jueves, 24 de julio de 2014

Crisis de entre Guerras (Sexta Parte)



RUSIA: DEL ZARISMO AL BOLCHEVISMO 
Sexta parte: Del "comunismo de guerra" al totalitarismo stalinista


El "comunismo de guerra"

Una brusca línea parece dividir la historia contemporánea desde la revolución de octubre de 1917. Diríase que la contundencia de los hechos precisos deja de ocupar el centro de la atención historiográfica, par que esté se instale en el terreno de la opinión y la ideología. En otras palabras, los lógicos prejuicios de índole política e ideológica de los historiadores pasan a convertirse en la base de su observación y, en muchos casos, la verdad histórica se ve perjudicada en beneficio de interpretaciones tendenciosas. Tampoco existe aún hoy la suficiente "distancia" para poder juzgar objetivamente una época tan densa cargada de consecuencias para todo el mundo como es la historia de Rusia en las tres décadas que van desde la toma del poder por los bolcheviques hasta la explosión de la primera bomba atómica y la confirmación de la URSS como una de las dos superpotencias que dirigirán la el orden internacional posterior a 1945. Sin olvidar ni menospreciar las múltiples ventajas que supuso para millones de seres humanos la revolución, no cabe duda de que esas décadas cruciales llevan inscritos el signo de la contradicción.

El periodo se abrió con la guerra civil de 1918 a 1920, durante la cual Troski organizó el Ejército Rojo y fueron derrotadas las fuerzas que se oponían al régimen bolcheviques: zaristas, liberales, demás facciones revolucionarias, grupos nacionalistas de los distintos pueblos que estaban sometidos en el Imperio Ruso y las potencias imperialistas. Dentro de ese contexto, resultan conocidos hechos trascendentales como la ejecución del zar Nicolás II y toda su familia y la ferocidad casi inhumana del enfrentamiento entre el "terror blanco" y su contrincante rojo. Son menos conocidas, sin embargo las consecuencias de la guerra civil, que quizás puedan resumirse en el fracaso de la economía instaurada por Lenin y que fue denominada "comunismo de guerra".

Lenin dirigiéndose al Ejército Rojo en Moscú el 5 de mayo
de 1920, a la derecha de la foto Leon Trotski
Lenin trató de organizar la socialización de aquel inmenso país tan atrasado respecto de la civilización occidental, y tan poco industrializado. La etapa del llamado "comunismo de guerra" se caracterizó, en lo económico, por un sistema simplista que trataba de sustituir el dinero por una organización económica centralizada, por medio de la cual el Estado intentaba dirigir la producción y distribución sobre la base de trueques. La trágica realidad eran la guerra civil, la intervención extranjera y la anarquía reinante en la producción.

Seis meses después de la disolución de la Asamblea Constituyente, al poner en ejecución los comités de control obrero, se vio que los técnicos habían desaparecido y el ausentismo era enorme. Algunos obreros se incorporaron al ejército rojo, y el Consejo de Comisarios del Pueblo se vio obligado a nacionalizar las industrias básicas y los ferrocarriles, transportes, minas, metalurgia e industria textil (28 de junio de 1918). Los pequeños campesinos conservaban su tierra, pero se toleró que bandas de trabajadores agrícolas sin tierras les quitaran sus cosechas y ganado.

A pesar de estos graves problemas, el Consejo de Comisarios del Pueblo estableció los seguros sociales y la primera legislación del trabajo que contemplaba los derechos de los trabajadores. Además, se socializó la vivienda, se abolieron los títulos nobiliarios y la herencia, y se introdujo el matrimonio civil después de haber separado la Iglesia del Estado y se legisló en favor del divorcio y del reconocimiento de los hijos naturales.


La III Internacional

El rublo se devaluó, el comercio interior se redujo, los abastecimientos de las ciudades y los pueblos eran muy ineficientes, la agricultura producía la mitad que en 1914 y el hambre y las epidemias hacían estragos. En tales circunstancias, no era posible que los bolcheviques pudieran desencadenar una revolución comunista mundial; pero había que impulsarla con la constitución de un organismo que coordinara todas las "secciones" nacionales del movimiento socialista internacional, la financiara y transmitiera la experiencia alcanzada en Rusia. El ejemplo ruso y los desastres de la la guerra impulsaron a los socialistas de izquierda a romper con los socialdemócratas reformistas, que confiaban en el sufragio universal para ir conduciendo en forma no violenta y sin necesidad de ninguna etapa de "dictadura proletaria" hacia la sociedad sin clases. Pero los socialistas maximalistas, junto con un puñado de anarquistas, fundaron la III Internacional e iniciaron en torno de Lenin el movimiento comunista internacional.

Lenin hace anotaciones en los escalones de la tribuna
en una sesión del III Congreso de la Internacional
Comunista, en 1921.
Al crearse en Moscú, el 4 de marzo de 1919, la Internacional Comunista (Komintern) preconizada por Lenin en sus "tesis de abril", tenía como objetivo la unificación y la organización de los socialistas revolucionarios que, rompiendo con el reformismo evolutivo de la II Internacional, permitiera la acción obrera revolucionaria en todo el mundo. Lenin había pensado en aplicar su interpretación del marxismo a los pueblos de Asia y había saludado la revolución china de 1911, al igual que las de Persia, Turquía y el movimiento nacionalista de la India.

Sun Yat-Sen (1866-1825), apóstol de la revolución nacionalista y su Partido Nacional Popular, el Kuo Ming Tan, había saludado a la revolución rusa como el más fiel aliado de la lucha por la libertad del pueblo chino. El Kuo Ming Tan, fundado en 1911, tenía su propia teoría en el testamento de Sun Yat-Sen y en sus Tres principios: nacionalismo, democracia y subsistencia del pueblo chino.  

En marzo nació la república soviética de Hungría, y en abril al de Baviera; pero estos intentos fracasaron, como los movimientos huelguísticos de los ferroviarios franceses, la ocupación de las fábricas en Italia y la huelga revolucionaria en Checoslovaquia.

El segundo congreso de la Komintern, reunido en julio-agosto de 1920 en Moscú impuso rigurosas condiciones a los partidos socialistas que quisieran ingresar en la Internacional. Inicialmente eran nueve puntos que se convirtieron en dieciocho y luego en veintiuno, conocidos como las "tesis de Moscú". La consolidación del poder soviético (invierno de 1920) permitió al ejército rojo acabar con el intervencionismo extranjero y con las contrarrevoluciones en el interior, que contribuyeron a que se reestableciera entre el mundo capitalista y el sector socialista, una situación de hecho que dejaba la ofensiva revolucionaria en las posiciones conquistadas hasta el momento.

El tercer congreso del Komintern (Moscú, junio-julio de 1921) determinó reconocer que la expansión revolucionaria era prematura, y en la reunión del pleno del Ejecutivo (febrero-marzo de 1922), ausente Lenin por estar enfermo, Zinoviev y Trotski defendieron el punto de vista del Komintern ante la oposición de parte de la delegación francesa y de las delegaciones de Italia y España, porque la Unión Soviética quería buenas relaciones con Alemania y otros gobiernos.


La "nueva política económica" (NEP)

En marzo de 1921. los marinos de la base naval de Kronstad se amotinaron y enfrentaron al gobierno, apoyándose en los campesinos y los obreros industriales descontentos, pero Lenin los reprimió en pocas semanas, iniciando un notable repliegue en su línea de gobierno, retornando a una política económica moderada y a su teoría de que la agricultura no estaba aún madurada para la revolución socialista.

Rublos soviéticos de 1924.
La "nueva política económica" (NEP) representaba un paso atrás y Lenin no trató de disimularlo. Los campesinos obtuvieron el derecho de vender los excedentes de su producción en el mercado libre mediante el pago de impuestos, y el gobierno juzgó que el incentivo de la ganancia impulsaría la producción, lo que así ocurrió.

La NEP constituyó un éxito, pero de todos modos la nueva política económica sólo afectaría a la agricultura y a los bienes de consumo, pues el Estado sujetaba con firmeza la banca, la industria pesada, los transportes y el comercio exterior. Durante la guerra civil y el periodo de la NEP, el Partido Comunista monopolizó el poder político, llevando a cabo una implacable persecución contra los "desviacionistas". La democracia y el derecho a discernir cedieron ante la dictadura proletaria. Lenin decía que la disciplina debe ser cien veces más rigurosa en el repliegue que en la ofensiva.

El nuevo régimen modificó también su opinión sobre el resto del mundo y, en consecuencia, sus relaciones con los demás países. Los dirigentes bolcheviques comprendieron que, en Occidente, el orden capitalista era capaz de resistir mucho mejor que el régimen zarista, y dedujeron que, sin renunciar a la revolución mundial, debía aplazarse para épocas más favorables. El propio Lenin invitó a industriales, ingenieros, técnicos y hombres de empresa norteamericanos a colaborar en la reconstrucción del país. Pronto surgirían los primeros ensayos diplomáticos: Suecia, Persia y Turquía.

Lenin, además, cortó el nudo gordiano de las alianzas y compromisos de guerra, negando las deudas y publicando los acuerdos secretos firmados durante la Primera Guerra Mundial. Millones de personas poseían acciones sobre el petróleo ruso y títulos de los empréstitos zaristas: todo ello se convirtió en papel mojado, contribuyendo a la intervención de tropas inglesas, francesas, japonesas y estadounidenses en pro de los generales "blancos" Denikin, Wrangel, Yudenich y Kolchak en las campañas en las que asolaron Rusia entre 1919 y 1920. 

Todos fueron derrotados; los campos petrolíferos de Bakú pasaron de los alemanes a los ingleses y de éstos a los soldados del Ejército Rojo. Lenin cedió territorios de Polonia, los países bálticos, Rumania y Finlandia, e inició la apertura de relaciones económicas internacionales para romper el cerco que asfixiaba a Rusia. El 28 de octubre de 1921, Lenin sugirió una conferencia internacional; Lloyd George y Poincaré la convocaron para el 23 de febrero de 1922 en Génova. Asistieron los aliados, Alemania y Rusia. Retenido por razones de salud, Lenin envió a Chicherin. Allí ae prometió al nuevo régimen ruso el reconocimiento internacional si pagaba 18 millones de francos oro, a lo que Lenin replicó que si aceptaba, los aliados debían reconocer una deuda de 30.000 millones, valor de las pérdidas rusas por la intervención de 1918-1920, y propuso un "desarme general colectivo".

Dos hechos (San Rapallo y el acuerdo franco-inglés) y dos nombres (Walter Rathenau, ministro alemán, y Henri Deterding, presidente de la compañía petrolera anglo-holandesa Shell), supieron explotar la oferta de Lenin. Al margen de la Conferencia de Génova, de noche (en la llamada "conferencia de los pijamas"), el 16 de abril de 1922, se reunieron en San Rapallo los delegados alemanes y rusos y firmaron un acuerdo por el cual ambos países establecían sus relaciones diplomáticas, renunciaban a toda reclamación y reanudaban sus tratados comerciales. Los aliados protestaron, pero tuvieron otra sorpresa: el acuerdo entre Lloyd George y Krassin, por el que se le concedía a Shell el monopolio del petróleo ruso. Esto era obra de Deterding, realizada entre bastidores.

Los norteamericanos reaccionaron, y Child, el observador estadounidense, afirmó, pensando más en la Standard Oil que en su posición política, que su país no aceptaría más política comercial que la de "puertas abiertas" a la libre inversión. La Standard Oil, que en 1914 había adquirido la participación de los hermanos Nobel en los petróleos caucásicos, intentaba hacer valer sus derechos. 

Esa lucha de los "petroleros" determinó el fracaso de la Conferencia de Génova. El acuerdo de San Rapallo rompió por primera vez la unidad del frente occidental. Los franceses y los belgas respaldaron a los reclamos de la Standard Oil, y los ingleses recularon y no se animaron a pasar por encima del veto de los norteamericanos. No hubo acuerdo de los aliados con Rusia, y la recientemente nacida Sociedad de las Naciones, sin la Rusia soviética ni Estados Unidos, se convirtió en un simple mecanismo anglo-francés de relaciones internacionales.


Constitución de 1923 y muerte de Lenin

En los años sucesivos, los comunistas rusos concentraron toda su energía en el frente exterior, en la consolidación del régimen y en la inmensa tarea de transformar el país en un Estado moderno e industrializado.

La nueva constitución de 1923 había sido proyectada en buena medida por el propio Lenin, quien no pudo intervenir en su redacción y en su sanción definitiva. Dicha constitución creó un sistema federativo: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, organismo fundamental que, por definición, colocaba al internacionalismo proletario por encima del factor nacional; cualquier estado dispuesto a aceptar el sistema soviético quedaba autorizado para integrar la Unión.

Funeral de Lenin
Hasta su muerte Lenin continuó siendo la figura central del comunismo soviético. Con todo, el exceso de preocupaciones había agotado sus fuerzas, cayendo víctima de una hemorragia cerebral en mayo de 1922. Todavía pudo reanudar, en parte, sus actividades durante todo el otoño, pero una nueva recaída, en abril de 1923, lo dejó paralítico, perdiendo incluso hasta la capacidad de hablar. Falleció  a los 53 años en Gorki, el 21 de marzo de 1924. Mientras tanto, en el Kremlin, ya hacía bastante que había empezado la lucha por ocupar su lugar.   

El funeral de Lenin fue un acto de masas. Después de su muerte, la capa burocrática estalinista se encargó de volver a Lenin un ídolo para decapitar sus ideas políticas, que no tenían nada que ver con lo que luego fue el degenerado estado burocrático de la URSS encabezado por Stalin. Con el objetivo de intensificar el culto a la personalidad y dejar carente de contenido al bolchevismo, Stalin y su camarilla le cambió el nombre a la ciudad de Petrogrado por Leningrado en 1924.


El avance de Stalin hacia el poder total

El 3 de abril de 1922, Stalin fue nombrado Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de todas las Rusias, un cargo que él posteriormente transformó en el más poderoso del país. En aquella época, esta posición se veía como un cargo menor dentro de la estructura partidaria (ocasionalmente en el partido se referían a Stalin como el «camarada archivista»), sin embargo este cargo asociado con el liderazgo que tenía sobre la Oficina Organizativa del Comité Central del Partido (Orgburó), dio a Stalin una base de poder suficientemente fuerte como para permitirle instalar a sus aliados en los puestos claves del partido.

La acumulación de poder por parte de Stalin tomó al moribundo Lenin por sorpresa, quien, en sus últimos escritos, hizo llamamientos para que el XII Congreso del Partido Bolchevique apartara al «brusco» Stalin.

"Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos sólo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. Esta circunstancia puede parecer una fútil pequeñez. Pero yo creo que, desde el punto de vista de prevenir la escisión y desde el punto de vista de lo que he escrito antes acerca de las relaciones entre Stalin y Trotsky, no es una pequeñez, o se trata de una pequeñez que puede adquirir importancia decisiva."
Lenin, 4 de enero de 1923.

Sin embargo, estos intentos no prosperaron debido a que los documentos preparados por Lenin fueron ocultados por Stalin y sus eventuales aliados, a sabiendas de que Lenin se encontraba en esos momentos enfermo e imposibilitado de participar en el Congreso.

Después de la muerte de Lenin en enero de 1924, Stalin, Kámenev y Zinóviev tomaron el control del partido situándose en un punto que ideológicamente estaba entre Trotski (a la izquierda del partido) y Bujarin (a la derecha). Durante este período, Stalin abandonó el tradicional énfasis bolchevique respecto a la revolución internacional en favor de una política de construir el «socialismo en un solo país», en contraste a la teoría de Trotski de la revolución permanente.

En la lucha por el liderazgo una cosa era evidente: quien terminara comandando el partido tenía que ser considerado muy leal a Lenin. Por eso, la actitud de cada uno ante su muerte fue determinante en los posicionamientos dentro del Partido: Stalin organizó su funeral y pronunció un discurso manifestando una lealtad imperecedera con Lenin, a la vez que impidió mediante engaños que Trotski asistiera. Stalin también acusó a Trotski de haberse unido a los bolcheviques justo antes de la revolución, e hizo públicos los desacuerdos que éste había tenido con Lenin en la etapa previa a la revolución.

Las imágenes soviéticas correspondientes a este período fueron posteriormente trucadas, eliminando con fotomontajes y técnicas similares a los opositores a Stalin (principalmente Trotski).

La base fundamental del ascenso al poder de Stalin fue el control del aparato administrativo del estado, en un país en el cual la escasez era la regla, tras la Primera Guerra Mundial y la Guerra Civil. A su vez, la política de Stalin de pregonar el llamado «socialismo en un solo país» era visto como un antídoto optimista con respecto a la guerra, en contraste a la posición de la «revolución permanente» de Trotski.

El método de Stalin era la designación de Secretarios que le respondieran personal e incondicionalmente, y la manipulación de sus oponentes logrando poner a unos contra los otros, usando el método de dividir para gobernar.

Inicialmente, Stalin formó una troika junto a Zinóviev y Kámenev contra Trotski. Una vez que Trotski había sido eliminado de la pugna por el poder político, Stalin se unió con Bujarin y Rýkov contra Zinóviev y Kámenev, recordando a todos el voto de estos últimos contra la insurrección en 1917. Zinóviev y Kámenev entonces, se unieron con la viuda de Lenin, Nadezhda Krúpskaya, formando la "oposición unida" en julio de 1926.

En 1929, durante el XV Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), Trotski y Zinóviev fueron expulsados del partido y Kámenev perdió su puesto en el Comité Central. Stalin pronto se volvió contra la oposición derechista representada por sus aliados del momento, Bujarin y Rýkov.

Uno de los argumentos predilectos de Stalin para atacar a otros miembros del Partido, fue la lucha contra la existencia de facciones, que habían sido prohibidas temporalmente en el Partido Bolchevique durante la Guerra Civil, pero que formaban parte de la historia del bolchevismo.


De la deportación de los kuláks a los planes quinquenales

Habiendo también derrotado a la "oposición de derecha" de Bujarin, Stalin comenzó los planes de colectivización e industrialización. En este camino es de destacar la deskulakización, que trajo como consecuencia la expropiación masiva de las tierras explotadas por medianos propietarios agrícolas (kuláks), lo cual causó una reducción de la producción de cereales, lo que unido a unas malas condiciones ambientales dio lugar a una gran hambruna en Ucrania que supuso la muerte de varios millones de ucranianos; según el gobierno soviético, «fue una medida necesaria para acabar con la retención y sabotaje de productos que ilegalmente practicaban los kuláks». Los muertos por la hambruna ascendieron a un número difícil de determinar.


La "Gran Purga"

Serguéi Kírov había conocido a Stalin en mayo de 1918. Durante la guerra civil se enfrentó a Trotski, lo que hizo que se alineara con Stalin, Ordzonikidze y Voroshílov. Desde 1926 estuvo trabajando en Leningrado, pero tras ser elegido para el Comité Central en el XVI Congreso, Stalin le propuso volver a Moscú. Sin embargo, Kírov pidió permanecer en Leningrado, y se le permitió quedarse hasta el final del segundo plan quinquenal. No están claras las razones por las que declinó este ascenso.

En el Congreso del PCUS de 1934, al elegirse el nuevo Comité Central, Kírov recibió tres votos negativos, resultando ser el candidato menos rechazado, en contraste con el propio Stalin que recibió 292 votos negativos, siendo el menos popular. Dumaskin afirma que Kírov se opuso a Stalin en el Politburó en 1934, lo que produjo «una perceptible tirantez entre Stalin y Kírov». Distintos autores han dado cuenta de la existencia de una conspiración en la cúspide del PCUS cuyo fin habría sido reemplazar a Stalin con Kírov.

El 1 de diciembre de 1934, Kírov fue asesinado por Leonid Nikoláev en Leningrado. La dirigencia del Estado soviético declaró que Nikoláev había sido apoyado por Trotski desde el exilio. Esto dio comienzo a una purga generalizada, con cientos de ejecuciones, encarcelamientos y reclusiones en campos de concentración, acusando al bloque trotskista-zinovievista de estar organizando una extensa conspiración con el objetivo de tomar el poder en la URSS. Como parte de este proceso, Kámenev y Zinóviev fueron sometidos a juicio público y, tras confesar supuestos crímenes (confesión que según algunos habría sido producto de torturas), fueron ejecutados en 1936. Con mecanismos similares, en menos de dos años terminaría siendo ejecutada la mayoría de los miembros del Comité Central bolchevique que había dirigido la Revolución de Octubre, mientras Trotski sería asesinado en la ciudad de México en agosto de 1940 por Ramón Mercader, un agente estalinista.

La hipótesis acerca del vínculo de Stalin con este asesinato estuvo ampliamente difundida, siendo confirmada por Nikita Jrushchov en sus memorias. Sin embargo, no existen pruebas concluyentes al respecto.

En 1937, Wilhelm Canaris, jefe de la inteligencia militar alemana, captura información proveniente de un general ruso disidente, llamado Nikolái Skoblin, en la que se asegura que existe una intriga combinada de oficiales rusos y alemanes decididos a derrocar a Stalin. Reinhard Heydrich supo de esta información (ya que tenía agentes infiltrados en la Abwehr), y valiéndose de una operación encubierta de inteligencia, roba esta documentación de las oficinas de la Abwehr, incendiándola después para no dejar rastros. La documentación fue manejada hábilmente por Hitler con la ayuda de Heydrich y ocasionaron la purga en el Ejército Rojo, con la eliminación de más de 3.000 oficiales, entre ellos Mijaíl Tujachevski, máximo exponente de la guerra mecanizada en la Unión Soviética.

Stalin también incrementó ampliamente las actividades de inteligencia extranjera de la NKVD. Bajo sus instrucciones, la inteligencia soviética comenzó a crear redes de información en la mayoría de los países del mundo, incluyendo Alemania, Gran Bretaña, Francia, Japón y los Estados Unidos. Stalin hizo un gran uso de la Internacional Comunista con el fin de infiltrar agentes.
Stalin y los cambios en la sociedad soviética (1927-1939)


La industrialización a marcha forzada 

La Primera Guerra Mundial, la Guerra civil rusa, la intervención por parte de 14 potencias extranjeras luego de la toma del poder por los bolcheviques y la misma revolución, tuvieron un efecto devastador en la economía del país.

La producción industrial de 1922 fue un 13% menor que de la de 1914. Bajo la Nueva Política Económica (NEP), impulsada por Lenin ante la situación apremiante, que permitía cierto grado de flexibilidad en el mercado dentro del contexto del socialismo, se produjo una recuperación. Agotada la NEP, esta política fue reemplazada por un sistema centralizado y sujeto a los planes quinquenales a partir de 1928. Estos planes perseguían ambiciosos programas de industrialización y de colectivización y estatización de la agricultura.

El objetivo de la industrialización era tanto reacondicionar las viejas fábricas y empresas industriales, de tecnología atrasada y en estado de práctico abandono, como construir una poderosa industria pesada. La industrialización era considerada fundamental en la construcción del socialismo, ya que garantizaría la alianza obrera-campesina como base de la dictadura del proletariado, la defensa de la URSS y elevaría notablemente el nivel de vida de la población.

Sin capitales iniciales, escaso comercio internacional y virtualmente sin infraestructura moderna, el gobierno de Stalin financió la industrialización a partir de la ganancia obtenida por las fábricas y empresas del Estado, por el comercio, los bancos y el transporte. En 1926-1927, se invirtieron en la industria cerca de mil millones de rublos; tres años después, se pudieron invertir ya en ella unos 5.000 millones.

La década de 1930 consiguió la producción por primera vez en la historia de la Unión Soviética, de una amplia gama de nuevos productos, entre los cuales se destacaban motocicletas, relojes y cámaras fotográficas, como asimismo las máquinas y herramientas necesarias para producir estos y otros bienes. En la industria química se produjo el desarrollo de la industria de los plásticos, en metalurgia se desarrollaron nuevos tipos de aleaciones de alta calidad y diversos metales no ferrosos fueron manufacturados por primera vez.

También mejoró notoriamente la escala y la eficiencia con la cual se fabricaban los productos existentes. En la industria del hierro y del acero, hacia fines de la década de 1930, el tamaño promedio de los nuevos hornos de fundición era un 40% mayor con respecto a aquellos de solo 10 años antes. Muchas innovaciones estaban basadas exclusivamente en desarrollos técnicos locales. En la industria aeronáutica, por ejemplo, los ingenieros soviéticos produjeron aviones que eran comparables a diseños extranjeros; en la industria militar, por su parte, se desarrollaron tanques que no tenían equivalentes en el mundo occidental. La Unión Soviética fue también el primer país en producir goma sintética de polibutadieno.


Colectivización de la agricultura

El gobierno de Stalin promovió la colectivización de la agricultura con el fin de aumentar la producción agrícola a partir de granjas mecanizadas en gran escala, lo que permitía mantener a los campesinos bajo un control político más directo y para que la recaudación de impuestos fuera más eficiente. La colectivización significó cambios sociales drásticos en una escala nunca vista desde la abolición de la servidumbre en 1861.

La colectivización forzada de la agricultura comenzó a inicios de los años 1930, formándose la asociación obligatoria de todas las granjas en los llamados koljós (o granja colectiva), una estructura fuertemente centralizada. La supresión de los derechos de propiedad sobre la tierra fue una consecuencia de la forma como se decidió resolver el antiguo conflicto de la lucha de clases. Además, de acuerdo a la visión económica de la época, los koljós debían trabajar con mayor eficiencia debido a la aplicación de tecnología y a la división del trabajo. En los primeros años de la colectivización se estimaba que la producción agrícola e industrial debería aumentar un 200% y un 50% respectivamente; sin embargo la producción agrícola disminuyó.

Los campesinos ricos, los llamados kuláks, con independencia de si resistían o no los cambios impuestos y la colectivización, eran puestos a trabajar directamente en los campos, o bien eran trasterrados a Siberia y al oriente del país.

La política de industrialización de la agricultura seguida por Stalin requirió grandes cantidades de equipamiento y maquinaria, que se consiguió al exportar trigo y otros bienes agrícolas al extranjero. Los koljós fueron obligados mediante planes específicos a entregar al Estado su producción agrícola. Estas medidas trajeron como consecuencia una drástica caída en la calidad de vida de los campesinos y la producción agrícola.


Consolidación internacional e interna de la URSS

Para evitar el aislamiento del régimen soviético, decidió la entrada de la URSS en la Sociedad de Naciones (1934), y la aproximación a Gran Bretaña y Francia. En política interior trató de eliminar cualquier tipo de oposición: entre 1936 y 1938 organizó procesos (procesos de Moscú) y deportaciones contra los principales mandos militares y contra toda oposición en el seno del Partido y del Estado. Basándose en los datos suministrados tras la perestroika, documentados por el Gulag, fueron detenidas más de 1.300.000 personas por motivos políticos. De ellas casi 700.000 fueron fusiladas. Durante su gobierno inició un controvertido programa para rusificar a los diferentes estados de la URSS, enviando rusos a las distintas repúblicas soviéticas para que se casaran con los locales y así aumentar el porcentaje de rusos en la región.

Por otra parte, ya durante el primer período stalinista, antes incluso de la década de 1930, amplios sectores de la sociedad soviética aceptaron con optimismo los grandes avances de la Revolución. Rusia era el único país del mundo donde a las mujeres se les pagaba lo mismo que a los hombres por un trabajo similar. También en este primer período, existían grandes facilidades para obtener un divorcio o abortar.



© carlitosber.blogspot.com.ar, Julio 24 MMXIV
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