sábado, 13 de junio de 2015

Semana 24

Se nota, a pesar del polarizado de la limusina 

Puede ser que tenga razón el Gobierno Nac&Pop y justo, justo los pocos pobres que aún tiene el país me siguen a todos lados y me los cruzo en cada esquina, en cada subte, en cada villa, en cada casa o ex fábrica ocupada. Puede ser que  los alemanes, que empezaron de cero dos veces en 90 años, ahora tienen que aprender de los ladricorporativistas; porque serán potencia económica y nos tendrán de hijos en los mundiales, pero se cagan de embole y ni siquiera sabían que son más pobres que nosotros. Puede ser que, a diferencia de ese país europeo, mi salario que está dos lucas por debajo del 60% de la media no me ponga ni un poquito en riesgo de caer en la pobreza si debiera mantenerme solo o a una familia, y los que se quejan por el impuesto a las ganancias sean burgueses que ponen en riesgo sus señoríos feudales. 


Pero resulta que no. Se impone recordar que la Anses otorga unos 4.400.000 de Asignaciones Universales (equivalente al 11% de la población del país) a "hijos de personas desocupadas, que trabajan en negro o con ingresos inferiores al salario mínimo"; que se pagan $ 3800 a 3.500.000 jubilados que cobran el haber más bajo (9% de los argentinos) y que, sumando los planes sociales de la Nación, las provincias y los municipios, se entregan cerca de 18 millones de beneficios (algunas personas reciben más de uno) sobre 40 millones de habitantes.

Como, así mismo, se impone recordar que Alemania es la cuarta economía del mundo y el sexto país ubicado en el índice de desarrollo humano de la ONU, con una inflación que no llega al 1% anual, se puede considerar pobre a aquel grupo familiar que tiene ingresos inferiores al 60% de la media de ese país, equivalente a unos 1848 euros.En rigor, según la Oficina Europea Estadística (Eurostat), la población alemana que se encuentra en situación de "riesgo de pobreza" alcanza al 16,1%, algo que llama la atención en un país tan rico. Ocurre que esa tasa no mide la pobreza, sino un ingreso bajo en comparación con el resto de los residentes en el país y que no necesariamente implica un bajo nivel de vida.

Si se aplicara a la Argentina el criterio para medir la situación de riesgo de pobreza usada en Alemania y en otros países europeos, se llegaría a la conclusión de que algo más del 35% de la población de nuestro país se ubicaría en esa escala. Pero pretender comparar a la Argentina con el resto del mundo más desarrollado en materia de pobreza resulta tan impracticable como cínico cuando el propio Indec -intervenido desde 2007- ha dejado de medir este indicador social. La el último guarismo publicado por el organismo encargado de la estadística pública fue de 4,7% de pobres y poco más de un 1% , hace más de un año -no lo publicaron más porque ya les daba vergüenza mentir tan descaradamente y batieron que contabilizar a los pobres era "estigmatizante"-. Las estadísticas de desnutrición no las tiran desde hace ocho. 

Encima tienen el tupé de afirmar grandilocuentemente que a la pobreza se la combate con distribución del ingreso. Justo el temita del que también se complica hablar, porque si para el Indec -intervenido desde 2007- la mitad de los trabajadores cobran 5 mil pesos y, para la inmensa mayoría de las mediciones privadas, la canasta está por encima de las 6 lucas, podríamos decir que la mitad de los laburantes tienen el dudoso récord de ser pobres con laburo. Y si la desocupación oficial está en el 7,5% según los datos del mismísmo Indec -intervenido desde el 2007-, las cuentas de quienes son pobres no cierran ni con corsé.

Ya no hay pobres. Tenemos trenes de primer mundo y si chocan es porque hay conductores suicidas. Los acusados de coimas en el FIFA-gate nunca fueron socios del Gobierno en Fútbol para Todos. Los salarios no dejan de subir por encima de los precios y los que se quejan son extorsionadores. ¿La inseguridad?: un mito, como siempre. La Jefa no puede ir a una cumbre mundial en Bruselas por miedo a que le embarguen el avión, pero exhibe como un éxito diplomático que le conceda un té el Papa argentino.

Su mérito es retener suficiente poder de hipnosis para que el truco funcione en un país cuya economía no crece desde hace casi dos años. Logró superar en apariencia la crisis por la muerte misteriosa y conmocionante del fiscal. Se ilusiona otra vez con arraigar su influencia en los tribunales para desinflar las investigaciones de corrupción que asomaban en el horizonte, amenazantes, meses atrás. Resulta admirable la capacidad De La Doctora para mitificar las epopeyas inventadas. Abusa de la impunidad conceptual para envolver -y aplastar- al periodismo crítico -el enemigo señalado- para devaluar con mayor eficiencia al opositor política de utilería. Gracias a la impunidad de concepto, La Doctora se luce con las emotivas tergiversaciones. Con los desbordes teatralizados. Conmueve a los adictos sensibilizados, como horroriza a los detractores. Síntomas de la sociedad dividida y enfrentada, y empobrecida mentalmente que discute la espuma de la birra, y tampoco la entiende.

En la decadencia de vieja Yugoslavia socialista los jerarcas del régimen llegaron a ser maestros en justificar los privilegios de los que gozaban, impensables para la gente común. Decían, por ejemplo: el pueblo viaja en limusina a través de sus representantes. Algo de ese cinismo sobrevive en el relato ladricorporativista de la rebosante bonanza argentina. Un gobierno de millonarios, en su mayoría enriquecidos en el ejercicio del poder según sus propias declaraciones juradas, declara que para ver un pobre hay que irse a Alemania. Que en el país ya casi no quedan. Que el hambre, el desempleo, la indigencia han sido derrotados.

Resulta tan enternecedor como vano el esfuerzo dedicado por analistas varios a desmontar con estadísticas y explicaciones sesudas el tamaño de la mentira. Cuesta conceder que una persona en su sano juicio, se crea que la situación social en la Argentina mejora a la de la principal economía de Europa. Es inimaginable que La Exitosa Abogada se tome en serio la cifra de 5% de pobreza que expuso en Italia. A ella le sobra perspectiva: sólo tiene que mirar hacia abajo en sus recorridos diarios en helicóptero.

Los opositores miran el tablero con timidez, como si temieran desafiar un clima social que los descoloca. Salvo excepciones, la mayoría de ellos se expresa con eslóganes y palabras sueltas, como "cambio", sin abundar en precisiones. Y mientras, los arrepentidos del peronchismo opositor peregrinan a rendirse a la Casa Rosada, al otro lado del Jordán. Los tránsfugas en masa simbolizan el vaciamiento de la política. La ética del oportunismo. No van obligados. Viven en un ambiente con una libertad para expresarse y decidir que ya hubieran querido los disidentes yugoslavos. Hay que entenderlos. En las limusinas, en representación del pueblo, quieren seguir yendo ellos.



© carlitosber.blogspot.com.ar, Junio 14 MMXV
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