domingo, 5 de octubre de 2014

Crisis de entre Guerras (18° Parte)


EL AUGE DE LOS FASCISMOS
Cuarta Parte: La reacción derechista en Europa



El Frente Popular francés

Charles Maurras (1868-952)
líder histórico de la derecha francesa
La crisis económica mundial ocasionó un gran descontento en Francia. De un lado, determinados movimientos de tendencia fascista se manifestaron en las calles de manera espectacular y pintoresca: la monárquica Acción Francesa de Charles Maurras, la Cruz de Fuego del coronel La Roque, las Juventudes Patrióticas y los cagoullards (encapuchados), a la vez de algunos políticos complicados en resonantes escándalos de corrupción.

El más famoso de éstos fue el "caso Staviski", un aventurero ruso que realizó una emisión fraudulenta de acciones de tanta resonancia, que provocó las caída del gobierno de Chautemps. El sucesor de éste, Daladier, también tuvo que dimitir. 

A Staviski se lo encontró muerto en una quinta de Chamonix; el magistrado Prince, que había intervenido en el asunto, también murió asesinado. Todo ello produjo manifestaciones de los grupos derechistas, a las que sucedieron como réplica otras izquierdistas, que terminaron con muertos y heridos por la represión de la policía. El prefecto de París, Jean Chiappe, fue destituido; convertido en líder político derechista, fue elegido alcalde de París y diputado, Petain lo nombraría durante la guerra como alto comisionado en Siria.

Léon Blum (1872-1950)
Determinadas conversaciones mantenidas entre organizaciones izquierdistas llevaron a la firma un pacto de acción conjunta socialista-comunista (18 de enero de 1935). El Frente Popular francés logró una gran victoria en las elecciones de 1936, formando en junio un gobierno presidido por el dirigente socialista Léon Blum, e integrado por ministros radicales y socialistas; los comunistas no quisieron participar en él, pero lo apoyaban en el Parlamento.

El movimiento obrero reclamaba insistentemente una acción antifascista más enérgica y una mejora del nivel de vida. El gobierno del Frente Popular emprendió una serie de reformas económicas y sociales: logró la aprobación de una ley que limitaba la jornada de trabajo a 40 horas semanales y adoptó una serie de medidas antimonopólicas (contra las famosas "doscientas familias"), medidas que sólo sirvieron para irritar a los grupos económicos concentrados, que presionaron al gobierno a reprimir las huelgas comunistas. 

El temor de los capitalistas a la expansión del fantasma comunista, y la lucha de los obreros por simples aumentos de salario y estabilización de los precios, llevaban a Francia a un callejón sin salida: la claudicación ante Hitler, papel que representaría muy pronto Daladier. 


La conquista de Etiopía por Italia

Tafari Makonnen (1892-1975), más conocido como
Haile Selassie I, último emperador de Etiopía.


El Duce soñaba con realizar espectaculares conquistas militares que integraran un "nuevo imperio". En el concierto europeo, Mussolini se imponía con mayores energía desde finales de la década anterior, en especial cuando se trataba de los Balcanes o del sudeste europeo en general, pero a partir de 1935 su atención se centró en Abisinia, último estado independiente que quedaba en África. Su emperador, Haile Saleassié (rey de reyes y León de Judá), era un soberano que tendía a la modernización su país, todavía sumido en la era feudal.

Los proyectos de Mussolini sobre Abisinia habían empezado a adquirir cuerpo en 1932. El Duce ambicionaba el llamado "honor de las armas" y proporcionar mayor "espacio vital" a los italianos, que empezaban a sentirse "estrechos" en su patria. Deseaba también vengar la tremenda derrota sufrida en Addis-Abeba en 1896 por Italia, con ocasión de su primera tentativa de penetración en Etiopía.

El 3 de octubre de 1935, luego de una serie de provocaciones fronterizas y maniobras diplomáticas, el ejército italiano, previamente concentrado en Eritrea (en la costa de Etiopía), invadía el territorio abisinio. Con tropas motorizadas, provistas de aviación y armas automáticas, los italianos eran muy superiores a las tribus etíopes, de armamento primitivo y sin disciplina. Los "conquistadores" italiano sólo tuvieron como obstáculos el terreno áspero, el clima y las dificultades de comunicación. Como ambos países pertenecían a la Sociedad de Naciones y Haile Selassié alegó ante ella, ese organismo consideró a Italia como "agresor" y del 11 al 19 de octubre de 1935 se dictaron una serie de sanciones: se recomendó un simple boicot: 50 miembros se comprometieron a no venderles a los italianos armas y equipamiento bélico, 49 le negaron nuevos créditos bancarios y 48 suspendieron sus compras de mercancías italianas.

Tropas italianas en Etiopía (1936)
Pero los italianos estaban bien pertrechados. El único problema era la paralización del suministro de petróleo, pero en previsión de las sanciones los trusts petroleros habían aumentado los envíos a Italia apenas comenzadas las hostilidades. Inglaterra, meditó mucho antes de condenar una guerra colonial: "Nos hallamos en la misma situación del ladrón retirado", decía con cinismo en Foreing OfFice. Franklin D. Roosevelt tuvo una actitud muy reservada; Francia, irresoluta, no atacaba a Italia, porque aspiraba el apoyo de Mussolini contra la política agresiva de Hitler, y sus temores aumentaron cuando éste, en marzo de 1936, ordenó la ocupación de la zona desmilitarizada de Renania.

El 5 de mayo de 1936, las tropas italianas entraban en Addis-Abeba y el 9, Mussolini anunció que el rey Víctor Manuel III, era el nuevo emperador de Abisinia, al tiempo que las sanciones contra Italia eran levantadas. Como con la ocupación de Renania, meses antes, las potencias occidentales empezaban a recorrer la peligrosísima senda de la política de los hechos consumados. 

Además, estos conflictos habían unido a Mussolini y Hitler contra las democracias occidentales. Al principio, el Duce despreciaba a su imitador alemán, pero después de los triunfos del germano, debió rendirse ante él. Sus afinidades ideológicas los unían más todavía, y así, en aquel año de 1936 nació el llamado "Eje" Roma-Berlín.


Austria: el asesinato de Dollfus

En Mi Lucha, Hitler había proclamado su intención de anular el Tratado de Versalles, y vengar la derrota de 1918, agrupar a todos los de "raza germana" (por supuesto, a los austríacos) en un gran Reich y ofrecer al pueblo alemán un espacio vital en el este europeo. Ya, durante la república del Weimar, se habían dejado al margen de algunos artículos del tratado que imponían el desarme alemán, y cuando los nazis asumieron el poder, las violaciones fueron más flagrantes. En octubre de 1933, Alemania abandonó bruscamente la conferencia del desarme y de la Sociedad de Naciones, Japón ya lo había hecho.

Engelbert Dollfuß (1892-1934)
Pero el mundo iba a quedar atónito el 25 de junio de 1934. Ese día, nazis austríacos, en complicidad con los alemanes, trataron de apoderarse del gobierno de Viena, ocuparon la radio oficial, proclamaron el régimen nazi y asesinaron al canciller Engelbert Dollfus. Pero el golpe fracasó y Hitler se declaró ajeno a lo sucedido. Por su parte, el Duce concentró sus tropas en la frontera y condenó la conjura. Poco después, era nombrado canciller de Austria Kurt Schushnigg, quien siguió oponiéndose a las pretensiones de anexión. En cambio Arthur Seyß-Inquart, su ministro de interior y sustituto como canciller, requirió la presencia militar alemana que acabó con la independencia austríaca.


El fascismo en  Europa Oriental

La indefinición y arbitrariedad de las fronteras caracteriza a esta amplia región. Los Tratados de Versalles difícilmente hubieran podido aplicar los 14 puntos de Wilson, que pretendían conseguir la paz con el reconocimiento del principio de nacionalidad: un estado para cada nación. La disolución de los imperios multinacionales (Imperio Alemán, Imperio ruso, Imperio austrohúngaro e Imperio Turco) fue sustituida por un conjunto de reinos y repúblicas de difícil definición y coexistencia, en ausencia de fronteras naturales, y con un nivel de desarrollo económico y social más atrasado que en la Europa Central u Occidental.

El nacionalismo exacerbado, el militarismo, los liderazgos carismáticos, la agresividad expansiva o defensiva y las salidas políticas autoritarias o totalitarias, todas ellas características o componentes de lo que se suele definir como fascismo, fueron muy frecuentes en esta zona de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial. Un factor añadido fue la vecindad de la Unión Soviética, que se veía como uno de los dos enemigos principales (el otro era la propia Alemania) entre los que la región estaba "empanada" como en un sándwich. La democracia como régimen político era de implantación reciente, y las sucesivas crisis económicas (la posterior a la guerra y la de 1929) la sometieron a fuertes tensiones, que hizo que en muchos países se optara por salidas autoritarias. Donde se mantuvo, las fuerzas políticas y sociales se polarizaron entre las alternativas extremas: fascismo y comunismo.

Sello con el símbolo de la Guardia de Hierro rumana
En Rumania,  Corneliu Zelea Codreanu fundó el 24 de julio de 1927 la Legión del Arcángel Miguel, una organización fuertemente antisemita y nacionalista, cuyos integrantes vestían camisas verdes. Los adeptos y miembros del movimiento eran llamados «legionarios». En marzo de 1930 Codreanu formó la Guardia de Hierro, una rama paramilitar y política de la Legión; éste nombre llegó a aplicarse para la Legión entera. Sus miembros llevaban uniformes verdes (considerados símbolo de rejuvenecimiento, por sus uniformes ganaron el apodo «Las camisas verdes») y se saludaron entre ellos como los romanos. 

El símbolo principal utilizado por la Guardia de Hierro fue una cruz triple, representando barras de prisión (como escudo del martirio), a veces llamada La Cruz del Arcángel Miguel. El movimiento atrajo a destacados miembros de la intelectualidad rumana, como Mircea Eliade. No fue el único grupo de las mismas características: durante los años treinta rivalizó violentamente por la primacía en la lucha callejera con el movimiento de los Lăncieri (lanceros), de camisas azules, con los que frecuentemente chocaba. Tras el asesinato de Codreanu el líder de la Guardia de Hierro pasó a ser Horia Sima. Llegó al poder en 1940, fundando el Estado Nacional Legionario aliado al general Ion Antonescu, aproximándose cada vez más a la Alemania de Hitler, de la que Rumania fue aliada durante la Segunda Guerra Mundial.

La personalidad más cercana al fascismo de los políticos de la derecha búlgara fue Alejandro Tsankov, que controló un régimen autoritario de gran violencia represora desde el golpe de estado de 1923 hasta 1934, en que fue desplazado del poder por el Zveno (un movimiento también ultraconservador, con presencia en el ejército y partidario del corporativismo), a su vez derrocado en 1935 por el propio rey Boris III, que inició un gobierno personal autocrático asistido por el primer ministro Georgi Kyoseivanov, que asoció a Bulgaria a las potencias del Eje, logrando algunas reivindicaciones territoriales irredentistas, aunque evitó declarar la guerra a la Unión Soviética. Entre tanto Tsankov había acentuado su identificación con el nazismo alemán, que mimetizó a través de un pequeño partido denominado Movimiento Social Nacional (1932), asociado con otros como la Unión Nacional de Legiones Búlgaras (1933) de Hristo Nikolov.

Ioannis Metaxas, rodeado de falangistas de la EON
saludando al estilo fascista







En Grecia, el General Ioannis Metaxas estableció un régimen de carácter fascista el 4 de agosto de 1936. El régimen del 4 de agosto o Tercera Civilización Helénica (paráfrasis del III Reich) se designa habitualmente como el Fascismo Griego. Tenía muchos paralelismos con el fascismo alemán e italiano: militarismo, saludo romano, intervencionismo, doctrina racista y nostalgia por las glorias pasadas del país, símbolo clásico (se eligió el labrys o doble hacha), organización juvenil (Ethniki Organosis Neolaias, Organización Nacional de Juventudes, EON); aunque algunas características propias lo distancian. La posición internacional de Grecia, aliada a Inglaterra y opuesta al expansionismo italiano en los Balcanes, provocaron la Guerra Greco-Italiana de 1941 en que los griegos resistieron inicialmente con éxito: un caso peculiar de enfrentamiento de dos fascismos.

Tras los violentos años posteriores a la Primera Guerra Mundial que disolvió el Imperio Austro-Húngaro, que incluyeron una efímera revolución comunista (República Soviética Húngara de Béla Kun) en medio de una guerra civil y una intervención militar rumana, el Reino de Hungría (1920 - 1945) estuvo bajo la regencia de Miklós Horthy. Se instauró un régimen autoritario y con marcado carácter nacionalista, anticomunista y antisemita, que se alió a las potencias del Eje al comenzar la Segunda Guerra Mundial. Con un carácter más inequívocamente fascista, Ferenc Szálasi fundó en 1935 un Partido de la Voluntad Nacional, pero fue ilegalizado dos años más tarde por su radicalismo violento. Tuvo sus orígenes en la filosofía política de los extremistas pro-alemanes como Gyula Gömbös, que acuñó el término nacional socialismo en los años 20, y que había llegado a ser primer ministro con Horthy. Unificado con otros partidos similares, como el Partido Nacional Socialista de Obreros y Campesinos Húngaros (fundado en 1933 y que se conocía como camisas verdes), el partido fue reconstituido en 1939 con el nombre de Partido de la Cruz Flechada o Movimiento Hungarista (Nyilaskeresztes PártHungarista Mozgalom) bajo el modelo explícito del partido nazi alemán.

La descomposición del Imperio Austro-húngaro y la necesidad de reconocimiento a Serbia, llevó a los vencedores de la Primera Guerra mundial a la creación en 1918 de un Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, llamado Reino de Yugoslavia (Eslavia del Sur) desde 1929. Los recelos de los croatas ante los serbios, encontraron un altavoz en el periódico Hrvatski Domobran (Ejército Croata) del Movimiento Juvenil Croata, de Branimir Jelić y Ante Pavelić. El cierre del periódico y la prohibición de todos los partidos nacionalistas en 1929 radicalizaron al grupo, que se exilió en Bulgaria y exigió la independencia en una declaración conjunta con nacionalistas macedonios. Desde 1932 iniciaron acciones terroristas, con la denominación Ustachá (insurgente, rebelde, que se aplicaba a la Rebelión Herzegovina de 1875). La ocupación del Eje en 1941 permitió la proclamación de la independencia del Estado Independiente de Croacia, bajo la dirección totalitaria del poglavnik (caudillo, duce o führer) Pavelić, con el Ustachá como partido único. El Ustachá se destacó por la intensidad del colaboracionismo y la emulación en las más dura represión, incluyendo el exterminio de judíos, gitanos, y serbios; e incluso de los propios croatas cuando se identificaban como comunistas o cristianos ortodoxos.


El fascismo en Gran Bretaña y Estados Unidos

Bandera de la British Union of Fascists
La Unión Británica de Fascistas se creó en 1932. Nunca pasó de ser un grupo minoritario, aunque mantuvo actividades violentas contra judíos, sindicalistas y comunistas. Su sección de activistas se conocía como blackshirts (camisas negras) a imitación de los fascistas italianos, y fue prohibida en 1936. El partido entero fue ilegalizado en 1940, y su líder, Oswald Mosley, encarcelado durante todo el periodo de la Segunda Guerra Mundial.

Manifestación de la German American Bund
en Nueva York, en 1939
En Estados Unidos existieron grupos fascistas durante la década de 1930. Por ejemplo, la Silver Legion (Legión de Plata) de William Dudley Pelley y el German American Bund o German American Federation (Federación Germano-americana) de Fritz Kuhn abiertamente apoyados por la Alemania nazi en esa época, y que funcionó como un lobby o grupo de interés y presión política. Al mismo tiempo, la radio católica acogía al padre Charles Coughlin, que comenzó a mostrar simpatía hacia el nazismo y un fuerte anti-semitismo. El American Nazi Party de George Rockwell fue un pequeño grupo en las décadas siguientes, que apoyaba el movimiento White Power (supremacismo blanco) y se oponía al creciente movimiento por los derechos civiles.

Se ha sugerido la similaridad con el fascismo de otras personas, organizaciones e instituciones: el gobernador y senador Huey Long fue acusado de implantar un régimen de mano dura en el estado de Luisiana. Las simpatías fascistas y el apoyo hacia Alemania e Italia de muchas de las familias más ricas de los Estados Unidos se apuntó en las cartas de William Dodd, embajador en Alemania, así como los pagos a periodistas por parte del magnate de la prensa William Randolph Hearst que propició artículos favorables hacia la Alemania nazi. La preocupación por cuestiones similares se reflejó en una novela semi-satírica: It Can't Happen Here, (No puede ocurrir aquí) de Sinclair Lewis, publicada en 1935.

En 1933, se denunció una conspiración para derrocar al presidente Franklin D. Roosevelt mediante un golpe militar. Esta presunta conspiración, cuya existencia real es difícilmente demostrable, se conoció como el Business Plot (Complot de los Negocios), porque teóricamente involucraba a la élite industrial y financiera, cuyos intereses se suponían amenazados por la política del New Deal. Se desveló ante la opinión pública cuando el general de los marines retirado Smedley Butler testificó ante el Comité McCormack-Dickstein del Congreso que había sido tanteado por un grupo de altos intereses económicos, liderado por los imperios industriales DuPont y J. P. Morgan, para orquestar un golpe fascista contra Roosevelt.





© carlitosber.blogspot.com.ar, octubre 5 MMXIII
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