El surgimiento de una economía global
Primera Parte: El gran saqueo de la minería colonial
El principal aspecto económico que relaciona Europa -en especial España- con sus colonias americanas en la Edad Moderna lo constituye el sector minero. De él hay que destacar la búsqueda y extracción de metales preciosos, oro y plata. Ambos, junto con el cobre, constituyeron durante muchas décadas la aportación principal a la economía española obtenida de las colonias. Gracias a la llegada de las remesas metálicas se hacían efectivos los pagos de los créditos que los banqueros europeos habían adelantado al monarca español para sostener las empresas bélicas en Europa. Del éxito de las mismas dependía el prestigio y el mantenimiento de la hegemonía española sobre el continente.
En busca de El Dorado
A partir de 1450 Europa conoce una fase de expansión económica basada en el crecimiento demográfico, en el incremento de la producción y en la ampliación de tierras agrícolas por nuevas roturaciones. Como consecuencia, el hambre y las pestes remiten. Se inicia así una fase de prosperidad que repercutirá en el alza de precios ante la presión de la demanda. Tal variación en la demanda general de productos no es la única causa del movimiento alcista de los precios. Estos dependen también de la moneda; la variación homogénea de los precios de todos los productos significa una alteración en el valor de la moneda, que pierde capacidad adquisitiva. Por ello, se hace necesaria la búsqueda de metales preciosos, sobre todo oro -que escasea-, con el fin de restablecer el nivel anterior. De este modo, la acumulación monetaria hace al país más rico, según la teoría mercantilista de la época, por lo que las monarquías europeas se afanan por la búsqueda del preciado metal.
La Península Ibérica se hallaba en situación geográfica privilegiada con respecto a la ruta principal del oro: África. Portugal se había lanzado ya a recorrer sus costas norteñas, primero, y a penetrar en su interior, después. Las ciudades norteafricanas eran, a un mismo tiempo, terminales del recorrido caravanero que se iniciaba en Sudán, y puntos de partida de la distribución aurífera hacia Europa. De este modo, la conquista militar va a llevar emparejado de forma acusada un privilegio económico. España, igualmente, se orienta en la misma línea; la sed de oro tienta a la aventura descubridora menospreciando riesgos. El engranaje del pensamiento mediterráneo era propicio a los negocios. La idea del beneficio, la sed de oro y la esperanza de las especias -debido a su alto precio- animan a este grupo de negociantes.
Es así que sin quererlo los españoles se toparán con América gracias al "genial error" geográfico de Cristóbal Colón. Luego de la conquista de los magníficos imperios Azteca e Inca, al recorrer la región colombiana-venezolana, empezará a popularizarse el mito de "El Dorado", que servirá para comenzar la exploración de la cordillera de los Andes y sus alrededores en búsqueda de la "ciudad de oro". La reiterativa alusión al oro y la plata durante toda la etapa de conquista pone al descubierto un denominador común a todos los conquistadores. Primaba el individualismo y la falta de sincronización y armonía en la actividad expansiva. La tendencia metalífera, muy neta y llamativa en toda la documentación y en los testimonios de la época de la conquista, es un rasgo común a ella. Es un clima, un telón de fondo, más todavía: una obsesión.
En las Antillas se explotó el oro durante el período de 1494 a 1525, que Pierre Chaunu denominó el «ciclo del oro»; se obtuvo especialmente en Santo Domingo (La Española), Puerto Rico, Cuba y Jamaica. Dos fueron los procedimientos para la obtención de oro en las islas: a) la colecta: por la que se recogía el oro de los indios, quienes lo usaban como adorno en lugar de emplearlo como dinero; en dos o tres años se drenó todo cuanto se halló disponible; b) el placer: oro de aluvión, que se encontraba en el lecho de los ríos; había que lavar la arena y moverla en las «bateas»; este trabajo se encomendó a las mujeres principalmente, que lo hacían de sol a sol.
El sistema de producción isleño fue contraproducente para los intereses de los explotadores. En Santo Domingo, la caída de la producción de oro se inicia en 151 1, habiendo sido ascendente de 1494 a 1510, fecha de máxima obtención; cesó totalmente hacia 1515. En Puerto Rico se mantiene hasta 1515, pero con rápida caída. En Cuba la explotación se inicia en 1511, como consecuencia del relevo de otras islas; pero a comienzos de 1515 comienza la decadencia, y hacia 1526 apenas quedan aborígenes en la isla. En cuanto a Jamaica, no se descubren yacimientos hasta 1518, fecha en que se halla muy despoblada para ese momento por las necesidades de mano de obra de las otras islas.
El surgimiento del "sistema minero español"
Luego del saqueo al que fue sometido el Imperio Azteca, primero, y los demás pueblos mexicanos, después, desde 1540-1547 se llevó a cabo una explotación sistemática en la que las minas fueron la principal fuente del preciado metal. El sistema se efectuó según el régimen de encomienda sobre el pueblo de Tehuantepec para extraerlo de las minas de Macuiltepec. El año 1547 se recogía una media de cuatro gramos de oro por persona y mes, rendimiento bajo; al escasear la producción, el personal se transfirió a las minas de plata. En el siglo XVIII cobrarán nuevo auge las minas de oro de Nueva España y sólo entre 1741 y 1800 producirán 67.130 Kg. de oro'. Las minas se situaban más bien hacia el sur, en la zona del trópico; las de plata, en cambio, en la zona norte del país.
En cuanto al área del virreinato de Nueva Granada, tres fueron los centros productores: Panamá, Colombia y Ecuador. En la «Castilla del oro», como se denominó a Panamá, inició Colón durante su cuarto viaje la explotación de yacimientos auríferos en torno a la ciudad de Veragua; después, los trabajos prosiguieron pero sin el éxito esperado. En la región colombiana los yacimientos de oro se situaban en las cuencas del río Magdalena y sus afluentes, especialmente del Cauca y su subafluente el Nechí. Los explotadores van fundando ciudades en torno a los yacimientos, siendo recesionaria al perder importancia la explotación aurífera, como en el cerro aurífero de Pamplona, que duró un año, según el P. Zamora; entre esas ciudades hay que señalar la de Santa Fe de Antioquía, en el valle medio del Cauca, cuyo oro era de 19-20 quilates; la de Barbacosas, con oro de 21,5 quilates; la de Indupurdu, con 22 quilates; la de Chocó, al NW de Colombia, con 20-21 quilates. Las minas de Buruticá se abrirán en 1550, cerca de Cartagena, que será su puerto exportador lo. Ecuador ve levantarse la ciudad de Cuenca en 1557 junto al poblado indígena de Tumibamba, donde se abren yacimientos de oro.
En la región de Zaruma se encontraban lavaderos auríferos y oro en vetas; de Zamora se sacaron pepitas de oro de tres y cuatro libras; una de ellas se envió a Felipe II, valorándose en 3.700 pesos. También se encontraron yacimientos de oro en Loja, Jaén, Medina, Sevilla y Logroño; en Mariquita los descubrió el capitán Hernán Vanegas; también los hubo en el cerro de Pamplona.
En el virreinato del Perú se encontró oro en Bolivia, Perú y Chile. En Perú, se explotaba el oro desde 1542 en Carabaya, Oruro, Asillo y Asangoro. En 1553 escribe Cieza de León que se sacaron 1,7 millones de pesos de oro de este río; para su lavado se construyeron acequias de hasta seis kilómetros; el oro era de: 23 quilates, a Carlos 1 se le regaló una pepita de cuatro arrobas en forma de cabeza de caballo. Chile produjo oro, por los años 1540-1560, a razón de 2.000 Kg. al año como promedio. La guerra fue un gran obstáculo para obtenerlo; guerra provocada por la situación feudal de la sociedad hasta que se logró someter a los indios. Las minas se hallaban al norte del país y el centro principal era la actual Antofagasta.
La obtención de plata en Nueva España, especialmente en las numerosas y ricas minas de México, superarán con mucho en fama a las de oro. Cortés y sus sucesores después de treinta años habían recorrido todo el país en busca de plata y junto a cada yacimiento habían fundado ciudades: Zacatecas, Guanajuato, Tasco, San Luis de Potosí, Guadalajara, Oaxaca. El término Reales de Minas se acuña en este tiempo para designar los centros de metales preciosos sola-mente.
Las minas de plata de Nueva Granada se encontraron, en general, junto a las de oro anteriormente mencionadas en Ecuador. En Venezuela apenas se halló nada rentable. En Colombia se vio compensada esta falta de minería venezolana.
En el virreinato de Perú, la plata afloró por doquier: Chiclayo, Cochabamba, Puno, Oruro, Atacama, Pallasca, Pasco, Lima, San Miguel, Cailloma, etc. Pero era, sin duda, en el «alto Perú», hoy Bolivia, donde se encontró más mineral, hasta el punto de denominarse durante mucho tiempo la región «de la plata». Sin duda, el gran centro de la plata de todos los tiempos y de renombre universal ha sido Potosí. En indio significa «cerro» y «cosas altas»; era el cerro de la plata por antonomasia. Situado a 4.000 m., era una meseta desolada, polvorienta y ventosa, desprovista de recursos agrícolas, exceptuando algunos campos de papas.
Descubierta la veta en 1545, creció la población rápidamente: en 1570 tenía 12.000 habitantes, en 161 1 llegaba a los 160.000 habitantes; a partir de 1640 comenzó a decaer su población al tiempo que sufría una caída la producción extractiva de la plata. La explotación del cerro conoció diversas fases: la primera (1545-1564), de buen rendimiento, se utilizaron las vetas más ricas; la segunda (1564- l570), al agotarse, la ciudad se dispersó; una nueva fase, de prosperidad, que instauró la mita; el descubrimiento del azogue o mercurio en Huancavélica permitió la llegada de grandes cantidades de dicho metal, con lo cual se multiplicó por ocho la producción de plata en 1582. Según Alexander von Humboldt, de Potosí salieron, entre 1545-1803, la cantidad de 1.095.500.000 de pesos.
El sistema de explotación era concesionario; el único propietario era el rey. La concesión se aseguraba a perpetuidad a numerosos hombres, llegando a contarse en el cerro 577 concesionarios para un centenar escaso de filones. Aunque el trabajo en las minas era menos agotador que el de los placeres, ha quedado como símbolo de explotación colonial española sobre los indios debido al sistema de mitas. La brutalidad de algunos concesionarios y, sobre todo, de los capataces («pongas») fue despiadada. El trabajo era duro; la pulmonía, el mal más frecuente: debido a los vientos de la zona, la salida de la mina propiciaba la enfermedad por el contraste de temperaturas. También la silicosis pulmonar se contraía frecuentemente por el polvo minero y el humo de las candelas que alumbraban las galerías.
Otros recursos mineros
Los minerales no preciosos interesaron también a los españoles desde un principio. En Nueva España se descubrieron en la temprana fecha de 1524, en la ciudad de Tasco, minas de estaño y cobre, con los que se fabricarían los cañones de bronce de Cortés. Posteriormente aparecen minas de cobre en Michoacán y en Cuba. En 1552 se descubrieron en el cerro de Mercado, al norte de la ciudad de Durango, minas de hierro de forma inesperada y en cierto modo decepcionante: se tenía noticia de una montaña de plata y al reconocerse el lugar se hallaron las susodichas minas de mineral de hierro; con el tiempo -en 1900- darían lugar al centro siderúrgico de Monterrey.
Hacia 1530 se descubrieron en Cuba ricos yacimientos de cobre, que se entregarían para su explotación hacia 1542 a Hans Tetzel, de Nüremberg; con familiares suyos montó en Santiago de Cuba una fundición que explotaría hasta su muerte en 1571.
La necesidad de contar con mercurio para poder beneficiar el mineral de plata sin tener que depender del que llegaba de España. En el virreinato del Perú fueron importantes los yacimientos de mercurio o azogue, imprescindible para el proceso de amalgamación y consiguiente obtención de plata, del que luego hablaremos con más detalle. Hasta que se descubre el mercurio en América, se importaba de Almadén, lo que encarecía la obtención de plata. Pronto se dejó de importar al descubrirse yacimientos en Tomaca, Cuenca, Charcas y, finalmente. en Huencavélica en 1563 por Amador de Cabera. Era Huencavélica también una meseta deshabitada a 3.800 metros, como el cerro de Potosí, sobre la que se erigía el montículo de igual nombre (oratorio o cosa eminente, sagrada, para los huancas), en cuya cúspide existía una explanada. Las minas fueron sometidas primero al quinto real y después la corona las monopolizó debido a su importancia. La producción fue tan importante que todavía en el decenio de 1671-80 se consumieron 45.794 quintales de azogue, a los que hay que añadir otros tantos de contrabando.
El transporte del azogue desde Huancavélica hasta Potosí |
Los adelantos técnicos
El sistema de beneficio de cazo y cocimiento (en caliente) fue inventado en Bolivia por el clérigo español Álvaro Alonso Barba (1569-1662) en el año 1590, que siguió perfeccionándolo hasta 1616 -como fruto de esa experiencia escribió el libro El arte de los metales (1637), que tuvo un éxito inusitado; la primera edición se hizo en Madrid en 1640 y se publicaron ediciones inmediatas en todas las lenguas europeas durante ese siglo y los siguientes- consistía en someter las masas de mineral de oro, plata, cobre y otros, previamente pulverizada, a un cocimiento con agua y mercurio hasta la ebullición; se efectuaba en calderas de cobre refinado, dotadas de molinillo para girar la masa durante todo el proceso, añadiendo el agua necesaria al efecto y avivando el fuego. Reducía a horas el proceso que en frío duraba días
Magistral.- Se empezó a usar en Perú en la penúltima década del siglo XVI; en Nueva España se empleaba ya entre 1602-1609. Estaba constituido exclusivamente por piritas cobrizas tostadas, procedimiento innecesario al principio mientras dominó la plata nativa en minerales colorados.
Roeduras de hierro.- Este procedimiento fue inventado por los hermanos Carlos y Juan Andrea Corzo para aprovechar mejor menas con baja calidad de plata. Lo utilizaron en Potosí en 1587 y 1589. Consistía en añadir a cada cajón de 50 quintales de harina de metal unas libras de agua de hierro, es decir, mezclar con los minerales pulverizados de plata y azogue -durante el proceso de amalgamación- agua que contenía en suspensión limaduras o «roeduras» de hierro, que se incorporaban a los minerales.
La rentabilidad obtenida de la extracción de minerales dependía del adecuado tratamiento que se diera en dos lugares básicos: en los criaderos o mina y en la fundición o lugar de separación del metal que se deseaba obtener. La correcta búsqueda de filones y extracción del mineral en la mina fue uno de los problemas principales a los que tuvieron que enfrentarse los propietarios de las minas (los «mineros » en el lenguaje de la época). Existía una general ignorancia sobre muchos extremos relacionados con la excavación y seguimiento de las vetas y filones. Al principio se practicaban simples fosas; luego, siguieron galerías horizontales, que permitían mayor ventilación y desagües más cómodos para los trabajadores (los «barreteros»). Con el paso del tiempo se echó de menos la presencia de personas especializadas en los aspectos teóricos, ya que la práctica siempre tarda en dar sus frutos a través de la experiencia.
En conclusión, el trabajo minero representaba la actividad económica más importante de la colonia. Durante los tres siglos del régimen colonial se repiten informes, representaciones, dictámenes y memorias coincidentes en que la minería era el nervio de la economía del "nuevo mundo". Fue el responsable de la distribución social de la fuerza de trabajo, así como del desarrollo de las actividades económicas de otros sectores, en particular de la agricultura y de la ganadería. La aparición, desarrollo y fluctuaciones de la producción minera sacude todos los otros sectores. Actividad intensiva: el trabajo minero descansa también en una utilización intensiva de la mano de obra hasta el límite de lo humano; más que las otras actividades y a la par con las epidemias, la minería es la causante directa de la continua baja de la población originaria americana.
© carlitosber.blogspot.com.ar, Agosto 9 MMXIV
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FUENTES:
PÉREZ SÁENZ DE URTU, Juan Eusebio. La minería colonial americana bajo la dominación española. http://www.segemar.gov.ar/bibliotecaintemin/HISTORIAPOLITICAMINERIA/PerezSaezMineriaColonial131.pdf
http://www.gabrielbernat.es/colonia/mineria/
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