Jugando al policía malo y al policía bueno en medio de la crisis
El Gobierno Nac&Pop estaba ilusionado con los pronósticos que aseguraban que la calma económica iba a llegar hasta el Mundial. Pero en las últimas dos semanas volvieron los fantasmas: índices que denotan claramente un estancamiento -y, si nos ponemos traje de opositor, de recesión- con bajas del consumo y la producción industrial, que empiezan a repercutir con suspenciones, desvinculaciones y una menor oferta laboral; una inflación que no se detiene, apenas se morigeró un poco por el parate de la economía y que obligó al Gobierno a recurrir al expediente de negar que existe la inflación para acabar con ella -del mismo modo que hizo con los pindices de pobreza e indigencia que ya ni se publican o los de desocupación que dieron cifras insólitas y risibles de los rídiculamente manipuladas-; y, por en estos últimos días, el regreso del dólar ilagel, que obligó al equipo económico a recurrir otra vez a los torniquetes de corto plazo para contener una suba que en 15 días llegó a superar el 15 por ciento.
Estas turbulencias corroboraron que la llamada "pax cambiaria" es más bien una tregua transitoria con riesgos de agrietarse. La leve suba del dólar oficial (a $ 8,08) y la leve baja de las tasas de interés (a 26,8%) pueden haber impulsado a algunos operadores a dar un viraje con la bicicleta financiera y capitalizar ganancias en dólares. Otros aprovecharon para arbitrar con títulos públicos dolarizados. No deja de inquietar que el Banco Central sólo pudo hasta ahora aumentar sus reservas en unos 1.400 millones de dólares (la mitad de las que perdió en enero) en plena temporada alta de liquidación de exportaciones de soja. Y seguramente influyeron los rumores sobre "supuestas diferencias" entre el ministro de Economía, Axel el Militante Juvenil Canchero de Ojos Claros, y el titular del Ban Central, Juan Carlos el Sr. Casi Desconocido con nombre de Cadena de Electrodomésticos.
Sin embargo, tras los primeros seis meses de gestión del nuevo equipo económico, tampoco hay dudas de que esas diferencias de criterio no son tan supuestas, al igual que los roles de cada uno. Como en las viejas películas, Axel actúa como el "policía bueno" que da buenas noticias, y el Sr. Casi Desconocido, como el "policía malo" que tiene que poner restricciones; aunque este último, con su propia experiencia y de la línea técnica del Banco Central, se haya encargado de ponerles límites a los riesgos que asume el ministro.
De hecho, la brusca devaluación de enero podría haber desembocado en un desastre macroeconómico si el Sr. Casi Desconocido no se hubiera ocupado luego de casi duplicar las tasas de interés y de absorber el exceso de pesos que empujaban a los precios y el dólar paralelo. O si no hubiera obligado a los bancos a desprenderse de activos dolarizados para aumentar la oferta de divisas hasta el arribo de los agrodólares. A la inversa, el ministro lamenta que esa política monetaria restrictiva envió al freezer la actividad económica y ya comienza a afectar al empleo, por lo cual presiona para bajar las tasas y empujar el crédito dirigido y subsidiado para inversiones y consumo.
Pero el problema es que la inflación y unas paritarias que el Gobierno no pudo controlar, aparte de la necesidad de dar “buenas noticias” incrementando los planes sociales por encima de la inflación oficial y obras públicas atrasadísimas -por ejemplo los destruidos ferrocarriles que son una bomba de tiempo- aumentaron el gasto público, que viene con una tasa del 40% anual y, como el Banco Central debe financiar casi en soledad el creciente desequilibrio fiscal, la emisión de pesos tenderá a subir en la segunda mitad del año, justo todo lo contrario que viene haciendo desde enero, cuando Sr. Casi Desconocido encendió la aspiradora. Así será difícil reducir la inflación, que se ubica en torno a 35% interanual, deteriora el salario real y el consumo, aumenta la pobreza, y en cuatro meses ya devoró la mitad del repunte del tipo de cambio real.
El Militante Juvenil se dedica a tomar fotos mientras Sr. Casi Desconocido busca proyectar la película hasta fin de año. El Banco Central coincide con la mayoría de los economistas -más o menos ortodoxos- en que no se puede sostener mucho tiempo una política monetaria restrictiva con una política fiscal expansiva. En los próximos dos meses vencen letras (Lebac) por 80.000 millones de pesos y el Central debería colocar más títulos para mantener un sendero de contracción monetaria, ya que, además de emitir más pesos para cubrir el bache fiscal, debe comprar los dólares de la cosecha gruesa. Para lo que resta del año, los vencimientos alcanzan a 127.500 millones y renovarlos -añade- requeriría de mayores tasas y probablemente menores plazos, ya que el promedio bajó a 128 días. En este sentido las Lebacs se asemejan al fenómeno de las cuasimonedas de la salida de la convertibilidad: alguien deberá pagar ese déficit fiscal algún día. Claramente, el Ladriprogresismo apunta en este sentido aguantar como sea hasta el final del mandato de La Jefa para entregarle el bastón de mando, la banda presidencial y el sillón de Rivadavia, y la papa caliente a otro presidente de otro partido -en lo posible su nuevo “amigo”, Mauri el Niño Cincuentón que sueña con ser presidente, alcalde del Artificio de Ciudad Autónoma y Líder de la Oposición Amarilla que se opone un poquito, pero nada más.
El Militante Juvenil diagnosticó, en cambio, que el Gobierno logró estabilizar el mercado cambiario y desacelerar la suba de precios con el dólar oficial anclado en $ 8, por lo cual su prioridad ahora es abrir una etapa de "sintonía fina" para reactivar la economía. También en el Palacio de Hacienda descartan un ajuste fiscal, por lo menos por el lado del gasto, bajo el incomprobable argumento de que la inflación no responde a un fenómeno monetario ni fiscal, sino a la concentración de la oferta en sectores clave. En otras palabras, tratará de contenerla con más controles y más planes de Precios (que aumentan igual, pero) Cuidados (para que no se vayan al carajo), por más que la dudosa suba de 1,8% del IPCNu en abril, que el ministro considera un éxito, equivalga a una inflación anualizada de 24 por ciento.
El escaso margen de maniobra del Gobierno a falta de un plan económico integral: si relajara la política monetaria, podría moderar un poco la caída de actividad, pero aumentaría las presiones inflacionarias y la demanda de divisas para importar, con riesgo de que vuelvan las turbulencias cambiarias. Y si mantuviera una política monetaria muy contractiva, podría reducir la demanda de dólares para importaciones y las tensiones inflacionarias, pero profundizaría la recesión. Hasta ahora, lo único que está claro es que La Jefa afrontó el costo político de un ajuste ortodoxo recesivo parcial, con la única prioridad de evitar una crisis por escasez de reservas que diluiría su poder político y su gravitación en la interna del PJ antes del final de su mandato. Esto también explica por qué evita una moderación fiscal y gasta más de lo que recauda.
Con esta perspectiva, es muy probable que la política económica mantenga el actual cóctel de ortodoxia y heterodoxia, populismo y pragmatismo, de acuerdo con las necesidades de cada momento. Nadie está convencido de que la devaluación de enero haya sido la última (la mayoría de las consultoras prevé que el dólar oficial se ubicaría entre $ 9,10 y 9,80 en diciembre) y, en todo caso, la duda es si habrá "miniajustes" discontinuos o altibajos esporádicos. Tampoco nadie está seguro si las tasas de interés de la deuda del Banco Central bajarán más o volverán a subir, aunque se busque abaratar el crédito al consumo de bienes durables más afectados por la recesión (caso motos) a cambio de rebajas puntuales de precios. La incógnita también se extiende a las tarifas de electricidad, ya que la suba de precios para la generación eléctrica se trasladará tarde o temprano a las tarifas o abultará la cuenta de subsidios.
© carlitosber.blogspot.com.ar, Mayo 24 MMXIV
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