EEUU entra en la Primera Guerra Mundial
Woodrow Wilson (1856-1924) |
El presidente estadounidense Woodrow Wilson había intentado, en lo discursivo, mantener a su país fuera de la conflagración interimperial europea. No sólo se mostraba reacio a enviar a sus compatriotas a una guerra cuya base moral no estaba clara, sino que para su administración el mejor negocio era continuar siendo el proveedor de los dos bandos mientras las potencias europeas se destruían unas a otras. Estados Unidos se enriquecía con las exportaciones y los empréstitos, que estaban convirtiendo a Nueva York en el nuevo centro financiero mundial.
Pero tras repetidos esfuerzos por sentar a los representantes de las potencias imperiales en guerra en una mesa de negociaciones, Wilson tuvo que comunicar a su pueblo que no tenía elección, y que la joven nación americana debía entrar en el conflicto en el bando de Reino Unido y Francia.
Dos factores sirvieron de justificativo a Wilson. El primero fue la guerra de Alemania contra sus barcos comerciales. durante dos años, en respuesta al bloqueo aliado de las aguas germanas, los alemanes habían atacado barcos desarmados en aguas británicas. En enero de 1917 declararon que hundirían cualquier barco que estuviera cerca de las islas británicas. a mediados de marzo, los submarinos alemanes habían torpedeado tres navíos norteamericanos no beligerantes así como 1,3 millones de toneladas de barcos aliados.
El segundo motivo fue la intercepción del "Telegrama Zimmermann", un mensaje secreto del ministro de Asuntos Exteriores alemán que ordenaba a su embajador en México que ofreciera ayuda militar económica y militar a ese país en una campaña de recuperación de territorios que en el siglo XIX Estados Unidos se había apoderado a expensas de los mexicanos: Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada y California.
En abril el presidente Wilson declaró que "el mundo debía asegurar la democracia" y le pidió formalmente al Congreso norteamericano que le declarara la guerra a las potencias centrales (Alemania y el Imperio Austro-húngaro).
La estrategia de Wilson para que EEUU entrara en la guerra
Cuando estalló la guerra en agosto de 1914, Estados Unidos era ya una primera potencia económica mundial y un país transformado por la rápida industrialización tras la Guerra Civil y la gran oleada migratoria que, de 1880 a 1921, llevaría a 23,5 millones de inmigrantes —mayoritariamente del sur y el este de Europa— a Estados Unidos. La participación del país en la Primera Guerra total desarrollada en otro continente a partir de abril de 1917 —contra la opinión de la mayoría pacifista o neutralista de la población— obligó al gobierno federal a movilizar la retaguardia e introducir el reclutamiento obligatorio para convertir un pequeño ejército en la fuerza militar decisiva para ganar la guerra.
Para convencer a la opinión pública de que Estados Unidos participaba en una guerra por la defensa de la democracia, el gobierno constituyó el Comité de Información Pública (CPI), cuya tarea principal era abrumar con información sobre la guerra a los medios de comunicación, seleccionando las informaciones que resaltaban la unidad nacional, la imagen del enemigo despreciable y presentaban el conflicto como una cruzada por la paz y la libertad. También el CPI reclutó a 75.000 voluntarios, llamados «hombres de los cuatro minutos», que difundían breves mensajes patrióticos en los cines y teatros. Además, tenía una división de educación, que escogía ensayos, poemas y cuentos de guerra que resaltaban el heroísmo y el sacrificio.
Esta propaganda patriótica unificó por primera vez la idea nacional en Estados Unidos y la orientó en un sentido conservador. Hasta la Primera Guerra Mundial hubo al menos dos interpretaciones de la nación estadounidense: la de la nación emancipadora y democrática, que veía al Estado como el garante potencial de sus derechos y libertades, y la tradición militarista, que había ido creciendo desde la guerra hispano-norteamericana, que enfatizaba sobre todo la lealtad a la nación.
Con la Primera Guerra Mundial, el Estado tomó un papel protagonista en la articulación del discurso nacionalista. Reforzó de este modo una concepción de la nación chovinista, militarista, conservadora y específicamente antiliberal, que fomentó un tipo de patriotismo conservador e intolerante. Este americanismo conservador, que inauguró como simbolismo la lealtad a la bandera, fue utilizado para la represión política de los grupos disidentes y para conseguir la anglo-conformidad de los grupos inmigrantes. El control de los disidentes fue dirigido principalmente contra la izquierda, que unía a su pacifismo las simpatías por la Revolución bolchevique, pero se extendió a todos aquellos que rehuían el reclutamiento, criticaban la intervención norteamericana en la guerra o difundían noticias del frente que podían desmoralizar a la población. Este control se ejerció mediante tres leyes aprobadas por el Congreso en 1917 y 1918 —la Ley de Espionaje, la Ley de Sedición y la Ley de Comercio con el Enemigo— que permitieron acabar legalmente con el sindicalismo radical de Industrial Workers of the World (IWW) —deteniendo a 96 de sus líderes y a su secretario general, Bill Haywood— y debilitar al socialismo democrático del Partido Socialista Americano, cuyos líderes, Eugene Debs y Victor Berger, fueron condenados a veinte años de cárcel. Esta campaña de uniformidad patriótica y «caza del rojo» contó también con la colaboración de 350.000 voluntarios, agrupados en The American Protective League y The National Security League, que canalizaban las denuncias y ayudaban a perseguir a los desertores.
La minoría negra y la intervención norteamericana en la guerra
Muchos ciudadanos negros eran más entusiastas con respecto a la guerra. Esperaban que, en recompensa al apoyo de la minoría negra al esfuerzo bélico, se relajaran las barreras raciales. Aunque había algunos líderes radicales que no confiaban en los cambios y consideraban que los negros no deberían intervenir en conflictos de blancos, la mayoría estaba de acuerdo con el poeta y líder negro James Weldon Johnson en que «los negros no se podían permitir ser tratados como elementos desleales de la nación». De esta forma, la National Association for The Advancement of Colored People (NAACP) y su órgano de expresión The Crisis, que desde 1908 venía luchando contra el linchamiento y los derechos políticos plenos de los afroamericanos, pidieron que mientras durara la guerra «debemos olvidar nuestras quejas especiales y cerrar filas hombro con hombro con nuestros compatriotas blancos».
La opinión de la mayoría de la minoría negra de apoyar el esfuerzo bélico para rentabilizarlo coincidió con la necesidad que el presidente Wilson tenía de movilizar a este sector de la población para el esfuerzo bélico. Wilson nombró a algunos ciudadanos negros de carácter conservador para puestos públicos, neutralizó a los radicales y el CPI contó con la colaboración de cien afroamericanos para estimular el patriotismo entre la minoría negra, aduciendo que, si ganaban los alemanes, los negros volverían a ser esclavos, perdiendo todo lo que habían ganado desde el Decreto de Emancipación.
Por persuasión, patriotismo u oportunidad, millones de ciudadanos negros apoyaron el esfuerzo bélico de distinta forma. Pastores negros y universidades negras animaron a enrolarse en el servicio militar y 400.000 afroamericanos sirvieron en el ejército, 200.000 fueron enviados a Francia y 42.000 entraron en combate. La minoría negra compró cientos de miles de dólares en bonos de la libertad, organizaron desfiles patrióticos y trabajadores negros fueron empleados en industrias de guerra.
Sin embargo, ni este esfuerzo patriótico ni las expectativas de igualdad racial fueron compensadas durante el conflicto o tras la victoria. Tanto en los campamentos de instrucción como en el campo de batalla, la discriminación y la segregación acompañaron a los afroamericanos. El incidente más grave se produjo en Houston en agosto de 1917, cuando en respuesta a la paliza propinada a una mujer negra por un policía blanco, cientos de soldados negros del 24 regimiento de caballería asaltaron el cuartel de policía de Houston y mataron a 15 blancos o "hispánicos. Tras los hechos, 64 soldados fueron juzgados y 29 fueron condenados a muerte, de los cuales 19 fueron ahorcados.
Sin embargo, ni este esfuerzo patriótico ni las expectativas de igualdad racial fueron compensadas durante el conflicto o tras la victoria. Tanto en los campamentos de instrucción como en el campo de batalla, la discriminación y la segregación acompañaron a los afroamericanos. El incidente más grave se produjo en Houston en agosto de 1917, cuando en respuesta a la paliza propinada a una mujer negra por un policía blanco, cientos de soldados negros del 24 regimiento de caballería asaltaron el cuartel de policía de Houston y mataron a 15 blancos o "hispánicos. Tras los hechos, 64 soldados fueron juzgados y 29 fueron condenados a muerte, de los cuales 19 fueron ahorcados.
La aviación y los marines los excluyeron de sus armas, la marina les confinó a los puestos de servicio, como sucedió al 90 por 100 de la tropa negra enrolada en el ejército. El 10 por 100 restante que sirvió en el frente fue instruido en campamentos segregados y tuvieron un entrenamiento menos intensivo. En el frente recibieron el peor equipamiento, entrando así en combate como soldados de segunda, en batallones y compañías segregadas, que obtuvieron escasos éxitos militares, oscureciendo el enorme esfuerzo que realizaron los soldados negros.
La discriminación se extendió también al cuerpo de oficiales. Sólo había un oficial de alto rango, al que se le retiró como inválido en cuanto se descubrió que tenía la tensión alta. Tras las protestas de la NAACP, el Departamento de Guerra estuvo de acuerdo en organizar un campo de instrucción especial para oficiales negros en Fort Des Moines, Iowa, donde se formaron 1.100 oficiales, lo que suponía el 1 por 100 de oficiales en un ejército con un 12 por 100 de soldados negros. Aun así, era difícil que los blancos les obedecieran y que recibieran las formalidades de la cortesía militar.
Documental 1:
Documental de The History Chanel donde desentrañan los más grandes secretos de la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.
Documental 2:
Cuarto episodio de la serie documental británica "La Primera Guerra Mundial en Colores":
© carlitosber.blogspot.com.ar, Julio 2 MMXIV
Permitidos su copia, plagio o reproducción sin citar la fuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario