La Jefa, princesa adolescente
Comenzó el año para La Jefa que no tardó ni 10 días para recuperar la centralidad absoluta. Como adolescente empezó twitteando contra el nuevo enemigo público nro. 1 del "modelo", la Justicia -que es, también, una forma de arribar a una reforma constitucional por la tangente, que no ocultan sus voceros oficiales y oficiosos-. No conforme, al día siguiente, publicó en su cuenta oficial de Facebook una carta pública desmintiendo a un simple ciudadano desde la primera magistratura. El miércoles protagonizó el "heroico" retorno de la Fragata, y el jueves disparó contra todos por Cadena Nacional: le dio para que tenga al Niño Cincuentón que sueña con ser presidente -pero nunca lo será-, al Gobernador todo Positivo siempre Para Adelante, a los intendentes y gobernadores en general; está mal que aumenten impuestos y tarifas, casi les tiró el fardo de la inflación encima. Tantas atenciones personales lograron su cometido: ubicarse en el centro de nuevo. Justo antes de salir de gira y dejar al impresentable del Descuidista de la Campera de Cuero supliéndola por unos días.
Además de desmedurada, la respuesta de la presidenta de la Nación en persona a una frase sacada de una entrevista en una revista para hombres de un tipo de a pie -famoso eso sí-, la carta fue un acto de autoinculpación. Ni siquiera explicó cómo hizo para acrecentar su patrimonio -de $ 7m a $80M en 10 años- sino que se basó en tres fallos judiciales algo polémicos -de la misma Justicia que un día antes fustigó, y acusó de querer ser un "superpoder"-. Para colmo le pegó al actor por una estafa con autos para discapacitados de principios de los '90, con la clásica escusa de "si él robó, con qué cara sale a decirme algo a mí". Es más, no conforme, lo escrachó al Gobernador Todo Positivo Siempre Para Adelante por 200 lucas verdes -cuando ella tuvo, hasta hace menos de un año, tres palos y medio de rúcula que pesificó días después, que quién sabe cómo las juntó siendo funcionaria pública desde hace 25 años-.
Realizó un super acto para recibir a la Fragata retenida ilegalmente por una republiqueta africana que se burló de la Argentina que no pasó de un acto partidario reservado para el ejército de aplaudidores y aduladores, y los movilizados por La (agencia de colocaciones) Cámpora y organizaciones similares. Un acto donde la facción le volvió a ganar al "todos". Hasta dejaron a un costado a los familiares de los marinos varados.
En sus twitts defendió el asado en la ex ESMA, y lo comparó con hacer un programa de TV o un documental allí. Lo único que falta, es que la semana que viene organicen la Fiesta del Submarino. Claro, si fuera el niño Cincuentón que sueña con ser presidente -y nunca lo será- hace un festival eléctrico en la ex ESMA todos los progres de cartulina se van a horrorizar.
La Jefa mostró la foto de los marinos con los "jóvenes" de La (agencia de colocaciones) Cámpora orgullosa: unió dos símbolos del pasado mientras que el acto puramente partidario del miércoles aumentó la fractura del presente. Hoy día, los marinos y los militantes de La (agencia de colocaciones) Cámpora son estructuras que obedecen al Poder. La Jefa es clara: "ven, los que obedecen, los que se portan bien, son los que yo aplaudo. Los que piensan distintos, no sólo son mis enemigos, son los enemigos de la patria". Pregona la unidad de dos símbolos de las disputas del pasado, profundizando la fractura de la sociedad actual.
Lo peor es que no es la pelea entre el "progresismo", la "izquierda nacional" y el "discurso social", contra el "conservadurismo" y la "derecha"; es la pelea por quién obedece la línea de mando, y quienes pisan "fuera del plato". La organizada rebeldía del Ladriprogresismo se expresa a través del aplauso a La Jefa. El que no coincide totalmente, se debe ir, como le plantearon al Gobernador Todo Positivo cuando dijo que disentía en "algunas cosas" y le pidieron que las dijera que iban a "saber que hacer" con él.
Esto representa la decadecia de la política: una sociedad fracturada donde lo único que se discute el el poder de La Jefa, y nunca sobre los problemas de la gente. Un relato exitoso y una realidad fracasada. La Jefa y el ejército de aplaudidores y aduladores viven en su relato y se autoreconocen en él, mientras el ciudadano de a pie vive en otra realidad. Por eso los discursos son cada vez más vacíos y exprresan menos la realidad de la sociedad; no pasan de la arenga para la tropa propia.
"Patria sí, colonia no", gritan ahora. Ellos que fueron protagonistas de la privatización de YPF en los 90. Ellos no mantienen ninguna coherencia histórica: ayer vendieron YPF productiva y hoy la "estatizan" -en parte- vaciada y fundida; ni tampoco ninguna coherencia actual: los gallegos de Respsol son malos y las transnacionales de la megaminería a cielo abierto son buenos. Encima los tenés que aplaudir.
Vuelve a sentirse el olor a otra década perdida mientras tanto –no digan que no avisamos después-. Si no nos ponemos a mirar la inflación –estamos en un proceso que lleva seis años de un alza sostenida de precios de entre el 20% y el 25% anual, más de un 160% acumulado-, la energía -el déficit energético impuso recorte a las exportaciones y un cepo cambiario, ya que reclama más de 10.000 M de dólares anuales-, el desarrollo sustentable -resulta que durante más de una década le exportamos soja a los chinos y le importamos ahora trenes terminados, igual que durante el modelo agro-exportador que nos enseñaban en la secundaria, y aplauden de pie y lo llaman “desarrollo” y “soberanía nacional”-, la deuda externa -seguimos pagando cash, y ahora preparamos un nuevo canje para que entren los “fondos buitres” porque así nos lo impone la justicia de otro país-, la dependencia, la inseguridad, la corrupción, la exclusión social -¿ha habido en una década de Ladriprogresismo inclusión social en serio?-.
Vuelve a sentirse el olor a otra década perdida mientras tanto –no digan que no avisamos después-. Si no nos ponemos a mirar la inflación –estamos en un proceso que lleva seis años de un alza sostenida de precios de entre el 20% y el 25% anual, más de un 160% acumulado-, la energía -el déficit energético impuso recorte a las exportaciones y un cepo cambiario, ya que reclama más de 10.000 M de dólares anuales-, el desarrollo sustentable -resulta que durante más de una década le exportamos soja a los chinos y le importamos ahora trenes terminados, igual que durante el modelo agro-exportador que nos enseñaban en la secundaria, y aplauden de pie y lo llaman “desarrollo” y “soberanía nacional”-, la deuda externa -seguimos pagando cash, y ahora preparamos un nuevo canje para que entren los “fondos buitres” porque así nos lo impone la justicia de otro país-, la dependencia, la inseguridad, la corrupción, la exclusión social -¿ha habido en una década de Ladriprogresismo inclusión social en serio?-.
En 2004 con $100 se compraban 78 kilogramos de azúcar, hoy se compran 11 kilos de azúcar. Se compraban 42 kilos de pan en 2004 con $100, hoy se compran 7. Ibas a una panadería y casi que no podías llevar la carga vos mismo, y era casi imposible sacarla por la puerta; hoy te entra toda la compra en una bolsa grande. Los ingresos crecieron, es verdad, y algunos gremios hasta mantienen un estrecho margen de ganancia respecto del índice de inflación -siempre que hablemos de los que laburan en blanco y bajo un convenio-. Con “un roca” comprabas 16 kilos de asado en 2004, hoy 3 y medio; 73 litros de leche entonces, 16 litros hoy en día. Dependiendo del sector, el salario bruto acompañó -contemos que de 300 mil que pagaban impuestos a las ganancias, que pagaban 35%, pasamos a casi el triple y a esos nuevos incluidos se les grava aún más; y a eso le llaman progresismo-.
Si la inflación es del 30% y el gobierno pide no aumentar los salarios más del 20% y no dispone modificar el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias es un ajuste. Llámenlo como quieran, pero es un ajuste sobre los asalariados para seguir pagando la deuda externa en chash y al contado -e incluir ahora a los "fondos buitres", porque un juez estadounidense tiene más entidad que el Estado "soberano" argentino-.
Por eso está debilitándose cada vez más el "relato". No puede La Jefa criticar al Niño Cincuentón por el aumento de los subtes. Es verdad, pidió a fin de año endeudar a la Ciudad y aumentar impuestos para no aumentar la tarifa, pero que lo denuncie ella 10 días después de decretar un aumento de entre el 40 y el 50% para ómnibus y ferrocarriles de Capital y Gran Buenos Aires -siempre que tengas tarjeta Sube-, díganme: ¿en los bondis y trenes viaja la oligarquía? Es un caso grave de cinismo como echarle en cara a la SRA que compró a precio vil el predio ferial de Palermo, cuando ella personalmente compró tierras fiscales en Santa Cruz a precio vil siendo su esposo gobernador.
Ya los hilos se notan mucho muchachos. Sabiendo que se venía el fallo por la Tragedia de Once -en casi un año, nunca una carta, ni por Facebook, nunca un twitt, para los familiares de los muertos ni para los heridos del 22 de febrero- lanza el plan para "modernizar" los FFCC Mitre y Sarmiento -con trenes importados de china por soja, a eso le llaman "desarrollismo"-, y se desmarca de la crisis del sistema de transporte público como si hubieran asumido hace un año o, peor aún, como si la masacre nunca hubiera ocurrido.
La vergonzante carta de La Jefa a un simple actor demuestra una flagrante falta de estatura política. La primera magistrada de la Nación Argentina no puede rebajarse a una pelea o un debate concreto con un ciudadano de a pie por más desubicada, destituyente o injustificada opinión tenga. Para eso tiene un vocero, tiene ministros, tiene toda una caterva de funcionarios, comunicadores oficiales y oficiosos, y hasta partidarios igualmente famosos en el mundo del espectáculo. El presidente en persona no puede ser el fusible que debe dar todas las explicaciones. Además, parece más la impostura de un gobierno que a cada paso se debilita más y más y que quiere tapar con palabras su insolvencia en la realidad fáctica.
No hay una política. El "modelo" es mero relato. No estamos discutiendo el rol del Estado ni cómo cambiar la matriz productiva del país ni cómo modificar el sistema fiscal para hacerlo progresivo ni qué hacemos con la concentración económica ni cómo reconstruir las redes sociales que casi 40 años de neoliberalismo destruyeron totalmente. Hay un fuerte estatismo, que no pasa de mero presidencialismo empresario, y grandes grupos concentrados, y en el medio una sociedad fragmentada y cada vez más indefensa. Ese debate político en serio esta totalmente ausente en el Gobierno y también en la mayoría de las otras facciones de la derecha que componen la oposición.
Ya los hilos se notan mucho muchachos. Sabiendo que se venía el fallo por la Tragedia de Once -en casi un año, nunca una carta, ni por Facebook, nunca un twitt, para los familiares de los muertos ni para los heridos del 22 de febrero- lanza el plan para "modernizar" los FFCC Mitre y Sarmiento -con trenes importados de china por soja, a eso le llaman "desarrollismo"-, y se desmarca de la crisis del sistema de transporte público como si hubieran asumido hace un año o, peor aún, como si la masacre nunca hubiera ocurrido.
La vergonzante carta de La Jefa a un simple actor demuestra una flagrante falta de estatura política. La primera magistrada de la Nación Argentina no puede rebajarse a una pelea o un debate concreto con un ciudadano de a pie por más desubicada, destituyente o injustificada opinión tenga. Para eso tiene un vocero, tiene ministros, tiene toda una caterva de funcionarios, comunicadores oficiales y oficiosos, y hasta partidarios igualmente famosos en el mundo del espectáculo. El presidente en persona no puede ser el fusible que debe dar todas las explicaciones. Además, parece más la impostura de un gobierno que a cada paso se debilita más y más y que quiere tapar con palabras su insolvencia en la realidad fáctica.
No hay una política. El "modelo" es mero relato. No estamos discutiendo el rol del Estado ni cómo cambiar la matriz productiva del país ni cómo modificar el sistema fiscal para hacerlo progresivo ni qué hacemos con la concentración económica ni cómo reconstruir las redes sociales que casi 40 años de neoliberalismo destruyeron totalmente. Hay un fuerte estatismo, que no pasa de mero presidencialismo empresario, y grandes grupos concentrados, y en el medio una sociedad fragmentada y cada vez más indefensa. Ese debate político en serio esta totalmente ausente en el Gobierno y también en la mayoría de las otras facciones de la derecha que componen la oposición.
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