lunes, 14 de julio de 2014

Crisis de entre Guerras (Segunda Parte)

RUSIA: DEL ZARISMO AL BOLCHEVISMO 
Segunda Parte: Prolegómenos de la Revolución (1866-1904)





Marx y los revolucionarios rusos

Bakunin obligó a Marx a prestarle atención. Por aquel entonces, se había formado, bajo la dirección de Marx, una organización socialista internacional, que desde 1866 hasta 1869 celebró diversas cesiones en Suiza y Bélgica. Bakunin solicitó una función directiva en dicha organización y Marx se opuso. Luego, sus tendencias se enfrentaron abiertamente en La Haya y el pensador ruso fue separado del movimiento (1972). Fue el final de la carrera revolucionaria de Bakunin (que murió cuatro años después) y de la "primera internacional". La organización recién resurgiría en 1889, bajo el nombre de "segunda internacional".

Izq. Piotr Kropotkin (1842-1921), der.  Gueórgui Plejánov (1856-1918)

La desaparición de los iniciadores abrió el camino a los discípulos; entre los numerosos epígonos rusos de Bakunin, el príncipe Kropotkin fue el más notable: esta anarquista activo y convencido fue uno de los fundadores de la escuela del anarcocomunismo, y desarrolló la teoría del apoyo mutuo. Del lado marxista, un joven ingeniero en minas, Plekhanov, despreciaba el terrorismo "sentimental" de los narotniki; en su opinión, el socialismo no era "un grito de dolor" sino una especie de operación militar conducida fría y sistemáticamente. Por eso es que no fueron los bakunistas, sino los marxistas quienes habrían de hacerse con el poder en Rusia, después de desplazar por la fuerza a los social revolucionarios ("eseristas"), de tendencia anarquista y mucho más numerosos que todos los socialistas (mencheviques y bolcheviques juntos).


Paneslavismo

Los revolucionarios no eran los únicos que trabajaban con ardor. La literatura rusa mantuvo un alto nivel, sin parangón en tiempos anteriores. Inaugurándose sin cesar nuevas fábricas, nuevas minas comenzaron a explotarse, se tendió una importante red ferroviaria. A comienzos del siglo XX Rusia estaba empezando un proceso de rápida industrialización. Se producían metales y textiles; las minas de hulla del Donetz figuraban entre los más importantes recursos del país. Los obreros rusos que eran algo más de 600.000 en 1865, habían duplicado esa cifra en 1890.

Mientras las fábricas trabajaban a pleno rendimiento y progresaban nuevas instituciones bancarias, varios intelectuales soñaban con la misión de la "Santa Rusia" en el mundo. Los eslavófilos se ilusionaban esperando el día en que Rusia se colocara al frente de todos los pueblos eslavos para mostrar su superioridad sobre el espíritu occidental. De ahí al paneslavismo mediaba sólo un paso: quitarle a la eslavofilia el desinterés; o sea, unir a todos los pueblos eslavos bajo la autoridad rusa por todos los medios. Este movimiento ético-imperialista, ardientemente sostenido por el periodista Katkov, caracteriza a la Rusia de fines del siglo XIX. El paneslavismo contó entre sus difusores con celebridades como Dostovieski y Tolstoi.

Rusos cruzando el Danubio, obra de Nikolai Dmitriev-Orenburgsky, en 1883.

Su mejor ocasión de expresarse fue la guerra contra Turquía de 1877-1878. Los paneslavistas se proponían poner directamente bajo el poder ruso a las poblaciones de los Balcanes, y si ello non era posible, establecer estados "satélites". El movimiento se manifestó en un nacionalismo agresivo y hostil a Alemania e Inglaterra. Las tropas rusas iniciaron la expansión también en suelo asiático. A mediados del siglo XIX, dominaban prácticamente toda el Asia Central; hacia 1860, un acuerdo con China cedió a los rusos territorios aledaños al río Amur, donde construyeron el puerto de Vladivostok. Hacia 1890 comenzó a circular el ferrocarril transiberiano. Rusia estaba dispuesta a desempeñar un papel importante también en Extremo Oriente.


Nicolás II sucede a Alejandro III

Entre 1891 y 1892 un hambre espantosa se desencadenó en el centro y sur de Rusia. Millones de seres humanos perecieron. Las autoridades de obstinaron en mentir, afirmaron que la situación nada tenía de trágica; que la cosecha había sido apenas mala en algunos lugares.

Tolstoi dio la voz de alarma: el conde ya tenía organizadas, por iniciativa propia, actividades de socorros mutuos en su región natal y estableció cocinas comunes para alimentar a los más hambrientos. Pero comprendía que sus esfuerzos titánicos no apenas una gota en el océano; era necesario, para socorrer al país, informar de lo que ocurría a todo el país. Con bastantes dificultades consiguió publicar un artículo titulado "Un problema espantoso": exigió que se adquiera trigo importado para que los campesinos pudieran sostenerse. Poco después logró dar a conocer la situación al mundo en otro artículo publicado en el Daily Telegraph de Lodres. en enero de 1892.

El poder zarista replicó con un insidiosa campaña de prensa contra Tolstoi, al que acusó de hacer propaganda socialista y acción revolucionaria. El ministro del Interior propuso considerar "otras medidas" contra el escritor, pero el zar se negó a atraer la cólera del mundo entero y ofrecerles un mártir a sus opositores. La situación mejoró algo en 1893, y Tolstoi fue excomulgado de la iglesia ortodoxa rusa por sus ortodoxas ideas en materia teológica.

El zar Alejandro III fue el último de los autócratas rusos que pudo morir en su cama: falleció en 1894 de una afección renal. Su sucesor e hijo, Nicolás II, contaba entonces con sólo 26 años. Como su padre, Nicolás inició su reinado declarándose fiel a los principios del absolutismo. el pueblo debía olvidarse los "sueños locos" del liberalismo, dijo en su proclama cuando fue entronizado y agregó: "digo esto muy alto para que lo oigan todos".

Fotografía por la Levitsky Company de la última familia imperial rusa. De izquierda a derecha: Olga, María, Nicolás II, Alejandra Fiódorovna, Anastasia, Alexis y Tatiana. Livádiya, 1913.

Pero Nicolás II no poseía una fuerte personalidad; era amable, timorato y muy indeciso, y prefería la vida familiar a su rol de jefe de Estado. No comprendía bien lo que pasaba en su Imperio, y como carecía de inteligencia, procuraba ocultar sus vacilaciones con discursos arrogantes. Desde el principio de su reinado, su falta de independencia no dio lugar a dudas. No era el zar el que tomaba las decisiones, sino la zarina Alejandra, princesa de Hesse-Darmstadt. Nicolás consentía siempre a esa mujer ambiciosa y supersticiosa. Este imperio tenebroso solo podía tener un final catastrófico.


Orígenes del Partido Socialdemócrata

El ministro de Hacienda, el holandés Witte, luchaba contra el inmovilismo burocrático e intentó dotar a Rusia de una estructura financiera más moderna. Witte consiguió numerosos empréstitos de Francia (que se convirtió en el principal aliado de Rusia en Occidente) que se utilizaron para estabilizar el sistema bancario, fortalecer el rublo y construir ferrocarriles en Siberia. Pero las medidas de Witte no se traducían en un mejoramiento de la desigualdad social, que no paraba de empeorar. El movimiento popular de los narodniki se vigorizó de nuevo y los atentados se multiplicaron. En 1899 apareció en San Petesburgo un tal Vladimir Ilich Ulianov, más conocido por su apodo: Lenin. Regresaba de tres años de prisión y exilio en Siberia; y trajo con sigo a su mujer Nadia Krupskaia y el manuscrito de su "Evolución del capitalismo en Rusia".

Lenin, diciembre de 1895.
Lenin nació en Simbirk, a orillas del Volga, en 1870. Era hijo de un inspector de enseñanza primaria; cursó la carrera de abogacía, primero en Kazán y luego en San Petesbusgo. Desde muy joven se unió al movimiento revolucionario, ya que el gobierno había asesinado a uno de sus hermanos en 1887, por complicidad en un atentado. Su regreso de Siberia provocó grandes enfrentamientos internos en el Partido Socialdemócrata ruso, creado en 1898, por lo que juzgó más seguro y eficaz abandonar el país para continuar su labor revolucionaria desde el extranjero. Se instaló en Munich, donde publicó en la revista Iskra ("La Centella").

La doctrina leninista fue desde sus comienzos clara y concreta: a Lenin le parecía insuficiente la actividad terrorista, que consideraba una estrategia sin sentido si no tenía un objetivo central concreto; para que pudiera progresar la causa revolucionaria, era preciso hacerla abrazar por el proletariado industrial, y "si no tenemos un proletariado, procuremos crear uno". En otros términos, Lenin esperaba que los capitalistas desarrollasen al máximo sus industrias, para que hubieran masas trabajadoras, suficientemente preparadas por la propaganda socialista; ante una situación favorable, las legiones revolucionarias se pondrían en marcha hacia la lucha final.

Los socialdemócratas rusos reunidos en Londres en 1903 se escindieron en dos grupos: los partidarios de Lenin, que se autoproclamaron "bolcheviques" (los de la mayoría) y los mencheviques (los de la minoría) de Mártov. Mientras ambas alas de ese movimiento marxista movilizaban sus huestes y preparaban sus planes de ataque, la inquietud se apoderaba de los gobernantes. Pleve, el ministro del Interior, decidió reprimir ferozmente a los opositores, método que no tendría otro resultado que su propio asesinato en 1904. Como varios cuadros socialdemócratas eran judíos, se desencadenó una feroz campaña antisemita. Entretanto, el expansionismo ruso chocó con el expansionismo japonés en el Extremo Oriente.



© carlitosber.blogspot.com.ar, Julio 13 MMXIV
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