España en 1898. La revolución de Castro, que en un principio no se definía como comunista pero que tenía una clara orientación nacionalista, viró hacia el alineamiento con el bloque soviético y el establecimiento de una dictadura comunista en la isla debido a las presiones de Estados Unidos.
La administración Kennedy en intentó de invadir Cuba y derrocar al régimen castrista en abril de 1961, utilizando un desembarco de disidentes entrenados por la C.I.A por Bahía de Cochinos. La respuesta militar desencadenada por Cuba bajo la dirección de Castro derrotó la invasión en menos de 72 horas.
Como respuesta al fracaso de Bahía de Cochinos, Estados Unidos puso en marcha la Operación Mangosta. Ésta constituía, entre otras cosas, un plan secreto de invasión militar a Cuba, pero ahora de manera directa utilizando el ejército estadounidense. Se planeaba iniciar el conflicto mediante una provocación tipo Maine que tuviera lugar en la Base Naval de Guantánamo o en las aguas jurisdiccionales de Cuba.
Los servicios de Inteligencia de la Unión Soviética detectaron el plan de invasión militar inminente y notifican a Cuba. El líder soviético Nikita Jrushchov aprovechó la coyuntura para proponer a La Habana la instalación en Cuba de cohetes de alcance medio como medida disuasiva contra los planes del gobierno estadounidense.
Castro no se puso de acuerdo con el líder soviético y le dijo que con ese propósito, era preferible un acuerdo militar entre Cuba y la URSS. En dicho tratado se establecería que una invasión a la República de Cuba sería equivalente a un ataque directo a la Unión Soviética.
Pero Jrushchov no estuvo de acuerdo e insistió en que la instalación de los misiles no sólo serviría para proteger a Cuba, sino también para aumentar la capacidad defensiva de todo el bloque socialista. El líder cubano aceptó, pero sugirió que el traslado y la instalación de los cohetes se realicen de forma pública. Sin embargo, los soviéticos se negaron a hacerlo antes de que los cohetes quedaran operativos.
Por su cercanía a Estados Unidos, una base de misiles de este tipo potencialmente podía vulnerar a aquel país, compensando la escasa provisión soviética de misiles de alcance intercontinental, igualando así la amenaza que significaba para el pueblo soviético los misiles estadounidenses emplazados en Turquía, estado fronterizo con la URSS, y en la República Federal Alemana.
Por ello, el gobierno soviético decidió asegurar la isla con la instalación de bases de misiles, con capacidad para alcanzar Estados Unidos y dispuestos para llevar cabezas nucleares. Daban así un paso más en la carrera armamentista que caracterizó el periodo de la guerra fría entre estas dos potencias.
Los soviéticos habían subestimado la capacidad de los servicios de Inteligencia de los Estados Unidos que no tardaron en detectar la presencia de las bases de misiles mediante violaciones del espacio aéreo cubano con aviones espías U-2.
Los líderes soviéticos prefirieron jugar a la táctica del engaño y seguir ocultando la operación. Hasta que se desata la crisis de los misiles el 14 de octubre de 1962. Ese día amaneció soleado, los U-2 volaron, tomaron fotos y volvieron. Lo que los especialistas en descifrarlas descubrieron les heló la sangre.
Eran misiles nucleares. Y eran rusos . Cuando Kennedy se enteró de la amenaza, quiso certezas. La CIA le mostró entonces las fotos de los proyectiles en los festejos del 1 de mayo en la Plaza Roja y las sombras tomadas en Cuba por los U-2. Eran iguales.
Kennedy anuncia el bloqueo y ultima a la Jrushchov
El 22 de octubre de 1962, Kennedy se dirigió a su nación y al mundo entero en un mensaje televisado de 17 minutos. Habló de establecer una cuarentena y un cerco alrededor de la isla. Para cumplir esta medida se desplegaron barcos y aviones de guerra estadounidenses.
Jrushchov dirigió un mensaje a Kennedy el 24 de octubre: "...la URSS ve el bloqueo como una agresión y no instruirá a los barcos que se desvíen"; pero en las primeras horas de la mañana, los buques soviéticos disminuyeron la velocidad, con el fin de evitar algún conflicto mayor.
Al constatarse la instalación de bases de misiles balísticos soviéticos en la isla de Cuba, la Organización de los Estados Americanos (OEA), bajo presión estadounidense, impone sanciones al gobierno cubano y determina el bloqueo de aquella en una operación que se denominó "Cuarentena" y que tuvo como objetivo principal impedir la llegada por vía marítima de los elementos necesarios para proseguir el desarrollo de las bases mencionadas.
Las armadas realizaron una operación combinada en la cual participaron los destructores argentinos, "Espora" y "Rosales", los destructores venezolanos "ARV D-11 Nueva Esparta" y "ARV D-21 Zulia", las fragatas dominicanas "Santana" y "Luperón", el destructor USS Mullinix, y el submarino venezolano "Caribe".
El 27 de octubre, la defensa antiaérea soviética, logró detectar e interceptar un avión espía U-2, que fue derribado por un misil tierra-aire cuando espiaba el oriente de la isla de Cuba, aumentando aún más la tensión.
Distensión y negociación secreta
Sin embargo, el mismo día, Jrushchov propuso a Kennedy el desmantelamiento de las bases soviéticas de misiles nucleares en Cuba, a cambio de la garantía de que Estados Unidos no realizaría ni apoyaría una invasión a la antilla caribeña. Además, también debería realizar el desmantelamiento de las bases de misiles nucleares estadounidenses en Turquía.
Después de continuas negociaciones secretas, de las que estuvo excluido Castro, Kennedy aceptó. Este acuerdo se conoció más tarde, ya que Kennedy lo aceptó con la condición de no invadir Cuba ni apoyar a nadie con esa intención. El desmantelamiento de los misiles de Turquía no fue público hasta que se llevó a cabo seis meses después.
De esta forma pudo terminar la crisis, sin dar muestras de debilidad ni de derrota por ninguna de ambas potencias, ya que el teatro de la Guerra Fría quedó así igualado, y se volvió a evitar el conflicto directo; algo que tanto en Washington como en Moscú no se quiso ni imaginar, por mucho que la publicidad bélica de la época dijera lo contrario; trasladando los enfrentamientos a terceros países como fueron los casos de Vietnam y Afganistán.
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