domingo, 20 de octubre de 2013

Semana 42

Ya no pueden tirar la pelota afuera

Produce muchísima bronca, rabia e impotencia repetirse en poco más de un año y medio el mismo cuadro de espanto, horror y tragedia; y las mismas reacciones oficiales marcadas por la hipocresía, el cinismo y la falta de escrúpulos. Se llenan la garganta y el pecho de una profunda amargura y desazón al contemplar la veloz y fría especulación política de los que se apresuraron a hablar de oscuros sabotajes con maquinistas kamikaze manejados por un sindicalista medio zurdo y un cineasta devenido en político opositor. El corazón se hiela con una fría incredulidad cuando se ve a los políticos de la "oposición" salir de abajo de las baldosas donde se esconden a chicanear y hablar como columnistas televisivos y no como opción de cambio viable. Y mientras tanto la gente común se muere, queda lisiada, carga con secuelas psicológicas para toda la vida, y simplemente se acostumbra a viajar peor que el ganado -porque a las vacas no las amontonan porque sino la carne es de pésima calidad si se estresan-. 


Una vez más, la Argentina se despertó con fierros viejos y retorcidos en un andén. Eso sí, ahora están pintados. Aún no se sabe qué pasó. Si fue el maquinista o si fue una falla mecánica. En ambos casos no se licúa la responsabilidad estatal. Hace décadas que está disponible en el mundo la tecnología para detener remotamente una formación ante una falla humana, pero aún no se la instaló. Es más, entre 2006 y 2007, el "poliedemandado" ex secretario Jaimito el Travieso licitó la obra. Pero la inflación que este Gobierno niega mes a mes licuó el precio de la adjudicación y la ecuación financiera se rompió. El actual ministro del área, el inefable "Cara de Piedra" Chantazzo -qué todavía no renunció, ni le dieron un voleo en el culo de una vez por todas- rescindió aquella licitación en julio de 2012. 

Y es que la verdad cuesta no escribir en estado de emoción violenta cuando en poco más de un año y medio tres accidentes dejaron 54 muertos y más de 1.000 heridos en a misma línea que ya no se pueden atribuir a la mala suerte o a una cadena de casualidades negativas. Ni mucho menos, como ahora intentan a un estrambótico complot orquestado por la Cadena Ilegal Nacional del Desánimo, algunos políticos de la "opo" y los sindicalistas del ese ramal -que luchan contra la burocracia asesina que mató a Mariano Ferreira y subcontrata a los tercerizados-, que cual célula terrorista ha formado un escuadrón de auténticos motorman-suicidas. 

No sólo es una ofensa a la inteligencia esta teoría maniquea del complot sin pies ni cabeza, sino que si hacemos el ejercicio de masticar vidrio: Chantazzo cuanto menos es un inútil inoperante que no puede descubrir ni aportar pruebas ante la Justicia para detener este diabólico sabotaje. Ergo, eso bastaría -si supiera el significado de la palabra honor- para que haya presentado su dimisión ayer mismo. 

El hecho es que, digan lo que digan los ladricorporativistas, estos choques demuestran claramente que el Gobierno Nac&Pop sigue tomando los servicios de trenes y la infraestructura ferroviaria sin la debida responsabilidad y conciencia que requiere la crítica situación del sector. Hace 10 años que la política ferroviaria está manejada por el ellos, nueve de ellos el responsable mayor de lo que sucedía en los rieles argentinos fue el inoxidable "cajero" de la Corona y la obra pública, don Julio. Bajo cuya ala engordaron en una auténtica orgía de subsidios sin control toda una caterva de funcionarios, empresarios, contratistas y sindicalistas.

Se tuvieron que morir 51 personas para que La Jefa reaccionara. Asumió Chantazzo no sin antes despedir a su predecesor, el Payaso Juampi -el pelotudo que dijo si la tragedia del 22 de febrero del año pasado ocurría un día feriado, habría muerto menos gente- en medio de aplausos. Nadie en el Ladricorporativismo pronunció una sola voz que suene a autocrítica. Al contrario, prometieron una "revolución ferroviaria". Fue una década nefasta para los trenes, al punto que el Gobierno Nac&Pop -que terminó haciéndose cargo de casi todos los ramales ante el vaciamiento de sus amigotes empresarios- tiene vergüenza de cobrar las monedas que vale el pasaje subsidiado.

Pintaron los trenes y las estaciones; pusieron pantallas que indican los horarios y tiempos de espera de los servicios; militarizaron los ferrocarriles con la Gendarmería del proyecto X para "garantizar" mayor seguridad; hasta dispusieron algunas formaciones "cero kilómetro" importadas del China -que habían sido compradas hace 2 años y medio originalmente para la Línea San Martín, la primera que fue "estatizada", pero, como no se remodelaron los andenes, tuvieron que repartirlas entre el Mitre y el Sarmiento-, y prometieron otras compras de material chino -dejando las fábricas argentinas para el mantenimiento y el "lavado de cara" de las piezas de museo que circulan por las vías-. 

Más allá de su intento por despegarse de la situación y endilgarle las culpas al trabajador ferroviario, a los gremios y a los anteriores gobiernos, la gestión de Chantazzo -que empezó en el noveno año de éste mismo ciclo de gobierno, y no inmediatamente luego de un cambio como a veces pareciera estar hablando- está muy lejos de garantizarle a los usuarios un servicio seguro y confiable. Algo tan simple y natural para los miles de pasajeros que toman diariamente los trenes que además de un servicio de mala calidad, los obliga a además a vivir con la angustia de no saber qué les depara cada viaje, que, en el menor de los casos, significa tener problemas con el cumplimiento de cualquier compromiso de horarios.

Pero a pesar de esta realidad, el Ladricorporativismo esté jugando a la estrategia del sabotaje. No es una novedad, en septiembre de 2008, después de que se produjeran incidentes en Castelar por la cancelación constante de servicios, el lengua fácil de Caníbal Fernández -entonces ministro de Interior y Seguridad- acusó al ex cineasta devenido en político eternamente opositor de promocionar el documental “La próxima estación” junto con militantes del MST y el Partido Obrero. Casi tres años antes, en noviembre de 2005, habían ocurrido los hechos de Haedo, cuando por motivos similares, fueron prendidos fuegos dos trenes -uno quedó totalmente inutilizado- y fue destruida la estación ferroviaria de esa localidad. Al año siguiente, ocurrieron incidentes parecidos en la terminal del Roca en Constitución, lo que sumado a una serie de desavenencias políticas con el Gobierno de Él derivaron en la cancelación del contrato con Tasselli, y la conformación de una UGOFE con la Unión Ferroviaria y los otro cuatro empresarios que dirigían los demás ramales que seguían privatizados por entonces. Caníbal, antes que discutir a Cirigliano, volvió a hablar se sabotaje cuando volvieron a ocurrir incidentes en el Sarmiento en mayo de 2011, cuando fueron incendiados trenes en Haedo, Ramos Mejía, Ciudadela y Liniers, dijo que esta vez el ex cineasta preparaba su campaña para jefe de gobierno del artificio de ciudad “autónoma”. Obviamente el Gobierno Nac&Pop, no pasa de la acusación al aire, nunca demandó a los saboteadores ante la Justicia. Pero la gilada compra y escribe en las redes sociales denuncias casi rupestres de oscuros sabotajes. Claro que nadie iguala al ex líder piKetero, el gordito neo-nazi, otro ex ‘cabezonista’ reciclado igual que Caníbal F y Chantazzo  -que todavía no renunció- que habla de maquinistas kamikaze y de oscuros complots. 

Realmente da asco ver en los foros de la degradación y el debate de alcantarilla en que se convirtieron los comentarios al pie de cada noticia en los portales en Internet de los diarios cómo los admiradores ladricorporativistas hacen el linchamiento público del trabajador ferroviario, con mínimas pruebas circunstanciales, al tiempo que se lamentan de que el nuevo accidente les de "lata" a los "contras" -más a días de una elección- y ni que ni les caliente, ni por un instante, la gente que sufrió el accidente. Eso sí, ninguno de estos monos con acceso a Internet ni el inefable Chantazzo dijeron nada cuando hace un par de meses un maquinista se murió por culpa de una rama que se incrustó en una locomotora -situación que varias veces había sido advertida por los trabajadores ferroviarios-: ahí no hablaron de complots, no tuitearon nada, no comentaron las noticias en los portales de los diarios. Es más, llegan al paroxismo del mal gusto celebrando -sí, digo bien- festejando cuando hay accidentes ferroviarios en otros países -más si son del "primer mundo"-.

Para ellos “hinchar” con el tema de los trenes, es “mirar sólo lo malo” como hacen la oposición "de derecha" y la Cadena Ilegal Nacional del Desánimo; como si preocuparse por la crisis del transporte público sea una preocupación artificial inyectada por los medios opositores cual lavado de cerebro. En fin, los trenes “están hechos mierda por culpa del Turco”, se justifica. No podemos negar que el Riojano Más Famoso fue, durante los 90, el “gran desguazador y rematador” de la ruina de un sistema ferroviario que empezó su prolongada agonía a fines de los años 50 -al igual que casi todas las empresas estatales que manejaban otros servicios públicos y recursos estratégicos-. Como es igualmente innegable La Jefa y Él, y casi todos los funcionarios y legisladores, no sólo eran “riojanistas” por entonces, sino que apoyaron y aplaudieron -y hasta se enriquecieron personalmente- con “la venta de las joyas de la abuela”. Como es todavía más innegable que de los casi 22 años que llevan los ferrocarriles privatizados, casi la mitad gobernaron el país los ladricorporativistas —y 20, el partido político al que pertenecen—. Ergo: no pueden hablar ni comportarse como si La Jefa hubiera asumido el 10 de diciembre de 2011 de manos del propio “Turco” en persona. 

Mucho menos pueden hacerlo cuando durante esta Década Nac&Pop fueron los propios ladricorporativistas los que llevaron hasta el paroxismo de la ineficiencia y la corrupción el sistema privatista-subsidiario que caracterizó a los ferrocarriles -y demás servicios públicos concesionados-, desde su misma privatización en los 90. Sistema que -como nos hemos cansado de decir repetidas veces en este medio- además de conformar una auténtica “caja negra” donde se colusionan los intereses de los privados con la “plata sucia” que maneja la política partidaria y engrosa inexplicables las declaraciones juradas de los funcionarios públicos; constituye, cuando se mantiene indefinidamente en el tiempo, un subsidio a los empleadores en un escenario de inflación, que les permite conformar con aumentos de sueldos que apenas superan un costo de vida que tiene grandes desbalances y precios diferenciados que están complicando la economía -y cualquier intento de poda de estos subsidios, para controlar el déficit fiscal, porque la situación podría desatar una escalada de precios descontrolada-.

Están los zurdos de cotillón que dicen que la corrupción es una preocupación de pequeños burgueses, que impotentes ante el avance social de la "negrada" en un modelo de "desarrollo inclusivo" son movidos por un moralismo fascistoide. Según ellos la corrupción es un "daño colateral" molesto, pero inevitable y, hasta lamentablemente, pero estructural del estadio del desarrollo capitalista vernáculo. Pero que los privados rapiñen, vacíen y coimeen no sería posible si el Estado no se los permitiera. Que los funcionarios hagan lo mismo, es porque los empresarios los coimean y comparten la misma forma de hacer guita. En un país donde se naturaliza la corrupción, los cambios de reglas, la incertidumbre y hasta el desconcierto, el capitalista externo que viene es el pirata acostumbrado a la ganancia rápida y al menor costo posible: comprar y explotar lo existente hasta que se termine, llevarse toda la ganancia posible y pedir monopolios, leyes especiales y colusionar con funcionarios del Estado para garantizarse inmunidad e impunidad cuando las cosas salen mal.

Es una enorme contradicción que un gobierno que dice luchar por los derechos humanos condene a millones de ciudadanos a viajar en condiciones inhumanas y poner en riesgo sus propias vidas en los transportes públicos. Y que además anuncie obras que no se cumplen, o que se cumplen a medias, en forma espasmódica y que no hablen sobre la Masacre del 22 de febrero del año pasado. Lo peor es que la misma actitud comparten los opositores políticos del gobierno. Sino fijémonos la patética actitud del Niño Cincuentón que sueña con ser presidente, alcalde del Artificio de Ciudad Autónoma, días después de la Tragedia de Once reculó en el traspaso de los subtes de la ciudad dando comienzo a la bochornosa “novela del subte”. Cuando la ciudad se hizo cargo finalmente del subte, pero cerró una línea por dos meses para cambiar coches de casi 100 años de antigüedad por coches de estreno produciendo debates de los más patéticos: los Nac&Pop que en la ciudad son opositores salieron a defender el “patrimonio” porteño -los vergonzosos trenes centenarios que hacían un ruido infernal y parecían que en cualquier momento se desarmaban hay que defenderlos, bla, bla, bla-, cuando ellos le pedían el año pasado a el Niño Cincuentón que retitrase de la Aduana los trenes de estreno que La Jefa "le había comprado" -originalmente al Danielito, el eterno Looser-. Más patetismo demostraron los fanáticos Nac&Pop cuando se horrorizaron, llamaron a saltar molinetes y juntaron firmas por el aumento del 127% que ordenó el Alcalde del Artificio de Ciudad Autónoma a principios de 2012, y no dijeron ni hicieron nada cuando en dos tantas (una a fines de octubre y otra a fines de diciembre) elevaron los pasajes de trenes y subtes casi 40% con tarjeta sube y 172% sin ella. Como si fuera poco La Jefa se horrorizó por redes sociales, y luego en un discurso por Cadena Nacional, de un nuevo incremento de la tarifa del subte anunciada para marzo de este año —el hiperactivo Chantazzo hasta prometió hacer "todo lo posible" para impedirlo— porque en el subte viajan los trabajadores y la gente humilde. Claro, en los trenes y los colectivos viaja la oligarquía.

En poco más de un año y medio en que se vieron parches a medias y promesas de obras y mejoras, que en el mejor de los casos apenas si se están haciendo muy lentamente, otra vez la tragedia se apodera de un ferrocarril lleno de trabajadores. De nada sirvió que muchos servicios fueran cancelados por la imposibilidad de garantizar un servicio con condiciones mínimas de seguridad, ni que los pasajeros viajaran más apretados o en colectivos que demoran más tiempo. Ni que la Justicia haya avanzado hasta la instancia del Juicio Oral en la cauda de la Tragedia de Once más por la lucha y la presión constante de los familiares que por la voluntad política de un Gobierno que desde el primer día trató de interponer recursos para ralentizarla o de difundir pistas falsas –como la culpabilización constante del maquinista–. En fin, lo que volvió a pasar no es otra cosa que el fruto amargo de una política de Estado de la corrupción e la ineficiencia. 

La corrupción mata. Y el silencio, es complicidad.



© carlitosber.blogspot.com.ar, Octubre 20 MMXIII
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