Cuando el relato se moja
Cuando el jueves salían por televisión los barrios de Esteban Echeverría y Lomas de Zamora que están en la costa del río Matanza inundados a tres días del fin de las lluvias y con una jornada soleada perdió toda credibilidad la cantinela oficial sobre el carácter "natural" del desastre. El cambio climático modificó la intensidad y frecuencia de las precipitaciones, lo que exige una obra pública que defienda a la población. Como explicaron especialistas en la reciente audiencia convocada a instancias de las Asambleas de Inundados en la Legislatura bonaerense, que el Estado se excuse en la tendencia a precipitaciones mayores, en lugar de disponer las obras necesarias, equivale a hacer construcciones sin preparación sísmica en una zona de terremotos. Las responsabilidades son del Estado y los grupos capitalistas cuyos negocios inmobiliarios defiende.
Este desastre mostró hasta qué punto los Estados nacionales, provinciales y municipales actúan para agravar la anarquía en el uso del suelo y la polarización social. Se ha dicho hasta el cansancio que el traslado de la Jefatura de Gobierno a Barracas (para “poner en valor” al sur) y la peatonalización del centro representan el pacto del Macriputismo con los especuladores inmobiliarios. Lo mismo pasa con todas las intendencias del Gran Buenos Aires -tanto las oficialistas como las opositoras-. La urbanización de villas está fuera de la agenda oficial no sólo de Mauricio, el Niño Concuentón que sueña con ser Presidente, sino de todos los Varones del Conurbano. En la provincia, el brutal ajuste que se viene imponiendo desde 2012 -sumando a "la caja" que se está haciendo para una campaña presidencial feroz en la que el gobernador Daniel, Todo Positivo, Siempre Para Adelante- suspendió la ejecución de todas las obras de infraestructura. Al mismo tiempo, las industrias del conurbano continúan echando sus residuos a los desagües y arroyos, sin el menor control o, mejor dicho, con un control que no controla porque está cimeado.
La tragedia de las inundaciones ha colocado otra lápida sobre el ‘modelo’ oficial, a igual título y gravedad de lo que ocurrió en la estación de Once. Los defensores del gobierno sostienen que la ausencia de inversión pública es la consecuencia de haber “privilegiado al consumo popular”. Se trata de una impostura, si se tiene en cuenta que los salarios de la década ‘ganada’ nunca superaron -ni siquiera en su mejor momento- a los de los malditos años ’90. Lo cierto es que el ahorro nacional fue dilapidado en sostener a los parásitos de las concesiones privadas de servicios públicos; en financiar la fuga de capitales, la cual sacó del país 80.000 millones de dólares en cinco años y, sobre todo, en el pago de la deuda externa, que consumió el presupuesto público y, cuando éste no fue suficiente, las arcas del Banco Central y de la Anses. En las mismas horas en que la población del área metropolitana se debatía entre la indefensión y la muerte, la administración económica ‘nacional y popular’ prometía cargar sobre el país otros 12.000 millones de dólares de deuda externa, en favor de los fondos buitres. En cambio, la elemental canasta de medios de consumo que muchas familias lograron conformar a lo largo de los años -una heladera, un lavarropas, un televisor- fue devoradaen minutos -no por las aguas, sino por una orientación social. De un plumazo, el ‘modelo’devolvió a miles de trabajadores a la bancarrota de 2001 y 2002.
Las inundaciones en Buenos Aires han hecho estallar el pus de todo un régimen de especulación inmobiliaria a costa de los bonaerenses. Es el régimen que el Goberna Todo Positivo Siempre Para Adelante heredó del Cabezón de Lomas de Zamora, y ahora es disputado por Sergio, el Renovador de la Continuidad. El gobierno provincial y los Barones del Conurbano han combinado la falta total de obra pública, vivienda popular y urbanización con el copamiento del suelo y los recursos por las torres y barrios privados. Detrás de la novela de si el Goberna Daniel juega a la pelota, está claro que la población trabajadora afectada está en gran medida librada a su suerte. Por eso, proliferan los piquetes con reclamos por toda la provincia, que han sido incluso reprimidos como en Plátanos o en el barrio Las Catonas de Moreno. Como en abril de 2013 en La Plata, ya está en marcha un operativo de encubrimiento de la magnitud del desastre. Informaciones oficiales hablan de 5 mil evacuados, cuando sólo en La Matanza se llega a esa cifra.
Esta política de obra cero ha sido refrendada por el gobernador en el presupuesto 2015. La obra pública representa un 1,5% de los gastos totales, con un aumento inferior a la inflación de este año. Mientras tanto, los recursos para el ministro Bombita Granados y la Bonaerense han aumentado un 66%. Las obras anunciadas se arrastran de un año al otro, repitiéndose en el presupuesto sin que nadie explique su falta de ejecución.
La cuenca del Río Luján fue declarada en estado de emergencia por una ley provincial a fines del año pasado. Nada de eso evitó la reiteración de las inundaciones, que llegaron a 5 metros de agua. Hace un mes, el intendente de esa localidad dijo que con "las obras realizadas las tremendas inundaciones en el pasado "quedarán en el recuerdo". En contraste, las organizaciones de inundados han denunciado la ineficacia de las obras realizadas por el gobierno provincial. Sumado a esto, está la falta de control sobre los canales clandestinos y la construcción de terraplenes en los emprendimientos inmobiliarios, y de countries o clubes privados sobre humedales, sin ninguna regulación. Ni el gobernador ni el intendente renunciaron tras este fracaso, ni siquiera dieron la cara y pidieron perdón, aunque sea.
En el distrito de La Matanza, las zonas inundables son evacuadas varias veces al año, sin que nadie reponga las pérdidas para miles de vecinos. Las obras de infraestructura e hidráulicas anunciadas en el distrito en campañas electorales sucesivas brillan por su ausencia. Mientras tanto, las obras del primer cordón del distrito desagotan hacia aquí, agravando el impacto de la inundación respecto a años anteriores.
El mismo incumplimiento se evidenció en Lomas de Zamora. Las calles intransitables, las viviendas copadas por el agua, el arroyo del Rey desbordado, los barrios de Fiorito y Budge inundados. Si se hubieran realizado las obras comprometidas en un acta firmada el año pasado entre el Gobierno Nacional, el municipio y las organizaciones que protagonizaron un plan de lucha por las obras hídricas (Sitraic, Polo Obrero, Foro Hídrico), se hubiera evitado este desastre. Como en todos los casos, nadie responde por el destino de fondos que nunca llegaron a las obras comprometidas -y en algunos casos licitadas.
En José C. Paz diversos barrios quedaron totalmente anegados. En los distritos Renovadores de la Continuidad de San Fernando y Tigre, la inundación involucró a barrios que siempre se inundan y a otros que antes no lo hacían. En Las Tunas, los vecinos se autoconvocaron y comenzaron a organizar asambleas exigiendo obras. En Benavídez, se movilizaron a las puertas del barrio privado Nordelta reclamando que abran las compuertas que cierran cada vez que llueve, llevando a que los barrios aledaños queden afectados.
En definitiva, las inundaciones han puesto en la picota a todo un régimen político y social. Las megatorres de lujo y los shoppings han saturado los servicios esenciales; entre ellos, los desagües. También han devorado los espacios verdes, lo que ha convertido al suelo en un verdadero tapón. La carestía del metro cuadrado hizo que crezcan las villas y asentamientos, en terrenos inundables y construcciones precarias. La “obra pública” de es apenas cosmética como las bicisendas y el 'Metrobus' y o apunta a los intereses de las trasnacionales exportadoras: las autopistas para la Ruta del Mercosur y puertos y aeropuertos. Pero no atiende la vivienda popular, la construcción de cloacas y la prevención de inundaciones. Los fondos van a otro lado: al pago de la deuda usuraria, a sostener a los parásitos de las privatizadas. Queda claro que el desastre de estos días no ha tenido nada de “natural”.
© carlitosber.blogspot.com.ar, Noviembre 8 MMXIV
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