lunes, 8 de abril de 2013

Actualidad

Agua y ajuste


Este desastre mostró hasta qué punto los Estados nacionales, provinciales y municipales actúan para agravar la anarquía en el uso del suelo y la polarización social. Se ha dicho hasta el cansancio que el presupuesto macrista está subejecutado. Pero la parte que se ejecuta apunta a acentuar el apetito del capital financiero, como el traslado de la Jefatura de Gobierno a Barracas (para “poner en valor” al sur) y la peatonalización del centro. La urbanización de villas está fuera de la agenda oficial de Mauricio Macri, como lo estuvo con Aníbal Ibarra y otros. Lo mismo ocurre con el necesario desarrollo de espacios verdes públicos. En la provincia, el brutal ajuste en curso suspendió la ejecución de todas las obras de infraestructura. Los recursos que Julio De Vido entrega directamente a los intendentes podrán servir para conspirar contra Daniel Scioli, pero no resuelven ninguno de los problemas cruciales de los barrios. La ciudad de La Plata es un retrato de esta orientación social: mientras los barrios están sin obras, avanzan los planes para expandir el puerto sobre espacios verdes. Al mismo tiempo, las industrias del conurbano continúan echando sus residuos a los desagües y arroyos, sin el menor control. 

La tragedia de las inundaciones ha colocado otra lápida sobre el ‘modelo’ oficial, a igual título y gravedad de lo que ocurrió hace un año atrás, en la estación de Once. Los defensores del gobierno sostienen que la ausencia de inversión pública es la consecuencia de haber “privilegiado al consumo popular”. Se trata de una impostura, si se tiene en cuenta que los salarios de la década ‘ganada’ nunca superaron -ni siquiera en su mejor momento- a los de los malditos años ’90. Lo cierto es que el ahorro nacional fue dilapidado en sostener a los parásitos de las concesiones privadas de servicios públicos; en financiar la fuga de capitales, la cual sacó del país 80.000 millones de dólares en cinco años y, sobre todo, en el pago de la deuda externa, que consumió el presupuesto público y, cuando éste no fue suficiente, las arcas del Banco Central y de la Anses. En las mismas horas en que la población del área metropolitana se debatía entre la indefensión y la muerte, la administración económica ‘nacional y popular’ prometía cargar sobre el país otros 12.000 millones de dólares de deuda externa, en favor de los fondos buitres. En cambio, la elemental canasta de medios de consumo que muchas familias lograron conformar a lo largo de los años -una heladera, un lavarropas, un televisor- fue devoradaen minutos -no por las aguas, sino por una orientación social. De un plumazo, el ‘modelo’devolvió a miles de trabajadores a la bancarrota de 2001 y 2002.

La orientación expoliadora de quienes nos gobiernan se deja ver incluso en las ‘salidas’ que les proponen a los inundados: Macri ofreció créditos blandos sólo a quienes estén “al día” con el abusivo ABL que se paga en la Ciudad. La tragedia es el pretexto de un nuevo saqueo impositivo. La misma oferta formuló Scioli, horas después, en la provincia. Fernández, Macri y Scioli, y sus esbirros políticos y mediáticos, se dedican a echarle culpas a un fenómeno climático, “único” y “excepcional”. Algunos de sus defensores se acuerdan del cambio climático, como si de ese modo pudieran despojar al desastre de su contenido social y político. No pueden, porque hasta el cambio climático es una consecuencia de la irracionalidad capitalista y del manejo de los recursos naturales en función del beneficio privado.

En las horas del temporal, Cristina contraponía, por cadena nacional, a su gobierno con la Inglaterra y la Europa de “los ajustes despiadados”. Pero la bancarrota capitalista se estaba expresando con toda su fuerza en el país, bajo la forma de una catástrofe y como consecuencia de la misma orientación de los denostados gobiernos europeos. Y peor aún, ayer intentó capitalizar políticamente los operativos solidarios montados casi espontáneamente por miles de voluntarios de todas las banderas políticas y miles de voluntarios sin militancia alguna, con donaciones de cientos de miles de anónimos de todas las clases porque el centro de evacuados montado en la Facultad de Periodismo de la UNLP estaba copado por Unidos y Organizados y La Cámpora (que echaba a todos los voluntarios que no querían ponerse la pechera) trabajando junto a Cáritas Argentina (demostrando el realineamiento del Gobierno Nac&Pop con la Iglesia Católica luego de la entronización del papa Francisco).


En definitiva, las inundaciones han puesto en la picota a todo un régimen político y social. Las megatorres de lujo y los shoppings han saturado los servicios esenciales; entre ellos, los desagües. También han devorado los espacios verdes, lo que ha convertido al suelo en un verdadero tapón. La carestía del metro cuadrado hizo que crezcan las villas y asentamientos, en terrenos inundables y construcciones precarias. La “obra pública” de Fernández, Macri y Scioli es apenas cosmética como las bicisendas y el 'Metrobus' y o apunta a los intereses de las trasnacionales exportadoras: las autopistas para la Ruta del Mercosur y puertos. Pero no atiende la vivienda popular, la construcción de cloacas y la prevención de inundaciones. Los fondos van a otro lado: al pago de la deuda usuraria, a sostener a los parásitos de las privatizadas. Queda claro que el desastre de estos días no ha tenido nada de “natural”.


© carlitosber.blogspot.com.ar, Abril 8 MMXIII
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