(Segunda Parte: esplendor y caída del Imperio Aqueménida)
Darío I, rey de los persas entre 522 y 486 aC (inscripción en vaso griego del siglo V aC, hallado en Nápoles). |
La gran ambición del emperador persa, Dario I, era la conquista de Grecia. Es así como se inician las llamadas Guerras Medicas, que enfrentarían a persas y griegos. La Primera Guerra Medica tendría como resultado la derrota de los persas en el año 490 aC en la batalla de Maratón, las ciudades griegas lideradas por Atenas obtuvieron la victoria sobre las fuerzas del imperio persa, esto marco el fin de las ambiciones de Dario I en la Grecia continental, aunque amplió el territorio de su Imperio en las islas del mar Egeo y el mar Mediterráneo alcanzando su máxima extensión hacia el 500 aC. Después de la muerte de Dario I, su hijo Jerjes tentó someter a los griegos. Esta campaña militar iniciaría la Segunda Guerra Medica que también terminaría en victoria para los griegos encabezados por las ciudades helenas de Atenas y Esparta. A partir de allí, los emperadores persas tuvieron enormes dificultades par mantener el control sobre sus dominios, hubo una multiplicación de revueltas, golpes de estado e intrigas políticas en el Imperio. Estos factores contribuyeron para la declinación del Imperio, que sería conquistado en el año 330 aC, por el ejército de Alejandro Magno.
El período de Darío I (522-486 aC)
Relieve de las rocas de Behistún, actual Kurdistán. |
Como hábil usurpador que era, Darío I intentó legitimar su llegada al poder. Un ejemplo de ello es el relieve de las rocas de Behistún y su inscripción trilingüe (persa antiguo, elamita y acadio en el dialecto neobabilonio). Para el texto en persa antiguo tuvieron que inventarse 38 caracteres cuneiformes por encargo de Darío. Este informe sobre las actividades y cuentas del gran rey se grabó en la parte superior de las rocas, protegiéndolo así del paso de quienes transitaban esa antigua ruta comercial y militar hacia las tierras bajas mesopotámicas. El relieve muestra a Darío con un pie encima de Gaumata, su principal enemigo. Ante Darío son conducidos nueve reyes rebeldes hechos prisioneros tras su derrota; cada uno lleva una inscripción que le identifica. Esta representación de los prisioneros de guerra parece inspirada en los relieves murales asirios de los siglos IX-VII aC, pero difiere de ellos por el carácter sumario de la representación y por las inscripciones de los nombres añadidas a cada uno de los derrotados.
Monumentos del período de Darío I en Susa
Después de que en el año 646 aC Asurbanipal conquistara y destruyera Susa -la antigua capital del imperio elamita-, persas y elamitas se encargaron de reconstruirla y convertirla en centro administrativo a finales del siglo VII. Darío mandó construir un complejo palaciego en el noroeste de la ciudad. Los materiales de construcción llegaron desde todos los rincones del imperio aqueménida, tal como narra explícitamente la inscripción. Esto no sólo pone de manifiesto el carácter multicultural del imperio, sino también el hecho de que el arte aqueménida aspiraba a una mezcla de elementos estilísticos exigidos por el gran rey.
Palacio de dario en Susa: 1. Esquema de la planta; 2. Capitel (hoy en el Museo del Lurve de París); 3. Relieve de una esfinge alada de teja vidriada. |
En 1972, en el pórtico monumental del palacio de Darío en Susa apareció una estatua del rey de tamaño gigantesco que actualmente se encuentra en el Museo Nacional de Teherán, si bien su instalación original fue en Heliópolis (Egipto). La estatua, cuya cabeza y varias partes del torso han desaparecido, se apoya sobre un pilar que hace las veces de soporte. El zócalo está grabado con representaciones típicamente egipcias: en las caras frontal y trasera pueden observarse figuras de los dioses del Nilo, mientras que en las laterales se reproducen doce representantes de pueblos del imperio persa arrodillados según el modo egipcio.
Estatua de Dario I en Susa |
Arquitectura y relieves en Persépolis
Por encargo de Darío, durante el primer año de su mandato se empezó con la construcción del terraplén para la terraza donde se construirían más adelante los distintos edificios de Persépolis.
En la primera fase (520 a 490 aC) se construyó la gran Sala de audiencias, la Apadana —cuyas obras se terminaron bajo el mandato de Jerjes I— y la llamada Casa del tesoro, en la que también se alojaron talleres de artesanos. Los magníficos relieves con los que Darío y sus sucesores mandaron decorar las escalinatas no determinan la función precisa para la que esta ciudad fue concebida. Podría tratarse de otra residencia veraniega del rey al igual que Ecbatana (Hamadán) y Susa, o bien fuera levantada para acoger los festejos de la llegada del año nuevo o bien por ambos motivos a la vez. Hasta los fragmentos más pequeños son magníficos testigos del arte magistral de los maestros canteros. En los relieves se representan las legaciones de todas las tierras del gran imperio que portan obsequios para ofrecer al rey, los delegados venidos de todos los confines del imperio, así como la guardia del rey, un cuerpo de 10.000 soldados conocidos como «los inmortales», pues cada vez que sufría una baja era inmediatamente reemplazada por otro guardia, de modo que la cifra nunca variaba. En la primera excavación pudieron detectarse restos de color, lo que confirma el hecho de que originalmente los relieves estaban pintados.
El gran relieve que se encontró en la Casa del tesoro, del que conocemos dos versiones, muestra a Darío en el trono con su vara de gobernante y flores de loto; a su espalda se encuentra Jerjes, el príncipe heredero, un funcionario de la corte y un armero, y frente al rey aparecen dos pies de sahumador y un dignatario que se atreve a dirigirse al gran rey, ligeramente inclinado y con una mano delante de la boca.
El panteón de Darío I y sus sucesores
A diferencia de Ciro y su hijo Cambises, Darío mandó excavar su cámara sepulcral en la roca, en Naqs-i Rustam, 6 kilómetros al norte de Persépolis. La entrada está flanqueada por columnas, en un posible intento de reproducir la fachada del palacio de Persépolis. La entrada a la cámara sepulcral está coronada con un relieve doble. La escena principal del friso superior muestra al Gran rey de pie sobre un pedestal de tres niveles, ante el fuego sagrado; sobre la escena planean un gran sol alado y la luna. El friso inferior representa el auténtico pedestal, formado por una tarima inmensa apoyada sobre dos filas de un total de 30 figuras, que representan a los distintos países del imperio y se encargan de proteger y custodiar el poder del rey.
Complejo funerario de Dario I sus sucesores: Tumbas rupestres en Naqs-i Rustam y la Ka'aba-i Zardusht, Persépolis. |
Cada una de estas figuras está caracterizada por su vestido y armamento, así como el tipo de peinado o barba y el modo de cubrirse la cabeza. Debajo de la escena principal se dejó una pared rectangular y lisa, prácticamente del mismo tamaño que el relieve que se encuentra sobre la entrada de la cámara sepulcral, con lo que se pretendía dificultar el acceso a la tumba y evitar así posibles saqueos. A ello se debe la característica forma en cruz de estos sepulcros excavados en la roca (con una altura aproximadamente de 23 m. y una anchura de un máximo de 18,60 m.), una forma que siguieron utilizando los sucesores de Darío I para sus sepulcros.
El período de Jerjes I (486-465 aC) y sus sucesores hasta Darío III (336-330 aC)
Durante el período de gobierno de Jerjes I terminaron de construirse en Persépolis la sala de audiencias (la Apadana) y el palacio residencial, además de ampliarse la Casa del tesoro. Las inscripciones del rey encontradas en las distintas construcciones testifican que durante su reinado se levantaron nuevos edificios en Persépolis.
Artajerjes I (465-423 aC) prosiguió también con la actividad constructora en Persépolis. Bajo su mandato se añadieron el palacio central y la escalera norte. Mandó retirar los dos relieves de Darío en el trono situados en el centro de las dos escalinatas de la sala de audiencias, la Apadana, y los reemplazó por discos con inscripciones. Durante la última fase de construcción de Persépolis (entre los años 450 y 330 aC aproximadamente), se levantó el ala de las cocinas de palacio al este del Salón de las cien columnas. La escalinata oeste del palacio de Darío tiene sus orígenes en el período de Artajerjes III (359-338 aC).
A Persépolis, la obra maestra de la arquitectura y los relieves aqueménidas, le llegó su hora en el año 330 aC, cuando el ejército griego, bajo las órdenes de Alejandro III de Macedonia, saqueó e incendió la ciudad. De Persépolis y de otras ciudades aqueménidas, como Ecbatana (Hamadán), se conoce un gran número de lujosas vajillas, en las que se han hallado algunas inscripciones que permiten determinar su fecha con certeza. En Ecbatana (Hamadán), la residencia de verano de los reyes aqueménidas, apareció un sencillo cuenco de oro con la inscripción de Jerjes I, la denominación de su nombre y título en persa antiguo, en elamita y en el dialecto neobabilonio. Se desconoce si este cuenco fue un obsequio con el que el rey quiso agradecer los méritos de uno de sus funcionarios o si formaba parte del servicio de mesa del propio Jerjes. También allí se halló un ritón de oro sin inscripción alguna y decorado más lujosamente que el cuenco de oro mencionado. La autenticidad de otras vasijas de oro resulta discutible, ya que para asignarles una fecha sólo podemos basarnos en las comparaciones iconográficas. En Persépolis, por ejemplo, se encontró un cuenco de piedra con leones que originariamente perteneció al inventario del palacio de Asurbanipal en Nínive, según lo que indica la inscripción. Entre los objetos que sobrevivieron a la destrucción de Persépolis, además de los archivos en tablillas de arcilla, se encuentra también una pesa con una inscripción trilingüe de Darío I y gran número de sellos planos y sellos cilíndricos.
Uno de los rasgos más esenciales del arte aqueménida es su espíritu abierto y su gran permeabilidad a las influencias externas. Todos los adelantos y logros conseguidos por aquellos pueblos antes enemigos y ahora integrados dentro del gran imperio, lejos de ser rechazados, fueron aprovechados y absorbidos por el propio arte aqueménida. Por lo tanto, no sorprende encontrar en los monumentos aqueménidas elementos que si bien por un lado denotan claramente su origen asirio, egipcio y griego, por el otro se han visto transformados según la ideología del imperio aqueménida.
© carlitosber.blogspot.com.ar, Octubre 2014 MMXIV
Permitidos su copia, plagio o reproducción sin citar la fuente
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FUENTES:
http://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_aquem%C3%A9nida
http://www.almendron.com/artehistoria/arte/culturas/siete-mil-anos-de-arte-persa/
http://es.wikipedia.org/wiki/Dar%C3%ADo_I#Susa
http://es.wikipedia.org/wiki/Jerjes_I
http://es.wikipedia.org/wiki/Pers%C3%A9polis
http://www.historiacultural.com/2010/08/imperio-de-la-cultura-persa.html
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