A la defensiva
El Ladricorporativismo, al invocar conspiraciones, golpes y “círculos” de influencia, apuesta a abroquelar a su electorado, y ensayar una tentativa de polarización política. La extorsión sobre los trabajadores es clara: "o nosotros, o el golpe de las corporaciones"; al igual que hace una década, cuando el Riojano Más Famoso decía "yo o el caos", la utilización del chantaje de la memoria del 2001 recuerda a los que auguraban otro 1989. Los Ladricorporativistas, mientras tanto, tramitan su propio “golpe”, junto a los monopolios petroleros y el capital financiero buitre. El ruido de la campaña electoral oculta la coincidencia estratégica que une a oficialistas y opositores: trasladar el peso de la crisis nacional a los trabajadores.
La crisis cambiaria en un marco fuertemente inflacionario, cuyo nivel es mayor al que registran las estadísticas debido a la distorsión que ocasionan diversos congelamientos en la oferta de servicios; se agrava con el elevado déficit causado por las importaciones de energía y la sistemática caída de los precios internacionales de las exportaciones de Argentina. La desvalorización de la moneda, por parte de Brasil, ha forzado una aceleración de la devaluación del peso en el mercado oficial, que en el último trimestre se desvalorizó a una velocidad que, de mantenerse, podría superar el 30% anual. Los remedios del oficialismo a esta crisis (cedines, baades, supercards) han fracasado, pero han dejado prácticamente establecida una devaluación financiera del peso de alrededor de los 10 por dólar.
La relevancia de la crisis financiera/inflacionaria en la transición política ha quedado expuesta en la convocatoria de La Jefa a la cúpula capitalista para discutir una acción de emergencia hacia octubre. Argentina se encuentra en el umbral de su enésimo ajuste violento de la economía, que será enfrentado por fuertes reacciones populares. Cuando llama a discutir con los "titulares", precisamente el bloque de la burguesía que ha sostenido al gobierno durante la década, con varios baches en el camino, responde, casi tardíamente, a la conjunción de un descontento simultáneo de las clases poseedoras y de las explotadas, que ya empiezan a comportarse como si se tratase de un escenario de transición.
Por eso el Ladricorporativismo se pone a la defensiva. Y mientras abroquela a la tropa propia y chantajea a las clases populares con el supuesto golpe de Estado de "los que van a ajustar", busca volver a seducir a la clase media, a la que hasta hace poco acusaba de antipopular, tilinga y cipaya, con medidas demagógicas electoralistas como la suba del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias (convertido en nuestro país en verdadero un Impuesto al Salario, porque mientras grava sin piedad a los trabajadores que más ganan, deja exentos a sectores del capital más concentrado, por ejemplo las mineras y petroleras trasnacionales); el cambio en el discurso sobre la inseguridad (con mayor presencia de la Gendarmería Nacional que, entre otras funciones tiene la de llevar a cabo el Proyecto X, o incluso la posibilidad de bajar la edad de imputabilidad hasta los 14 años de edad); manteniendo el subsidio al turismo (y el consumo) en el exterior (mientras el trabajador que, luchando contra la inflación, puede hacer algún ahorro, debe quedarse con los pesos que se devalúan).
Cualquier a sea el tenor de lo que traman las "corporaciones", lo cierto es que el Ladricorporativismo pretende hacerle frente a sus "conspiraciones" por la vía de anudar un nuevo pacto con ellas. Es lo que revela el acuerdo con Chevron, que deja cualquier controversia librada al arbitraje de los tribunales internacionales (entre ellas, las que puedan surgir de los daños ambientales de la explotación del subsuelo por fracking). La misma orientación está presente en la apertura del nuevo canje en favor de los fondos buitres, que suma otra carga a la mochila de la deuda externa. La letra chica de este canje confirma que los nuevos títulos a emitir incorporarán los pagos asociados al crecimiento económico (el bendito cupón del PBI, que no se ajusta con el índice de la inflación como dicen algunos justificadores seriales, sino con el porcentaje de crecimiento, que el ocultamiento de la suba de precios ayuda, en parte, a sobreestimar).
En el caso de los canjes anteriores, esos pagos casi terminaron neutralizando cualquier quita sobre la deuda original. Por lo tanto, los buitres recibirían en el tiempo el 100% del capital adeudado, después de haberse hecho de la deuda argentina por chirolas. En medio de las acusaciones cruzadas entre el gobierno y los opositores, todos juntos votaron, con mayoría abrumadora, la derogación de la “ley cerrojo” que bloqueaba nuevas tratativas con estos especuladores. La retórica electoral disimula este acuerdo de fondo, entre unos y otros, para subordinar la economía nacional al capital financiero. El país soportará una mayor carga de la deuda usuraria. El gobierno del supuesto “desendeudamiento” dispondrá su pago, otra vez, con los fondos de la Anses o el Banco Central. Los que denuncian todo el día “golpes” y “autogolpes” institucionales han votado juntos, en defensa del capital financiero internacional.
En sus alusiones a la oposición, La Jefa terminó advirtiendo sobre la existencia de un "cículo del ajuste”. Lo ejemplificó con la crisis social abierta por la bancarrota europea y, en particular, de Grecia y España. Pero también en esto ocultó lo esencial: la quiebra de esos Estados es el resultado de haber colocado el presupuesto público al servicio de rescatar capitalistas y banqueros, que es lo mimo que pasa en nuestro país.
En 2013, el déficit del fisco será de aproximadamente 15.000 millones de dólares, entre pagos crecientes de los intereses de la deuda pública y subsidios a las privatizadas. Pero la mitad de esa cifra volverá a ser cubierta por el Banco Central y por la Anses. La factura será traspasada a trabajadores y consumidores -con mayor inflación- y a los jubilados – con haberes de indigencia y el bicicleteo de sus juicios.
Mientras tanto, el elenco político que gobernó con El Riojano Más Famoso y El Cabezón de Lomas de Zamora, y que el Ladricorporativismo reclutó en estos años, está abandonando el barco oficial a pasos acelerados. Pero junto a ellos, cambió de frente la gran burguesía que, en esta década, se benefició con el presupuesto público, la precarización laboral y las paritarias con tope del ‘modelo’ oficial. El “círculo rojo”, que supo sostener al Ladricorporativismo, busca ahora su relevo en las filas de la oposición tradicional. Ese es el origen del amargo reproche presidencial, que se pone a la defensiva y busca por todos los medios volver a seducir con las charlas con "los titulares", al tiempo que apela a un discurso de trinchera que no se corresponde para nada con sus acciones para seguir dándole perolata a sus defensores seriales, que del verso del socialismo del siglo XXI, pasaron a la entelequia de la defensa de un capitalismo con "cierta autonomía" (claro, de la mano de Telefónica, Chevron, Barrick Gold, Monsanto y Wallmart).
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