Primera Parte: Del paso inter-oceánico a la Sierra de La Plata
La conquista de Chile y la Guerra Araucana
Pedro de Valdivia |
Según la demarcación territorial fijada por la Corona, el territorio chileno quedaba bajo la jurisdicción de Diego de Almagro (1475-1538), quien después de una infructuosa expedición (1535-1537) en busca de oro y plata se desinteresó en la empresa.
En 1540 el capitán Pedro de Valdivia (1497-1553) fue autorizado por Francisco Pizarro (1478-1541) para iniciar una nueva acción conquistadora, a la que la tenaz resistencia interpuesta por los araucanos le impondría características muy diferentes a la empresa española en el Perú.
Valdivia, al frente de 150 hombres, llegó al valle del río Mapocho, donde fundó la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura (región española de la que él era nativo) en febrero de 1541. Las circunstancias se presentaron muy difíciles: la falta de abastecimientos y la belicosidad de los naturales obligó a los invasores a extremar sus cuidados.
Valdivia resolvió solicitar refuerzos a Perú, comisionando a tal efecto a Alonso de Monroy. Sin embargo, los refuerzos demoraron más de tres años en llegar, pues, por ese entonces, el Perú estaba sumido en plena guerra civil. A fines de 1543 llegaron algunos contingentes con los cuales Valdivia pudo ampliar su dominio sobre los territorios conquistados; fundó La Serena (1544) y ordenó una penetración hacia el Sur. Los españoles obtuvieron tierras y naturales, pero las encomiendas no dieron resultado, ya que los araucanos rechazaron el trabajo servil que se les imponía.
Al tener noticias de la rebelión de Gonzalo Pizarro (1510-1548) en contra del pacificador Pedro de la Gasca (1493-1567), Valdivia volvió al Perú para alistarse en las filas del segundo. Terminada la contienda con el triunfo de La Gasca, éste lo designó gobernador de Chile. Valdivia emprendió entonces una vigorosa acción hacia el este y el sur: ordenó a Francisco de Villagra (1511-1563), la ocupación del Tucumán, cruzando la cordillera, en tanto él mismo se dirigió hacia el sur donde fundó Concepción (1550).
Los araucanos, por su parte, dirigidos por el cacique Lautaro (1534-1557) platearon una nueva táctica. Basaron su ofensiva en la superioridad numérica, pero en lugar de atacar en masa, convirtiéndose en presa fácil de las armas de fuego de los conquistadores, idearon una lucha por grupos móviles. En la batalla de Tucapel (1554) esta táctica les dio óptimos resultados, pues la caballería española se agotó frente a los ataques escalonados de las fuerzas indígenas que, pese a sus cuantiosas bajas, se renovaban constantemente. Las tropas españolas fueron derrotadas y Valdivia, hecho prisionero, fue torturado y ejecutado.
La muerte de Valdivia |
Frente a la desaparición del jefe español, sus lugartenientes Francisco de Aguirre (1500-1581) y Francisco de Villagra se disputaron la gobernación de Chile; pero, finalmente, la gobernación del Perú reconoció al segundo.
Mientras tanto, los araucanos dividieron sus fuerzas en dos frentes: uno al mando de Caupolícán, que operaba en el sur, y otro, a cuyo frente se hallaba Lautaro, que tenía la intención de atacar Santiago. Villagra venció a éste último en las cercanías del río Mataquito (1957). Lautaro murió en la contienda.
«Yo soy Caupolicán, que el hado mío por tierra derrocó mi fundamento, y quien del araucano señorío tiene el mando absoluto y regimiento» Canto XXXIV, La Araucana. |
En tanto proseguía la Guerra Araucana, fue nombrado nuevo gobernador de Chile García Hurtado de Mendoza (1535-1609), hijo del virrey del Perú. El nuevo funcionario se dirigió hacia el sur: repobló Concepción y fundó la ciudad de Cañete y en 1558 llegó frente al archipiélago de Chiloé con la intención de dar una embestida final a las fuerzas de Caupolicán.
El jefe araucano intentó destruir la nueva población de Cañete, pero cayó prisionero víctima de una emboscada. Posteriormente, fue ejecutado con torturas semejantes a las que padeció Valdivia (1558). La muerte de Caupolicán desestabilizó la resistencia araucana. Los indígenas, sin ser totalmente derrotados, se refugiaron en el sur del país. Alonso de Ercilla (1533-1594), uno de los oficiales del nuevo gobernador, escribió el famoso canto "La Araucana" (1569-1589), un un poema épico que relata la primera fase de la Guerra de Arauco entre españoles y mapuches, sin ahorrarle elogio a los heroicos nativos.
Hurtado de Mendoza consolidó la dominación española en Chile y por su orden fue colonizada la región del Cuyo en la Argentina, con la fundación de las ciudades de Mendoza, San Juan y San Luis.
La conquista del Río de la Plata: la sugestión de la "Sierra de la Plata"
La conquista del basto territorio que abarca Argentina, Uruguay, Paraguay y el sur de Brasil se realizó a partir de tres itinerarios -"norte", "oeste" y "este"- de penetración que conformaron tres "corrientes colonizadoras" cuyos objetivos y características diferentes, sentaron las bases de las principales ciudades de la región. La corriente del "este" fue el resultado de una empresa concertada en España de acuerdo con la Capitulación de 1534, en tanto que las del "norte" y el "oeste" surgieron como resultado de "entradas" expansivas iniciadas en Perú y Chile respectivamente.
Las expediciones de Juan Díaz de Solís (1470-1516), Fernando de Magallanes (1480-1521) y Sebastián Caboto (1484-1557), fueron las primeras incursiones españolas en el litoral atlántico argentino. Sus objetivos originales eran totalmente alejado de la empresa conquistadora: encontrar un paso inter-oceánico entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico.
El objetivo de Cristóbal Colón fue navegar hacia el Oeste hasta Las Indias en busca de especias y otras riquezas de Asia. En sus viajes, Colón encontraría oro en la Isla de La Española y en Centroamérica, pero jamás encontró las islas de las especias, que hoy conocemos como Las Molucas. Ni siquiera en el cuarto viaje de Colón se pudo encontrar un paso marítimo a la Asia que los europeos conocían.
Tras el Tratado de Tordesillas de 1494 la influencia del Mundo había quedado dividida en dos a través de una línea imaginaria en el océano Atlántico. España tenía el control de la zona Oeste, lo que abarcaba buena parte del Continente Americano, además de las Islas Canarias. Portugal, en cambio, controlaría toda la zona Este, territorios que abarcaban desde África hasta el océano Índico y el pico oriental de Sudamérica, el actual Brasil. Es por esto que España estaba muy interesada en una vía marítima a Asia que no implicase navegar hacia el Sur bordeando África y luego ir hacia el Este hasta La India. El paso por tierra del Atlántico al Pacífico ya se conocía en 1519, porque en 1513 el conquistador español Vasco Núñez de Balboa había avistado el océano Pacífico con una travesía terrestre a través de Centroamérica.
El viaje de Caboto señala una etapa de transición entre el descubrimiento y la conquista de la cuenca platense. Las difundidas leyendas relacionadas con la "Sierra de la Plata" suscitaron un particular entusiasmo por esas lejanas regiones: pero, además, la Corona no veía con buenos ojos la actitud francamente expansiva de los portugueses en norte del Brasil.
Expediciones descubridoras del Río de la Plata
Solís partió con tres carabelas de San Lúcar en octubre de 1515 con el objetivo de encontrar el paso inter-oceánico que comunicase los oceános Atlántico y Pacífico con el fin de encontrar una ruta española a "la especiería". Descubrió en enero de 1516 el río de la Plata, al que denominó "Mar Dulce". Al desembarcar en la banda oriental, Solís fue atacado y muerto junto a un grupo de compañeros por los nativos. Sólo dos carabelas lograron regresar a España (septiembre de 1516); la otra naufragó frente a la isla de Santa Catalina, done se guarnecieron los náufragos.
Magallanes salió de San Lúcar el 2 de septiembre de 1519, insistiendo en la búsqueda del paso inter-oceánico. El 13 de diciembre de 1519 tocaron tierra en la bahía de Guanabara, donde hoy se encuentra Río de Janeiro. Desde ahí, siguieron la costa hacia el Sur, y exploraron el "río de Solís" sin encontrar el paso interoceánico. Tras la decepción, fueron costeando el litoral a lo desconocido, llegando a la costa de lo que Magallanes llamó la "Patagonia". El 31 de marzo de 1520, buscaron refugio en una bahía a la que llamaron San Julián (en lo que es la actual provincia argentina de Santa Cruz), donde invernaron. Magallanes tuvo que afrontar varios motines durante la invernada, así y todo continuó la expedición hasta el extremo meridional del continente y, entre el 21 de octubre y el 27 de noviembre, pasó el estrecho que une los dos océanos. Magallanes lo bautizó como "estrecho de Todos los Santos" (actualmente, estrecho de Magallanes).
La expedición penetró luego en el océano que Magallanes bautizó "Pacífico" y el 16 de marzo de 1521 llegaron a Sámar, lo que significó que fueran los primeros europeos en avistar las islas Filipinas. Magallanes las llamó "Islas de San Lázaro", porque al arribar la expedición sufría hambruna y una epidemia de escorbuto. Para asegurar una alianza con un jefe indígena de la región, Magallanes se propuso derrotar a su enemigo Lapulapu, el jefe de la isla de Mactán. El 27 de abril, Magallanes y 50 de sus hombres murieron en combate. A su sucesor, Duarte Barbosa, lo mataron a traición en Cebú, junto a 30 de sus hombres en un banquete trampa organizado por el rajá. El resto de la expedición cargó de especias las dos naves restantes y arribaron a las Molucas, el destino original de la expedición. Juan Sebastián Elcano (1476-1526), al mando de la Victoria, última nave sobreviviente, atravesó el océano Índico y dando la vuelta a África, evitando cuidadosamente los puertos africanos, controlados por los portugueses, completó la primera circunnavegación del globo. La regresó a la costa española y recaló en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522. De los 234 hombres que salieron en la flotilla que capitaneada por Fernando de Magallanes, solamente a 18 les cupo la suerte de poder regresar a España al mando de Elcano. Otros cuatro hombres de los 55 de la tripulación original de la Trinidad, que habían emprendido una ruta de regreso distinta desde las Filipinas, regresaron finalmente a España en 1525.
Caboto salió de San Lúcar en abril de 1526 con la misión de seguir el derrotero de Magallanes y El Cano. Al arribar a la isla de Santa Catalina encontró a los sobrevivientes de la expedición de Solís. Fue impulsado por éstos a dirigirse en la búsqueda de la "Sierra de la Plata". Se internó por el río de la Plata y el río Paraná y fundó el fuerte Sancti Spiritus (primera población española levantada en el actual territorio argentino; fue establecida el 27 de febrero de 1527, a orillas del río Coronda, junto a la desembocadura del río Carcarañá y a 6 km de la confluencia del primero en el río Paraná). Desde allí Caboto exploró el río Paraná hastala desembocadura con el río Paraguay, pero su búsqueda resulto infructuosa. Regresó a España (julio de 1530) y difundió allí las leyendas de la "Sierra de la Plata" y las "Tierras del Rey Blanco".
Pedro de Mendoza: fundación del primer asiento de Buenos Aires
Los tesoros depositados en Sevilla por Pizarro en 1534, expuestos durante algún tiempo en la Casa de Contratación, y las leyendas sobre la "Sierra de la Plata" renovaron el interés por la conquista y, en consecuencia, la cantidad de pretendientes al adelantazgo del Río de la Plata que finalmente fue concedido a Pedro de Mendoza (1487-1537). Con la firma de esta capitulación se completa el gran reparto de Sudamérica que tenía a Pizarro como principal usufructuario.
La expedición comandada por Mendoza presenta notorias diferencias con las organizadas por Cortés y Pizarro. Fue organizada con abundancia de financiamiento, recursos materiales y humanos. En enero de 1536, alrededor de 1.500 hombres y 14 navíos llegaron al "río de Solis". La primera preocupación fue establecer un sitio poblado a partir del cual pudieran realizarse otras exploraciones. El 3 de febrero, en las cercanías del actual parque Lezama, tuvo lugar la ceremonia de fundación de un asiento denominado Nuestra Señora del Buen Ayre, nombre escogido en honor a la virgen sarda del santuario de Cagliari (Cerdeña), patrona de los navegantes.
La amistad inicial con los indígenas pronto se trocó en hostilidad debido, seguramente, a las imposiciones de los españoles. La escasez de alimentos hizo que el adelantado enviara a uno de sus capitanes para obtenerlos en las costas del Brasil, en tanto comisionaba con el mismo objetivo a Juan de Ayolas (1493-1538) para que remontara el río Paraná.
También Mendoza envió guarniciones en todas direcciones a buscar alimentos para paliar la hambruna, pero las mismas fueron inmediatamente atacadas por partidas de indígenas pampas. Deseoso de terminar con el problema, don Pedro envió un ejército comandado por su hermano Diego de Mendoza para atacar a su vez a los pampas. Ambos bandos se enfrentaron en el "Combate de Corpus Christi", cerca del río Luján y del emplazamiento de la actual ciudad homónima de la provincia de Buenos Aires. En el enfrentamiento los indios vencieron y exterminaron a dos tercios de las tropas españolas.
El éxito de este combate dio confianza a los querandíes, que comenzaron a atacar con más y más frecuencia la ciudad, impidiendo que los españoles saliesen de sus refugios para conseguir alimentos. De esta forma, a la enfermedad y la violencia se sumó la inanición como causa común de muerte entre los conquistadores. A finales de junio los indígenas reunieron un gran ejército, "de 23.000 lanzas -según relata el biógrafo de la expedición Ulrico Schmidl (1510-1581)- entre querandies, barenis o guaraníes, zechuruas o charrúas y zechanais o chanás-diembus o timbús". Tras fracasar en asaltar sus defensas se dedicaron a asediarla.
Finalmente, en diciembre de 1536 los querandíes consiguieron por primera vez vulnerar las defensas de la ciudad, penetran en ella e incendiarla, provocando su destrucción total.
Pedro de Mendoza y algunos españoles consiguieron escapar a la matanza, y debieron encaminarse al norte para refugiarse en el fuerte Corpus Christi, en la actual provincia argentina de Santa Fe, cerca de donde había sido establecido Sancti Spiritus diez años antes por Caboto.
Desde allí, Mendoza envió una pequeña partida al mando de su lugarteniente Ayolas hacia el norte, reconociendo las orillas del río. Ayolas navegó buscando la "Sierra de la Plata" y en un puerto que llamó La Candelaria dejó un contingente al mando de Domingo Martínez de Irala (1509-1556), en tanto él junto a un contingente se internó por la selva chaqueña hacia el oeste. Nuca más se supo de él.
Descorazonado por las malas noticias de su hombre de confianza, y sintiéndose enfermo y desanimado, Mendoza delegó el mando del fuerte a Francisco Ruiz Galán, envió a Juan de Salazar de Espinoza (1508-1560) a buscar a Ayolas, y decidió embarcarse rumbo a España el 22 de abril de 1537. Ya muy enfermo, Pedro de Mendoza murió en alta mar durante su viaje de regreso a España, (posiblemente de sífilis) cerca de las Islas Canarias, el 23 de junio de 1537. Su cuerpo fue arrojado al mar.
La consagración de Irala: la real cédula de 1537
Domingo Martínez de Irala |
Cuando en España se conoció la noticia de la muerte de Mendoza, la Corona, en previsión de futuras disputas por el mando, dictó la real cédula del 12 de septiembre de 1537 por la cual se fijaba que, ante la eventual muerte de Ayolas, el poder debería pasar a quien resultase elegido por la mayoría de los votos de los habitantes. En consecuencia, comisionó al veedor Alonso Cabrera para que hiciese cumplir el mandamiento real.
Mientras tanto se constituyó en el escenario una enconada disputa entre Irala y Ruiz Galán. El primero fortificó su posición en Asunción, apoyado por sus soldados -a quienes había repartido tierras e indios- constituyéndose en indiscutible caudillo. La llegada del veedor Cabrera, que se puso de su lado, legalizó su situación de acuerdo con la real cédula de 1537.
Una vez al frente del gobierno Irala ordenó la despoblación de los demás asentamientos argumentando que Asunción presentaba la ventaja de encontrarse más cerca de la región donde se ubicaba la "Sierra de la Plata", que los guaraníes que vivían en sus cercanías eran mucho más pacíficos que los del sur.
La corriente colonizadora del "norte"
El primero en penetrar en el Norte de lo que es el actual territorio argentino fue Diego de Almagro en 1536, pues según la capitulación de 1534 esa región quedaba bajo su jurisdicción. Sin embargo, no realizó ninguna fundación ya que su intención fue descender de las tierras altoperuanas para hallar un camino que lo llevara a Chile, verdadero objetivo de su expedición. La ocupación del noroeste argentino se demoró debido a las guerras civiles del Perú. En 1542, pacificada la región, fue enviado Diego de Rojas a ocupar la región del Tucumán (según algunos deriva de una palabra compuesta en idioma lule: tucu-manita que se traduciría por 'territorio en donde abunda el tucu', siendo el tucu o tucu-tucu la denominación del coleóptero con órganos luminiscentes. Otra denominación —también de etimología lule— es la palabra compuesta yukkuman o yakuman, que se traduce por 'ir hacia donde abunda o se reúne el agua' o 'lugar de los ríos'; donde yaku significa 'agua' y man significa 'ir hacia'; otra posible etimología proviene de la palabra en cacán, la lengua de los diaguitas: Tukma-nao significa 'pueblo' o 'territorio de Tukma' —siendo Tukma el nombre de un antiguo jefe diaguita— aunque no está claro qué significado tiene el nombre propio Tukma, ya que se ha perdido la mayor parte del vocabulario cacán; más antojadiza es la etimología presuntamente quechua tukkumanao que se ha traducido como 'territorio fronterizo') o "provincias de Juríes y Diaguitas", como también se la denominaba. Era una amplia extensión que abarcaba las actuales provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja y Córdoba.
La hueste de Rojas al llegar a las inmediaciones de la actual provincia de Santiago del Estero resultó herido en un combate con los nativos por una flecha envenenada que, a los pocos días, le provocó la muerte. Antes de fallecer, delegó el mando en Francisco de Mendoza, quien luego de dejar un destacamento en el lugar al mando de Nicolás de Heredia, marchó rumbo a la actual provincia de Santa Fe, alcanzando el destruido fuerte de Sancti Spiritu. Al entrar en comunicación con los indígenas se enteró de la presencia española en la región (eran las fuerzas de Irala) y decidió dirigirse a Asunción, pero sus propios soldados se resistieron a seguir y lo obligaron a regresar a su punto de partida. Una vez allí, Mendoza, que había sido muy duro con los sublevados, fue asesinado y reemplazado por Heredia quien, desalentado por los resultados de la empresa, resolvió regresar al Perú en 1546.
Como vemos, esta primera "entrada" no efectuó fundaciones, pero dejó algunos logros: explorar la región por primera vez y comunicar el Litoral rioplatense con el Perú, antes de haberlo logrado los habitantes de Asunción.
El gobierno del Perú, ejercido por entonces por Pedro La Gasca, comisionó a en junio de 1549 a Juan Núñez de Prado (1515-1554) para realizar nuevas incursiones en la región del Tucumán. Este jefe traía precisas instrucciones: se le ordenaba cumplir una política colonizadora, fundando una ciudad que sirviera de "cabeza de puente" para pacificar y conquistar la región.
Alrededor de ochenta hombres emprendieron la marcha -entre ellos algunos misioneros- y luego de varios meses arribaron a la actual provincia de Tucumán donde fundaron una ciudad denominada Del Barco (1550).
Al poco tiempo arribó a la flamante ciudad Francisco de Villagra, teniente de Valdivia (gobernador de Chile), quien argumentó que Del Barco quedaba dentro de la jurisdicción chilena. Sin fuerzas para resistir la superioridad militar de Villagra, Núñez del Prado se avino someterse al mandato del gobernador de Chile. Pero apenas se ausentó el lugarteniente de Valdivia, Núñez del Prado trasladó la ciudad (1551) veinte leguas más al noroeste, en el valle de Guazán, donde los calchaquíes opusieron una gran resistencia. Por esa razón, ocho meses después (1552) dispuso un nuevo traslado, esta vez a orillas del río Dulce, a sólo cuatro leguas al sur de la actual ciudad de Santiago del estero.
Francisco de Aguirre, fundador de Santiago del Estero. |
Aguirre, por su parte, no permaneció inactivo. Repartió indios y encomiendas, fomentó la agricultura y dispuso el nuevo emplazamiento de la tercera ciudad de Del Barco, amenazada por las inundaciones, en un lugar más alto, cambiando su nombre por el de Santiago del Estero (diciembre de 1553), la más antigua población del territorio argentino a la fecha.
El largo litigio entre las Audiencias de Lima y Charcas para dirimirse a quién pertenecía la provincia del Tucumán fue finalmente resuelto por la Corona. En efecto una real cédula expedida por Felipe II el 29 de agosto de 1563 determinó que el Tucumán quedaba bajo la jurisdicción de la Audiencia de Charcas.
A partir de ese momento, la corriente colonizadora del "norte" cobró nuevos impulsos. Nombrado Francisco de Aguirre gobernador del Tucumán, decidió iniciar un amplio plan de operaciones poblacionales. En tal sentido concedió un poder a Diego de Villarroel (1520-1578) para fundar una ciudad, tomando como base el antiguo emplazamiento de Cañete, fundada en 1560 y de efímera vida, fundada por Juan Pérez de Zurita (1516-1584). Allí Villarroel fundó la ciudad de San Miguel de Tucumán (31 de mayo de 1565), trasladada ciento veinte años después (1685) a su actual emplazamiento.
A partir de ese momento, la corriente colonizadora del "norte" cobró nuevos impulsos. Nombrado Francisco de Aguirre gobernador del Tucumán, decidió iniciar un amplio plan de operaciones poblacionales. En tal sentido concedió un poder a Diego de Villarroel (1520-1578) para fundar una ciudad, tomando como base el antiguo emplazamiento de Cañete, fundada en 1560 y de efímera vida, fundada por Juan Pérez de Zurita (1516-1584). Allí Villarroel fundó la ciudad de San Miguel de Tucumán (31 de mayo de 1565), trasladada ciento veinte años después (1685) a su actual emplazamiento.
En 1571 se hizo cargo de la gobernación Jerónimo Luis de (1520-1574) quien realizó un gran avance hacia el sur, hacia el "País de los Comechingones". En las inmediaciones de un río que los indígenas llamaban Suquía, fundó la ciudad de Córdoba del Tucumán (6 de julio de 1573). Interesado en buscar una salida que independizara a su gobernación del comercio peruano, Cabrera se internó hacia el Litoral a través de la actual provincia de Santa Fe, donde se encontró con Juan de Garay (1528-1583), quien hizo valer sus títulos sobre esa región.
El siguiente gobernador del Tucumán fue Gonzalo de Abreu (1574). Gobernante tiránico y violento que no contó con las simpatías del vecindario. No realizó fundaciones perdurables e intentó realizar una expedición a la legendaria "Ciudad de los Césares" una de las tantas leyendas que alimentaban la imaginación e los conquistadores. En 1580, Abreu fue reemplazado por Hernando de Lerma (1541-1592), quien lo condenó a sufrir tormentos antes de ser ejecutado. El nuevo gobernador fundó la ciudad de San Felipe de Lerma (16 de abril de 1582) en el valle de Salta, nombre que prevalecería en definitiva.
El siguiente gobernador del Tucumán, Juan Ramírez de Velazco (1535-1597) asumió en 1586. Su gobierno se destaca por un gran dinamismo: aplicó el inmoral régimen de la mita obligando a trabajar a los nativos un día por semana en obras públicas; dispuso la explotación metalífera de la sierra de Famatina, de la cual no se obtuvieron los rendimientos esperados; y con la intención de enfrentar con ventaja a los naturales, fundó la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja (20 de mayo de 1591). Y, por orden suya, Francisco de Argañaraz (1563-1602) erigió San Salvador de Jujuy (19 de abril de 1593).
La corriente colonizadora del "oeste"
La región del Cuyo (del araucano "cuyún", que significa arena) fue explorada por primera vez por Francisco de Villagra, después de su encuentro con Núñez del Prado. Sin embargo, la conquista de la región cuyana se demoró hasta que García Hurtado de Mendoza tomó el gobierno de Chile. Cumpliendo órdenes suyas, el capitán Pedro del Castillo fundo la ciudad de Mendoza en su honor (2 de marzo de 1561).
Francisco de Villagra, quien reemplazó a Hurtado de Mendoza en la gobernación de Chile, comisionó a Juan Jufré para que buscara una salida al Atlántico. Jufré comprobó la mala ubicación de la ciudad de Mendoza y resolvió trasladarla a un paraje más adecuado llamándola Resurrección, nombre que prosperó, consagrándose el original por el uso y la costumbre (22 de marzo de 1562).
Con la intención de asegurar la conquista del Cuyo, Jufré fundó San Juan de la Frontera (13 de junio de 1562). Años después se fundó la ciudad de San Luis de la Punta de los Venados (1569), hecho atribuido a Luis Jofré de Loaysa.
Las fundaciones cuyanas se hicieron en forma pacífica. Muy pronto estas ciudades lograron intercomunicarse con las de la Gobernación del Tucumán a través de los caminos abiertos por las necesidades económicas regionales. La vid logró una excelente aclimatación y los vinos cuyanos transitaron los caminos con mucha fluidez. Así la región del Cuyo habría de convertirse en una de las zonas más prósperas.
La corriente colonizadora del "este"
A poco de ser confirmado como jefe absoluto de Asunción, Irala debió enfrentar el problema derivado del nombramiento de un nuevo adelantado. En efecto, Carlos I firmó una capitulación concediendo ese título a Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1490-1558).
El segundo adelantado del Río de la Plata desembarcó en las costas del sur del Brasil y, a través de las sierras y la selva, hizo el trayecto hasta Asunción, ciudad a la que llegó en marzo de 1542. Irala no tuvo otra alternativa que reconocer la autoridad del nuevo mandatario, pero secretamente maduraba los planes para derrocarlo. Alvar Núñez, por su parte, sin el suficiente conocimiento de la región fracasó en un intento de llegar a la "Sierra de la Plata". Buen soldado, pero pésimo político; orgulloso y autoritario, no supo granjearse la simpatía de los colonos.
En abril de 1544 estalló el motín: el adelantado fue hecho prisionero y, un año después, trasladado a España bajo la acusación de sustituir las armas del Rey por las propias y de querer proclamarse monarca de esas tierras.
Por la aplicación de la real cédula de 1537, Irala resultó teniente gobernador quedaba sancionado el derecho a la insurrección, y la comunidad asunceña se arrogó desde ese momento el atributo democrático de la designación popular de sus gobernantes.
La tentación de llegar a la "Sierra de la Plata" seguía siendo fascinante e Irala intentó la empresa él mismo. Al frente de sus tropas llegó hasta las primeras serranías del Perú, pero grande fue su sorpresa cuando advirtió que la región estaba ocupada por otros españoles provenientes de la expedición de Pizarro. La conquista rioplatense de desmoronó y con ellas se desvanecían las pretensiones de los asunceños sobre el Potosí altoperuano.
En Asunción se intensificó la explotación agrícola, se repartieron nuevas extensiones de tierras y se ampliaron las encomiendas con nuevos grupos de indígenas. Un nuevo adelantado -Juan Sanabria (1515-1548)- fue nombrado de 1547, pero falleció antes de llegar a Asunción. Su hijo y heredero, Diego, renunció al adelantazgo y, en consecuencia, la Corona confirmó a Irala como gobernador (1552).
En 1556, a los cuarenta y cinco años de edad, falleció Irala (tenía veinticinco años cuando arribó con Mendoza). Su ascendente carrera fue el fruto de su energía y decisión, capaz de salvar del desastre a aquel grupo de aventureros. Desaparecido el caudillo, se desató en Asunción una lucha por el mando.
Luego de la muerte de Irala, Asunción se convirtió en una ciudad turbulenta, agitada por las luchas internas. Desde Lima se pensó en utilizar esta circunstancia para colocar en la región del Plata bajo la directa tutela del Perú. Conforme a este propósito, en el año 1567 la Audiencia de Lima designó como nuevo adelantado del Río de la Plata al rico altoperuano Juan Ortiz de Zárate (1515-1576), quien debía viajar a España con el objetivo de ser confirmado en el cargo.
Entre las obligaciones pactadas con el adelantado se contaban las de introducir ganado, traer de España hombres armados y fundar dos pueblos entre Asunción y el río de la Plata. La ausencia de Ortiz de Zárate duró siete años y durante ese lapso en Asunción se sucedieron grandes disputas por el poder. Felipe de Cáceres (1538-1572) designado gobernador interino por el adelantado, fue depuesto por Martín de Suárez de Toledo (1520-1584) quien, a partir de entonces, detentó el cargo.
Juan de Garay fue el personaje central del siguiente periodo. Poniéndose al margen de las querellas asunceñas emprendió un plan estratégico de fundaciones que transformó la situación geopolítica del Río de la Plata para siempre.
Por encargo de Suárez de Toledo, Garay fundó la ciudad de Santa Fe (1573) con la intención de instalar un poblado intermedio que permitiera un acceso al río de la Plata y que, al mismo tiempo, rompiese el aislamiento de Asunción. En una carta que el conquistador dirigiera al rey de España, explicaba el sentido de su política pobladora, que culminaría con la re fundación de Bueno Aires. En ella le expresaba que había puesto todo su empeño "en que abriésemos puertas a la tierra y estuviésemos cerrados".
A poco de ser fundada Santa Fe, llegó a la ciudad Jerónimo Luis de Cabrera (fundador de Córdoba), argumentando que ésta se encontraba bajo la jurisdicción del Tucumán. En realidad ´pretendía encontrar una salida por el para que le permitiera desligarse de la ruta y la tutela del Perú. Garay hizo valer sus títulos y Cabrera debió abandonar el lugar.
Por su parte el adelantado Ortiz de Zárate, que arribó al plata en 1575. murió poco después en Asunción, dejando como única heredera a su hija. Juan de Vera y Aragón, oidor de la Audiencia de Charcas, al casarse con la hija del fallecido adelantado, heredó los títulos de aquél. Una de sus primeras medidas fue nombrar a Garay como su teniente gobernador.
El 11 de junio de 1580, frente a diez españoles y cincuenta y seis "mancebos de la tierra" (criollos) fundó la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, erigiendo en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo) "un palo y madero por rollo público y concejil para que sirva de árbol de Justicia". Buenos Aires, destinada con el tiempo a desplazar la hegemonía de Lima y Asunción, volvía a nacer para no volver a morir nunca más.
Garay realizó algunas incursiones por la pampa bonaerense llegando hasta las inmediaciones de la actual ciudad de Mar del Plata. En 1583, en las cercanías del río Carcarañá, fue sroprendido y muerto por los indígenas, junto a un grupo de soldados.
En 1587 y luego de entablar en España un largo pleito por el reconocimiento de sus títulos, Torres de Vera llegó a Asunción. Entre sus pocos actos de gobierno, se cuenta la fundación de la ciudad de Vera "en el sitio que llaman de las siete corrientes" en 1588 (actual ciudad de Corrientes). Poco después, al adelantado, cuyo título sólo fue reconocido en forma honorífica, renunció y se embarcó hacia España. De acuerdo con la real cédula de 1537 resultó electo gobernador el criollo Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) que gobernó entre 1592 y 1617.
Con Hernandarias se inicia el periodo de los gobernadores y, luego de su muerte, la Gobernación del Río de la Plata se divide en dos: la del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires; y la del Paraguay, con capital en Asunción. Esta nueva división territorial obedecía a diversas razones: la gran extensión de la región -2.500 km entre el límite norte y el cabo de San Antonio-, la precariedad de las comunicaciones, y, en especial, la importancia geopolítica alcanzada por Buenos Aires e detrimento de Asunción.
© carlitosber.blogspot.com.ar, Agosto 18 MMXIVLa corriente colonizadora del "este"
A poco de ser confirmado como jefe absoluto de Asunción, Irala debió enfrentar el problema derivado del nombramiento de un nuevo adelantado. En efecto, Carlos I firmó una capitulación concediendo ese título a Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1490-1558).
El segundo adelantado del Río de la Plata desembarcó en las costas del sur del Brasil y, a través de las sierras y la selva, hizo el trayecto hasta Asunción, ciudad a la que llegó en marzo de 1542. Irala no tuvo otra alternativa que reconocer la autoridad del nuevo mandatario, pero secretamente maduraba los planes para derrocarlo. Alvar Núñez, por su parte, sin el suficiente conocimiento de la región fracasó en un intento de llegar a la "Sierra de la Plata". Buen soldado, pero pésimo político; orgulloso y autoritario, no supo granjearse la simpatía de los colonos.
En abril de 1544 estalló el motín: el adelantado fue hecho prisionero y, un año después, trasladado a España bajo la acusación de sustituir las armas del Rey por las propias y de querer proclamarse monarca de esas tierras.
Por la aplicación de la real cédula de 1537, Irala resultó teniente gobernador quedaba sancionado el derecho a la insurrección, y la comunidad asunceña se arrogó desde ese momento el atributo democrático de la designación popular de sus gobernantes.
La tentación de llegar a la "Sierra de la Plata" seguía siendo fascinante e Irala intentó la empresa él mismo. Al frente de sus tropas llegó hasta las primeras serranías del Perú, pero grande fue su sorpresa cuando advirtió que la región estaba ocupada por otros españoles provenientes de la expedición de Pizarro. La conquista rioplatense de desmoronó y con ellas se desvanecían las pretensiones de los asunceños sobre el Potosí altoperuano.
En Asunción se intensificó la explotación agrícola, se repartieron nuevas extensiones de tierras y se ampliaron las encomiendas con nuevos grupos de indígenas. Un nuevo adelantado -Juan Sanabria (1515-1548)- fue nombrado de 1547, pero falleció antes de llegar a Asunción. Su hijo y heredero, Diego, renunció al adelantazgo y, en consecuencia, la Corona confirmó a Irala como gobernador (1552).
En 1556, a los cuarenta y cinco años de edad, falleció Irala (tenía veinticinco años cuando arribó con Mendoza). Su ascendente carrera fue el fruto de su energía y decisión, capaz de salvar del desastre a aquel grupo de aventureros. Desaparecido el caudillo, se desató en Asunción una lucha por el mando.
Juan Ortiz de Zárate |
Entre las obligaciones pactadas con el adelantado se contaban las de introducir ganado, traer de España hombres armados y fundar dos pueblos entre Asunción y el río de la Plata. La ausencia de Ortiz de Zárate duró siete años y durante ese lapso en Asunción se sucedieron grandes disputas por el poder. Felipe de Cáceres (1538-1572) designado gobernador interino por el adelantado, fue depuesto por Martín de Suárez de Toledo (1520-1584) quien, a partir de entonces, detentó el cargo.
Juan de Garay |
Por encargo de Suárez de Toledo, Garay fundó la ciudad de Santa Fe (1573) con la intención de instalar un poblado intermedio que permitiera un acceso al río de la Plata y que, al mismo tiempo, rompiese el aislamiento de Asunción. En una carta que el conquistador dirigiera al rey de España, explicaba el sentido de su política pobladora, que culminaría con la re fundación de Bueno Aires. En ella le expresaba que había puesto todo su empeño "en que abriésemos puertas a la tierra y estuviésemos cerrados".
A poco de ser fundada Santa Fe, llegó a la ciudad Jerónimo Luis de Cabrera (fundador de Córdoba), argumentando que ésta se encontraba bajo la jurisdicción del Tucumán. En realidad ´pretendía encontrar una salida por el para que le permitiera desligarse de la ruta y la tutela del Perú. Garay hizo valer sus títulos y Cabrera debió abandonar el lugar.
Por su parte el adelantado Ortiz de Zárate, que arribó al plata en 1575. murió poco después en Asunción, dejando como única heredera a su hija. Juan de Vera y Aragón, oidor de la Audiencia de Charcas, al casarse con la hija del fallecido adelantado, heredó los títulos de aquél. Una de sus primeras medidas fue nombrar a Garay como su teniente gobernador.
El 11 de junio de 1580, frente a diez españoles y cincuenta y seis "mancebos de la tierra" (criollos) fundó la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, erigiendo en la Plaza Mayor (hoy Plaza de Mayo) "un palo y madero por rollo público y concejil para que sirva de árbol de Justicia". Buenos Aires, destinada con el tiempo a desplazar la hegemonía de Lima y Asunción, volvía a nacer para no volver a morir nunca más.
Fundación de Buenos Aires |
Garay realizó algunas incursiones por la pampa bonaerense llegando hasta las inmediaciones de la actual ciudad de Mar del Plata. En 1583, en las cercanías del río Carcarañá, fue sroprendido y muerto por los indígenas, junto a un grupo de soldados.
En 1587 y luego de entablar en España un largo pleito por el reconocimiento de sus títulos, Torres de Vera llegó a Asunción. Entre sus pocos actos de gobierno, se cuenta la fundación de la ciudad de Vera "en el sitio que llaman de las siete corrientes" en 1588 (actual ciudad de Corrientes). Poco después, al adelantado, cuyo título sólo fue reconocido en forma honorífica, renunció y se embarcó hacia España. De acuerdo con la real cédula de 1537 resultó electo gobernador el criollo Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias) que gobernó entre 1592 y 1617.
Con Hernandarias se inicia el periodo de los gobernadores y, luego de su muerte, la Gobernación del Río de la Plata se divide en dos: la del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires; y la del Paraguay, con capital en Asunción. Esta nueva división territorial obedecía a diversas razones: la gran extensión de la región -2.500 km entre el límite norte y el cabo de San Antonio-, la precariedad de las comunicaciones, y, en especial, la importancia geopolítica alcanzada por Buenos Aires e detrimento de Asunción.
Permitidos su copia, plagio o reproducción sin citar la fuente
_______________________________________________
FUENTES:
LLADÓ, J., GRIECO Y BAVIO, A., LUGONES-SESSARIEGO, A., y ROSSI P. Historia Segundo curso. La Edad Moderna. El surgimiento de la Edad Contemporánea. La Argentina hasta 1831. AZ Editora. Buenos Aires. 1992. pp. 148-164.
http://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_de_Mendoza
No hay comentarios:
Publicar un comentario