martes, 9 de junio de 2015

Las mujeres de la historia argentina

10 mujeres argentinas destacadas
Hoy: Victoria Ocampo

“Mi única ambición es llegar a escribir un día más o menos bien, más o menos mal, pero como una mujer”. Con esta sencilla pero elocuente frase, definió su rol dentro de la literatura argentina, aunque su talento la llevó más allá de sus expectativas. Con un profundo conocimiento cultural y un amor por las letras que trascendió más allá de su desaparición física, Victoria Ocampo logró en su vida llevar adelante todas las empresas que se había propuesto, convirtiéndose no sólo en escritora, sino también en ensayista, traductora y una de las intelectuales más destacadas de nuestro país. Muchos la recuerdan sobre todo por haber sido la fundadora de la mítica revista Sur, medio que en poco tiempo se transformó en uno de los de mayor influencia en el ámbito literario, con colaboraciones realizadas por autores tales como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato y Julio Cortázar, por nombrar sólo algunos.


Victoria Ocampo,
fotografía de 1913
Biografía
Por  Sylvia Saítta y Luis Alberto Romero (publicada en Página 12 el 17/01/2006)

La ensayista y traductora Victoria Ocampo nació en Buenos Aires el 7 de abril de 1890, en el seno de una familia de la elite tradicional argentina. A los seis años, con su familia, realizó el primero de una serie interminable de viajes a Europa. Para liberarse de las rígidas reglas familiares, en 1912 se casó con Luis Bernardo de Estrada, pero al año siguiente conoció a Julián Martínez, con quien sostuvo una intensa relación sentimental. Sin embargo, para no romper con las convenciones sociales, continuó viviendo con su marido ocho años más. En 1924, la editorial Revista de Occidente, dirigida por Ortega y Gasset, publicó su primer ensayo, De Francesca a Beatrice, al que le siguió La laguna de los nenúfares (1926). Nuevamente en Europa y después de haber terminado su relación con Julián Martínez, conoció al Conde de Keyserling y a Drieu La Rochelle. En 1931 fundó la revista Sur y, dos años más tarde, la editorial del mismo nombre, en la cual publicó a autores argentinos y tradujo a importantes escritores extranjeros. En 1935, apareció el primer tomo de sus Testimonios (el décimo y último apareció en 1977). Al año siguiente, fue vicepresidenta del Congreso Internacional de los PEN Clubs

El equipo de redacción de Sur en 1961: Victoria Ocampo, en el centro,
entre Adolfo Bioy Casares, Alicia Jurado y Jorge Luis  Borges.
En los años cincuenta, delatada como opositora al peronismo, fue encarcelada en el Buen Pastor por veintiséis días. En 1956 presidió el Fondo Nacional de las Artes. Además de su constante trabajo como traductora, aparecieron sus libros Habla el algarrobo (1960), Tagore en las barrancas de San Isidro (1961), La bella y sus enamorados (1964), Diálogo con Borges y Diálogo con Mallea en 1969. En noviembre de 1970, en un artículo publicado en el diario La Nación, anunció el cierre de la revista Sur. Días después, la revista Confirmado le realizó esta breve entrevista, titulada “Victoria Ocampo. Fiesta y muerte ajenas”, que se publicó en la sección titulada “Opiniones”. La nota muestra a una impaciente y fastidiada Victoria Ocampo que, casi a su pesar, se somete al interrogatorio periodístico.

Victoria Ocampo en los años '70
Recién en junio del año siguiente, después de diez meses, apareció el número 326/28 de Sur, dedicado a la mujer, en el cual se anunciaba como revista bianual. Sin embargo, se trataba del último número activo realizado en vida de Victoria, pues los demás números se dedicaron a reeditar antologías de trabajos ya publicados. En 1976 fue designada miembro de número de la Academia Argentina de Letras, cargo que por primera vez ocupó una mujer. Murió en San Isidro el 27 de enero de 1979. Durante ese año, comenzaron a publicarse los seis volúmenes de su Autobiografía, que había comenzado a escribir en 1952.


Personalidad y carácter

Juan José Sebreli manifestó: "Victoria Ocampo era una oligarca, pero no todas las oligarcas fueron como ella. En tiempos en que las mujeres tejían, bordaban, iban a misa con los ojos mirando al suelo, Victoria quería ser actriz, escribía obras de teatro, se bañaba en las playas de Mar del Plata, montaba a caballo, bailaba tangos, fumaba, manejaba autos y, por supuesto, se declaraba atea".

A pesar de sus diferencias ideológicas, el político Arturo Jauretche, le reconoció varios méritos y valores y, por sobre todas las cosas, su sentido del humor. La fotógrafa Sara Facio coincidió en ese punto y manifestó que "era muy graciosa y muy suelta para hablar. Físicamente imponente (medía 1,72 cm), alta, grande. Muy libre para vestirse, usaba trajes sueltos, le gustaba ser natural e independiente". En la década de 1960, sus exóticos anteojos (padecía miopía) de cristales verde oscuro con armazón de color marfil, fabricados en la década de 1940 por la óptica neoyorquina Lugene, se convirtieron en un distintivo de su estilo personal.

Escritorio de Victoria Ocampo en su residencia de San Isidro.
Ocampo era conocida por sus ocurrencias y su irascibilidad. Su biógrafa, María Esther Vázquez, relató: "En 1964, Borges veraneaba en lo de los Bioy en Mar del Plata; yo también pasaba allí unos días. La casa es vecina de la de Victoria, quien acababa de volver de Londres entusiasmadísima con los Beatles. Tal era su fervor por el conjunto que se trajo el primer disco, que acababan de grabar, y una peluca idéntica a la cabeza de John Lennon. Nos había invitado a comer a Borges, a Adolfito [Bioy Casares], a Silvina y a mí junto con otras personas, sólo para hacernos escuchar después el disco... el entusiasmo de Victoria la llevó a pedirle a Borges que se probara la peluca; él se negó con pasión. Después de un tira y afloja en que las voces de ambos se elevaron varios decibeles por encima de lo normal, ella, muy enojada, le dijo: 'Usted, che, con lo empacado que es, nunca va a llegar a nada'"

Muchos coinciden en su tendencia a enojarse fácilmente y personalidad autoritaria, sobre todo para con Borges. En una ocasión, durante una estadía en Mar del Plata, el hijo de su mucamo, José Luis, por quien Ocampo tenía gran aprecio, casi arriesgó su vida por salvar a una persona en el mar. Cuando la escritora se dio cuenta de que casi muere, se enfureció, lo increpó y acabó abrazándolo, mientras lo seguía llamando "estúpido".

"Ayudó a mucha gente. Recogió a chicos huérfanos y les dio educación. En la Segunda Guerra Mundial mandó tres toneladas de alimentos y ropa a la Europa ocupada, sobre todo a Francia. Fue una mujer muy sensible y generosa en el ámbito de la cultura", sostiene Vázquez.

Victoria Ocampo y Rabindranath Tagore,
en 1924, en el parque de Miralrío.








Admiradora de Mahatma Gandhi y Lawrence de Arabia, sus preferecias musicales incluían a Frédéric Chopin, Gabriel Fauré y Claude Debussy. Ocampo se quejó en múltiples oportunidades de su incapacidad para la creatividad, "ese don que no quiso darme el cielo; habría deseado escribir novelas. Pero ése no era mi sino". Incluso, surgieron rumores sobre los celos hacia su hermana Silvina por su éxito literario. "La gente decía que Victoria tenía celos de la capacidad literaria y poética de su hermana menor, pero es ella quien publica el primer libro de Silvina en la editorial Sur. Le escribe un prólogo maravilloso pero muy duro... De hecho, en ese prólogo señala la distancia tremenda que hay entre ellas".

Su relación con la Iglesia fue declinando luego de su Primera Comunión y en los comienzos de su adolescencia. En una carta a Delfina Bounge en 1909, le escribió: "Si existe Dios, ¿por qué es tan cruel?" y admitió sentirse "vacía". Luego, manifestó: "No se me había ocurrido pensar que aquel Dios de mi niñez, único testigo y confidente de mis amores y mis miedos, no tenía por qué proporcionarme seres perfectos y maravillosos, puesto que yo no era lo uno ni lo otro". Descreía del "Dios vengador, exigente, mezquino, implacable, limitado que habían tratado de imponerme" y se sintió atraída por el Dios "comprensivo y tolerante" del que hablaban Tagore y Gandhi. Hacía 1929, dijo que necesitaba creer en Dios para agradecerle la existencia de Keyserling y, hacia el final de su vida, solía mantener largas charlas con monseñor Eugenio Guasta.


Obras y reconocimientos

Su primera publicación se tituló "Babel", un comentario del Canto XV del Purgatorio de Dante, aparecido en el diario La Nación en mayo de 1920. Posteriormente publicó "De Francesca a Beatrice" (1924), "La laguna de los nenúfares" (1926), "Domingos en Hyde Park" (1936), "Emily Brontë (Terra incognita)" (1938), "San Isidro" (1941), "338171 T.E." (Lawrence de Arabia) (1942), "El viajero y una de sus sombras: Keyserling en mis memorias" (1951), "Lawrence de Arabia y otros ensayos" (1951), "Virginia Woolf en su diario" (1954), "Habla el algarrobo" (1959), "Tagore en las barrancas de San Isidro" (1961), "Juan Sebastián Bach, el hombre" (1964), "Diálogo con Borges" (1969), "Diálogo con Mallea" (1969). 

Sus obras más importantes fueron la serie de "Testimonios", diez volúmenes en total, publicados entre 1935 y 1977, y su Autobiografía, en seis volúmenes, que fueron editados tras su fallecimiento, entre 1979 y 1984. Como editora ofreció espacios en su revista "Sur" a escritores famosos y otros desconocidos. En 1967 es nombrada doctora honoris causa de la Universidad de Harvard. En 1976 fue designada miembro de la Academia Argentina de Letras, la primera mujer en ocupar ese lugar. Además fue presidenta del Directorio del Teatro Colón en 1933; Fundadora de la Unión Argentina de Mujeres y su presidenta de 1936 a 1938; Vicepresidenta Honoraria Internacional del Pen Club; y Miembro del Directorio del Fondo Nacional de las Artes de 1958 a 1973. 



© carlitosber.blogspot.com.ar, Junio 9 MMXV
Permitidos su copia, plagio o reproducción sin citar la fuente.

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FUENTES:
http://www.portalplanetasedna.com.ar/ocampo.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Victoria_Ocampo
http://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/6319/Victoria%20Ocampo
http://www.pagina12.com.ar/diario/especiales/18-61801-2006-01-17.html

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