domingo, 3 de agosto de 2014

Crisis de entre Guerras (Octava Parte)


VERSALLES Y SUS CONSECUENCIAS 
Segunda Parte: La Europa de la primera posguerra


El retorno de la paz

La Primera Guerra Mundial, una verdadera hecatombe que conmovió a todas las naciones, no sólo transformó en gran parte el mapa del viejo continente y desencadenó revoluciones que fueron fatales para tres imperios, sino que sus consecuencias directas e indirectas se dejaron sentir en todos los órdenes. Siempre trataron los hombres, después de una convulsión que creyeron superada, de retornar al pasado, como a una especie de paraíso perdido. En ese contexto nació el mito de La Belle Époque

De hecho, la guerra no había aportado nada realmente nuevo. Las primicias de esta transformación databan ya de época anterior al conflicto; la catástrofe sólo precipitó su evolución natural. Se hizo patente una absoluta inversión de los valores, sensible por doquier en Europa y en el mundo.

Era el punto final de muchas ilusiones y prejuicios, que hicieron esfumarse, incluso bastantes normas del comportamiento individual y de la vida social. Todo cambiaba e iba a la deriva, desde las normas de la moral sexual hasta los ámbitos políticos y artísticos. Hasta las ciencias naturales quedaron afectadas en sus fundamentos (muy poco antes de estallar la conflagración) por las vulgarizaciones de las teorías de la relatividad, del psicoanálisis y de la evolución.

Sólo mediante la inflación se pudieron costear los gastos bélicos; la pérdida de capital fue tremenda y la moneda se depreció fuertemente. El ahorro despareció y las clases medias se arruinaron. Ya no era Europa la rectora de la economía mundial, que de acreedora se convirtió en deudora, especialmente de los Estados Unidos.

Surgieron estados nuevos en regiones que antes constituyeran unidades económicas integradas en conjuntos más bastos y equilibrados. En los países derrotados surgieron revoluciones: Rusia, Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano, y en otros el centro de gravedad político se deslizó hacia la izquierda. aparecieron gobiernos obreros de carácter parlamentario como el de Ramsay Mac Donald en Gran Bretaña. Los obreros obtuvieron la jornada laboral de 8 horas y se realizaron importantes reformas agrarias. En plena guerra, muchas mujeres, que habían reemplazado  en el trabajo industrial y los servicios públicos a los hombres, obtuvieron derechos políticos, que venían reclamando desde la preguerra. 

Rosa Luxemburgo en 1918
En noviembre de 1918, los socialdemócratas ocuparon el poder en Alemania, aunque durante la guerra habían apoyado al káiser. En cambio, el ala izquierdista de los socialdemócratas independientes y los espartaquistas (futuro núcleo del Partido Comunista Alemán) quisieron llevar a efecto la transformación social según la doctrina de Lenin y la institución de un régimen similar al de los soviets. El gobierno socialista de Fritz Eber confió en el ejército el establecimiento del orden a través de una feroz represión de los movimientos bávaro y espartaquista. Éste último fue promovido en Berlín a comienzos de 1919; sus dirigentes Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg fueron ejecutados. En enero de ese año, las elecciones para una Asamblea Constituyente dieron mayoría a los partidarios de una democracia de carácter burgués y las prerrogativas de los comités obreros fueron anuladas, lo que se confirmó con la adopción de la Constitución de Weimar, democrático burguesa y parlamentaria. Pero en caso de amenaza contra el Estado, se autorizaba al presidente tomar medidas de excepción y paralizar o abolir el régimen parlamentario.

La "República de Weimar"

Friedrich Ebert (1871-1925)
El primer presidente de la "República de Weimar" fue el socialdemócrata Ebert, y su primer canciller Philipp Scheidmann, pero cuando se conocieron las cláusulas del Tratado de Versalles, éste renunció. La firma de ese tratado (28 de junio de 1919) sería evocada siempre para atacar a los socialdemócratas. En marzo de 1920 algunos militares y políticos intentaron un levantamiento en Berlín. Ebert y su gobierno se refugiaron en Dresden, pero los autores de ese putsch fueron barridos por una huelga general de los sindicatos. Sin embargo, las primeras elecciones legales celebradas con la nueva Constitución (junio de 1920) confirmaron el cambio de opinión hacia la derecha.

El valor global de la deuda de guerra quedó fijado en 1921: Alemania debía pagar 132.000 millones de marcos oro a los Aliados, aparte de una reparación de más de 6.000 millones a Bélgica. 

Estas humillantes exigencias provocaron la indignación de los alemanes, los extremistas de derecha recurrieron al terrorismo contra el gobierno, y las sociedades secretas ultranacionalistas restablecieron los Femgerichte (tribunales de la "Santa Vehma"). Políticos como Mathias Erzberger y Walter Rathenau cayeron asesinados por ellos. Entretanto, el gobierno procuraba obtener un plazo razonable para poder pagar la deuda. Pero en 1923, tropas francesas ocuparon el Ruhr para obligar a Alemania a pagar con parte de su producción. La población civil inició una resistencia pasiva con huelgas y sabotajes en las fábricas requisadas por los ocupadores en concepto de garantía.

La reacción contra el Tratado de Versalles fue unánime y produjo una doble manifestación: el derrumbamiento y anulación del marco, y la creación de un clima ideal para el desarrollo de movimientos nacionalistas, una vez reprimidos sangrientamente los obreristas por parte de los propios dirigentes socialdemócratas.

Medalla conmemorativa de la super inflación.
En alemán, se puede leer: El 1 de noviembre de
 1923, una libra de pan costaba 3.000 millones
de marcos,  una libra de carne: 36.000 millones,
un vaso de cerveza: 4.000 millones.
La ocupación del Ruhr tuvo consecuencias desastrosas para la economía germana, desembocando en la superinflación. Durante la guerra, la circulación fiduciaria había aumentado de 6.000 millones a 33.000 millones de marcos; así, al iniciarse la ocupación del Ruhr, el dólar valía unos 10.000 marcos y tres semanas más tarde, 50.000. En el verano de 1923, cuando 39 fábricas de papel y 1.782 prensas trabajaban para producir papel moneda, el dólar valía 99 millones de marcos. El gobierno contuvo la inflación en noviembre de 1923, estabilizando el dólar en 4.200 millones de marcos papel. Se introdujo una nueva unidad monetaria, el rentemark, fijándola en 1.000.000 de los viejos marcos.    

Antes de la guerra, los bancos alemanes poseían un capital de unos 30.000 millones de marcos oro; después de la estabilización de 1923, su capital sólo ascendía a la cuarta parte de esa suma.

El plan Dawes

Francia, que parecía seguir el mismo camino que Alemania, comprendió que quizá se había demostrado intransigente en demasía. Los ingleses jamás aprobaron la ocupación del Ruhr ni la actitud francesa en cuanto a los créditos. El financista norteamericano Dawes estableció un plan que estipulaba que Alemania pagara anualmente hasta 1928-1929 a razón de 25 millones de marcos cada año. Como garantía, los acreedores intervendrían ciertos recursos del Estado, como los ingresos de los ferrocarriles y aduanas y el Reichbank. En concepto de capital inicial, Alemania recibiría 800 millones de marcos oro en valores extranjeros para estabilizar la moneda germana.

El Pacto de Locarno

Gustav Stresemann, Joseph Chamberlain
y Aristide Briand en Locarno.
La economía alemana fue recuperándose merced a los préstamos facilitaros por proveedores de fondos, mayormente norteamericanos. Tanto en Francia como en Alemania, entretanto, el poder pasó a manos de estadistas inclinados a la reconciliación y la colaboración: Aristides Briand (1862-1932), ministro de Relaciones Exteriores francés, y su colega alemán Gustav Stresemann (1878-1929).

El pacto de Locarno (16 de octubre de 1925) fue muy importante. Según un primer tratado, los problemas que enfrentaban a Alemania con Francia y Bélgica debían solucionarse mediante arbitraje y Renania seguiría desmilitarizada. En caso de agresión contra esos tres Estados, serían auxiliados por Gran Bretaña e Italia. Como segunda parte, se estipuló un acuerdo sobre el arbitraje entre Alemania, Polonia y Checoslovaquia con ayuda militar francesa en caso de agresión. En consecuencia, los franceses se mostraron más flexibles, en especial al aceptar la evacuación de la zona renana a partir de 1930, cinco años antes de la fecha prevista en Versalles, lo que tuvo efecto después de una revisión del acuerdo sobre las deudas alemanas y la sustitución del Plan Dawe por el Plan Young. Alemania debía pagar en 57 años 116.000 millones de marcos oro que, ante el caos económico, fue reducido a 3.000 millones, que igualmente nunca pudo satisfacer.

En Austria también ocuparon el poder los socialdemócratas, pero aunque el ala radical esperaba una revolución, ésta no se produjo; porque los campesinos no simpatizaban con el comunismo. Además, el abastecimiento del país dependía de los Aliados. Las elecciones de 1919 no lograron imponer una mayoría socialista en el Parlamento, por lo que la política austríaca se transformó en una "guerra de posiciones" entre el Partido Cristianosocial (católico y conservador) y el Socialdemócrata (cuyo baluarte, Viena, era llamada "la roja"). Pero Asutria también quedó sumida en el marasmo económico. En 1933, el canciller cristianosocial Engelbert Dollfus, inició un periódo autocrático para luchar contra la penetración del nazismo alemán.

La revolución húngara de Béla Kun

Béla Kun
Desde el armisticio, en Hungría se proclamó la república (16 de noviembre de 1918), con un miembro de la nobleza al frente: Michel Karolyi (1875-1955), quien esperó en vano la ayuda de Wilson y dimitió, cayendo el poder en manos de los socieldemócratas y comunistas.

El 21 de marzo de 1919 se proclamó la República Soviética Húngara, quedando dueño de la situación el comunista Béla Kun (1885-1937). Por entonces luchaba contra los Rumanos y los Checoslovacos, ayudados por Francia, mientras en Budapest instauraba una dictadura comunista. Cuando los rumanos atacaron la capital, Béla Kun debió refugiarse en Rusia, donde fue fusilado por "desviacionista" por la dictadura stalinista. Los liberales húngaros, de nuevo en el poder, desencadenaron el "terror blanco" para vengarse del "terror rojo", y en noviembre de 1919 se retiraron las tropas rumanas. La nobleza húngara, a cuyo frente estaba Nicolás Horthy (1868-1957), consolidó su poder y nombró regente al almirante.

Entre el Danubio y los Balcanes

En Bulgaria asumió el poder Alejandro Stambulisky, quien pretendía crear una especie de "Internacional Verde", pero fue asesinado en junio de 1923. Entre 1920 y 1930, un régimen más o menos autoritario preparó la dictadura que instauraría Boris III.

Checoslovaquia integraba tres millones de súbditos germanos: los llamados sudetes, de lengua alemana. Rumania, en tanto, contaba con una importante minoría húngara en Transilvania. Y en Yugoslavia, las minorías alemanas y húngaras, debían integrarse al belicoso conglomerado de serbios, croatas, macedonios, montenegrinos, bosnios y eslovenos. 

La democracia burguesa se implantó en Checolovaquia y el primer presidente fue Thomas Masaryk (1850-1937), al que le sucedió su discípulo Eduardo Benes (1884-1948). En Rumania estalló la lucha entre los liberales, los conservadores y los campesinos. En Yugoslavia Alejandro I implantó la dictadura en 1929.

La Polonia de Pilsudsky

Apenas recobrada su independencia, Polonia trató de ampliar su territorio con la ayuda francesa atacando a Rusia (1920). Curzon, ministro inglés de Asuntos Exteriores, propuso un armisticio sobre una línea trazada de norte a sur que, pasando por Brest-Litovsk y el oeste de Lvov, llegaba hasta los Cárpatos, que sería restablecida después de la Segunda Guerra Mundial.

Jósef Pilsudsky (1867-1935) dirigió esta nueva Polonia. Nacionalista revolucionario y dictatorial, abandonó la política en 1923, cuando una nueva constitución limitó los poderes del presidente. Pero logró hacer triunfar un golpe de Estado en 1926 y gobernó el país hasta su muerte en calidad de ministro de Guerra.

En las riveras del Báltico

En las antiguas provincias rusas del Báltico se formaron tres estados: Estonia, Letonia y Lituania. Poco tiempo después de estallar la revolución y la guerra civil, bálticos, alemanes, rusos "blancos" y "rojos" se disputaban estos territorios. Lituania y Polonia codiciaban la región de Vilna. Fueron precisos muchos años y repetidos putschs para solucionar la cuestión mediante tratados con Rusia (1920-1930). 

Al ser destronado el zar, pudo reunirse la dieta de Finlandia. Los socialdemócratas contaban con una débil mayoría (103 diputados de un total de 200), y cuando los fineses ofrecieron a la dieta los poderes que antes correspondían al zar, Kerensli disolvió este organismo. Los obreros retiraron sus diputados y una nueva elección arrojó una mayoría derechista y nacionalista. El 6 de diciembre de 1917. la dieta finesa proclamó la independencia del país, pero los "rojos" provocaron huelgas y ataques terroristas. Un nuevo gobierno dirigido por Svinhufvud reunió tropas en Osterbotten al mando del mariscal Manneheim.

Kaarlo Juho Ståhlberg (1865-1952)
El 28 de enero de 1918, los socialistas dieron un golpe de Estado e implantaron un consejo de comisarios presidido por Manner. Pero el "ejército blanco" de Manneheim triunfó en la batalla de Tammerfors (abril de 1918). Casi al mismo tiempo, una división alemana ocupó Helsinski. Las tropas "rojas" se dispersaron, y Svinhufvud se convirtió en jefe de Estado y el príncipe alemán Federico Carlos Hesse fue elegido rey de Finlandia (septiembre de 1918). Pero los alemanes fueron derrotados por Manneheim, que depuso a Svinhufvud. Una nueva elección proclamó la república burguesa como forma de gobierno y el profesor Stahlberg fue elegido presidente. En octubre de 1920, la paz de Dorpat devolvía a Finlandia sus fronteras históricas con Rusia, y ésta cedió la parte de Pétsamo, puerto en el océano Ártico.

El Estado Libre de Irlanda

El paso del estado de guerra al de paz constituyó para Gran Bretaña un difícil problema social y económico para emplear a cinco millones de desmovilizados. Además, tenía pendiente la cuestión irlandesa, pese a que durante la guerra la mayoría de los irlandeses se habían mostrado leales, al terminar ésta, la lucha independentista se renovó.


Éamon de Valera (1882-1975)
El Sinn-Fein ("nosotros solos" en gaélico) conquistaron casi todos los escaños parlamentarios en las comarcas católicas; además, sus 73 representantes rehusaron acudir a la Cámara de los Comunes británica y en enero de 1919 se reunieron en Dublín para constituir la Asamblea Nacional Irlandesa y proclamar la república. Los católicos reconocieron a la Asamblea desobedeciendo a las autoridades nombradas desde Londres. El jefe de Sinn Fein, Eamon Valera, fue proclamado presidente. Finalmente, el conflicto derivó en una verdadera guerra civil, hasta que en julio de 1921 concertaron un armisticio con el gobierno de Lloyd George. En diciembre, el país se convirtió en el Estado Libre de Irlanda, pero el condado de Ulster, de mayoría protestante, prefirió permanecer unido al Reino Unido, bajo la denominación de Irlanda del Norte. La minoría dirigida por Valera rehusó a la partición de la isla y la lucha se reanudó, aunque entre irlandeses. En 1923 se firmó un nuevo armisticio, pero Irlanda siguió reivindicando el Ulster y en 1940 abandonó la Commonwealth. 

La consagración del partido Laborista


James Ramsay MacDonald (1866-1937)
El Labour Party en 1924 tenía apenas 18 años de vida pero estaba preparado para intentar gobernar el Imperio Británico. Sin embargo, la primera experiencia del socialismo democrático británico acabó en menos de diez meses.

Los Laboristas subieron al poder en octubre de 1923, cuando el primer ministro conservador Baldwin, a pesar de las objeciones de sus colegas, convocó a elecciones parlamentarias después de introducir una política comercial proteccionista (manteniendo su promesa de pedir, de esta forma, permiso al electorado para esas reformas). Los conservadores perdieron 90 escaños y los laboristas se convirtieron en el segunda minoría. Por primera vez, laboristas y liberales superaban en escaños a los conservadores. Los segundos, consintieron en dar su apoyo a Ramsay MacDonald, fundador del partido Laborista, fuera nominado primer ministro.

MacDonald, escocés autodidacta e hijo de una criada soltera, empezó con cautela. Se abstuvo de nacionalizar la industria y hábilmente evitó un nuevo alzamiento del Estado Libre Irlandés, cancelando su deuda con Gran Bretaña a cambio de la renuncia a las demandas por el Ulster. Pero en agosto empezó su declive cuando decidió reconocer al gobierno soviético y concederle un préstamo. 

Los acuerdos con "los rojos" provocaron un escándalo. Tanto los liberales como los conservadores se negaron a ratificarlos. Además, los segundos, acusaron al primer ministro de interceder secretamente para detener el proceso contra un periodista comunista acusado de iniciar un motín. MacDonald negó la acusación, y convocó a una votación parlamentaria secreta en la que perdió el favor del Partido Liberal que se volcó por devolver el puesto a Baldwin, quien nombró como ministro de Economía a Churchill, favorable al mercado libre.

Pero la crisis social de posguerra se fue acentuando y en 1926, el gobierno conservador debió afrontar una serie de fuertes huelgas. El gobierno contraatacó con la organización de esquiroles para reemplazar a trabajadores rebeldes,  la movilización de tropas para garantizar servicios públicos, y una campaña de desprestigio con rumores falsos desplegada por Churchill a través del Morning Post. Pero más allá de la intransigencia del gobierno, fue la profundización de la crisis económica la que terminó desmovilizando a los obreros.  

Francia: "¡La seguridad ante todo!"


Georges Benjamin Clemenceau
(1841-1929)
Clemenceau continuó en el poder por algún tiempo después de la guerra. Derrotado en las elecciones presidenciales de 1920, se retiró a su Vendée natal, donde falleció en 1929. Según sus deseos, fue sepultado de pie y con el rostro vuelto hacia su enemiga: Alemania.

Francia también padeció los graves problemas económicos de la posguerra. En 1918, la deuda pública era de 150.000 millones de francos, y los alemanes apenas cubrieron el 20 por ciento de los gastos reales. La influencia rusa se dejaba sentir en el movimiento obrero, donde estalló una virulenta lucha entre socialistas y comunistas. A Francia le preocupaba la política exterior, la cuestión de las reparaciones y de la seguridad del país. Los tratados no le dieron ni la frontera del Rin ni la la garantía absoluta de la ayuda anglo-estadounidense. 

Los ingleses consideraban que el tratado era injusto con Alemania y preferían, por su comercio e intereses mundiales, la recuperación económica alemana. En cambio, Londres sí aprobaba la belicosa política exterior francesa en Europa Oriental. El tema es que, como a Francia, a estos estados les convenía una Alemania débil. Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia tenían poblaciones alemanas y el "sistema de Versalles" era la base de su propia existencia. Francia sostuvo las reivindicaciones territoriales de dichos estados "nuevos", a menudo contra las ideas de los británicos. Checos, Yugoslavos y rumanos, integraron entre 1919 y 1921, una "pequeña etente"


Raymond Poincaré (1860-1934)
La derrota alemana y la revolución rusa habían proporcionado al ejército francés la posibilidad de situarse en el primer plano continental. Raymond Poincaré dominó la política francesa, como presidente del consejo de ministros, entre 1922 y 1924, y nuevamente de 1926 a 1929. Basó su actuación en la estricta aplicación del Tratado de Versalles; consecuencia de ello fue la ocupación del Ruhr.

Esta ocupación, si bien arrancó a Berlín algunas concesiones, colocó al franco en una posición peligrosa. de hecho, las iniciativas de Poincaré empujaron a Francia a un callejón, por lo que en las elecciones de 1924 la opinión pública se deslizó hacia la izquierda, y el jefe del Partido Radical-Socialista, Herriot, se convirtió en presidente del consejo de ministros. Herriot y Mac Donald fueron los que impulsaron el Plan Dawes, y el proceso que llevaría al pacto de Locarno.

Pero Herriot no le encontró solución a la crisis económica, la deuda pública superó los 300.000 millones de francos, y el circulante en papel moneda pasó de 12.000 millones, antes de 1912, a 40.000 millones, una década después. El gabinete Herrior fue derribado en 1925, y Ponicaré volvió al poder en junio de 1926. su primer objetivo fue estabilizar al franco, que pasó de 25 la libra esterlina, a 250. Al poco tiempo logró bajar el tipo de cambio a 124/1; y en 1928 restableció el patrón oro y logró equilibrar el presupuesto, por primera vez en 16 ejercicios fiscales.



© carlitosber.blogspot.com.ar, Agosto 3 MMXIV
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